1 | EL CONSEJO.

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Capítulo Uno: EL CONSEJO

Madyson Grey.


Lo conocí cuando tenía 5 años, a los doce años me comenzó a gustar y ahora, a los 20 años, me rompe el corazón mientras se lleva en brazos a mi hermana Beathriz para así llevar a cabo su noche de bodas. Sí, mi único y primer amor se acaba de casar con mi hermana.

Ver como Clayton Stone, Alpha Fundador de Oceanía, sonríe feliz a mi hermana que reía hace que se me quiebre totalmente el corazón. No me malinterpreten. Yo quiero a mi hermana y estoy feliz por ella ¿Cómo no estarlo si es mi sangre? Pero me es imposible no sentir envidia por ella.

-¿Qué tal estás? ¿Cómo lo llevas? -preguntó mi mejor amigo, Evan, y hermano de Clayton. Se colocó a mi lado derecho y me ofreció una copa de vino tinto.

-¿Bien? ¿No lo ves a través de este maquillaje? -pregunté irónica.

-Ja, ja -bufó- Yo, que vengo de toda la buena fé, de saber cómo estás.

-¿Cómo estoy, de qué? -pregunté tomando de la copa- ¿Lo dices por las miradas despectivas del Consejo? ¿O lo dices porque tu hermano, el hombre del que estoy enamorada, se acaba de casar con la mujer que más quiero?

-Por ambas cosas.

-Pues como la mierda -contesté - Solo me he quedado por Beth, porque es mi hermana y la quiero, pero ahora que ya se han ido... no veo porqué quedarme.

-Pues vamonos -sonrió- No hace falta que nos despidamos de nadie, al fin y al cabo, los reyes ya se fueron después de la ceremonia.

Asentí. Enganché mi mano en su brazo y caminamos por la gran sala de techos altos con la mirada en alto, sin detenerme. Sabía que tanto nobles como familiares de Clayton nos miraban atentos, algunos nos miraban reprochantes y otros... con envidia.

-¿Y a dónde vamos, según tú? -pregunté, susurrando.

-Al after party -respondió sonriendo apenas, también en susurro.

-No sabía que habían preparado algo aquí -ladeé la cabeza.

-La prepararon en Nueva York -respondió y fruncí el ceño- Cuán más lejos de algunas personas del Consejo, mejor.

-Ya, pero yo no puedo salir -le recordé.

-Eso está arreglado -me guiñó un ojo.

-¿El Consejo me ha autorizado? -pregunté curiosa.

-No -contestó- Pero te puedes escapar.

-Evan... -apreté los labios- Hablé con la reina Deborah y me dijo que iba a hablar con el Consejo por mí y que iba a aprovechar hoy para hablar con todos.

-Madyson, Clay ya lo intentó y lleva muchos más años que Deborah en esto. Tiene más contactos que la reina -comentó- Sé que suena negativo pero estoy siendo realista ¿Qué diferencia hay esta vez con la otra?

-Esta vez, solo queda un mes para que cumpla los 21 años y mi loba surja -contesté- Mi salud mejorará y obtendré el Derecho de Licántropa Mayor de Edad.

-Sí pero olvidas que si eso no sucede, serás considerada una Omega y encima, eres estimada como una bastarda -comentó y suspiré- Al menos, que te busques a un hombre o a una mujer que tenga bastante influencia en el Consejo para que sea tu pareja, no creo que te vayan a dejar. Y tiene que ser bastante poderoso.

-¡Qué tontería! -bufé.

-Mira a tu hermana -bajó la comisura de sus labios- Beth era considerada bastarda, sí, pero siempre ha tenido una buena salud -alcanzamos la puerta de salida del salón- Cuando conoció a mi hermano fue cuando alcanzó poder ¡Pero no me malinterpretes! -dijo al ver mi cara de haberme ofendido- No digo que tu hermana esté buscando poder, sino que lo alcanzó con mi hermano.

-Ya, y quieres que me busque a una persona del Consejo para utilizarlo -dije girándome a verle- ¿Te estás oyendo, Evan? -pregunté- Yo no soy así.

-Solo es una opción de varias -comentó- Venga, Mady, vámos.

-Evan...

-¿Qué prefieres? Una noche fuera de fiesta o una semana esperando un rechazo -preguntó y lo miré detenida durante un instante.

-Pero tengo que ir a cambiarme -advertí y bufó.

-Me tomé la libertad de coger ropa para ti -me guiñó un ojo- Nos espera una noche increíble.

-Más te vale, Evan.

[ * * * ]

Todavía recordaba la cantidad de gente que bailaba y bebía en aquella discoteca, todos reían y disfrutaban con tal libertad que nunca había visto. Me había fascinado ver Nueva York, me había fascinado más que nada en mi vida una pequeña parte del mundo. Aunque bueno, tampoco había visto mucho.

Había nacido y vivido con mi hermana Beth y mi medio hermano Will en el Palacio Real durante mis primeros siete años, después, por mi crítica salud habían decidido mandarme a la Manada Fundadora de Europa en Alemania donde residía uno de los mejores doctores del mundo sobrenatural y ahí es dónde he estado viviendo durante estos años, y en todos esos años, estuve al cuidado del Alpha Dylan Kotch a quien considero, hoy en día, mi padre.

Cada vez que mi salud empeoraba o me veía en alguna recaída, él enseguida iba a verme y me consentía de todas las maneras posibles, preocupándose por mí como un padre, y así lo consideré. Y hace dos años, encontró a su alma gemela, Hallie Tyler y ella, más que ser como mi madre, es mi amiga.

Casi no tuve contacto con la manada en sí ya que estudiaba en el palacio, así que con el mundo mucho menos. No se me permitía salir por orden del Consejo y cuando tenía que ir a celebraciones, no podía salir del recinto.

-¿En qué piensas? -preguntó Evan a mi lado mientras conducía.

-En lo bonito de Nueva York -contesté mirando el alrededor.

-¿Te arrepientes de haber venido? -preguntó deteniéndose frente a la valla y mostrando el carnet a los guardias de seguridad.

-No me arrepentiría nunca de haber venido -respondí sonriendo- Pero me siento egoísta porque seguramente además de castigarme a mí por no obedecer sus reglas, te castigarán a ti.

-Eso da igual, lo importante es que, por lo menos, has salido una vez en tu vida al mundo -me sonrió- No importa un simple castigo si sé que has cumplido un sueño.

-Gracias, Evan -le agradecí mientras salíamos del coche junto a su amigo en muletas y el otro con el brazo escayolado- ¿Has llamado a Clay?

-Ahora mismo iba a hacerlo -contestó y cogió el móvil para después colocarlo en su oreja-Hola, Clay. Si, estamos bien -se rascó la nuca- ¿Qué? ¿Porque? -se quedó callado escuchando atento- ¿Vale? Vamos para allá, pero ¿Por qué no me lo dices? -preguntó y frunció el ceño- Está bien. Nos vemos ahora. Sí, tranquilo, venga.

Colgó el teléfono mientras subíamos al jet.

-¿Qué pasa? -pregunté confundida.

-Tenemos que ir todos al Palacio Real -contestó también extrañado- Ustedes también, eh -se refirió a sus amigos- ¡Eh, Carl! ¿Todo listo? -le preguntó al piloto- Vamos rumbo a Alaska.

-Sí, señor.






SOLO ELLA.Where stories live. Discover now