XXXII

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Escuchaba voces alrededor, sabía que estaba tirado contra el suelo, prácticamente no podía moverse, le dolía todo, estaba escupiendo sangre y solo podía pensar en donde estaba su compañero.

Al abrir los ojos solo veía manchas y ni siquiera era capaz de levantarse, tenía la pierna destrozada, una bala en el pecho y lo que probablemente era un puñal en el estomago, una hemorragia interna que explicaría porque dolía tanto y el porque no paraba de sangrar.

-Jongin como te hayas muerto iré a por ti y te reviviré a patadas.-Balbuceó.

Gruño al apoyar los brazos en el suelo y darse la vuelta, quedando boca arriba, tosio un poco y se llevó la mano a la cara.

-No veo una mierda.-Gruñó tocandose la herida abierta.

Sintió movimiento a su lado y un peso de más sobre su pierna, podía olerlo, era abrumador.

-Te has tomado tu tiempo.-susurró.

-No es fácil caminar con una bala en la pierna Kyungsoo.-susurró.-Estás sangrando mucho.

-Puede que sí sea demasiada sangre.-rió.-Estaba preocupado.

-Yo también.

-Soy más fuerte de lo que parece.-murmuró tanteando en el suelo, buscando su mano a ciegas.-No es la primera vez que intentan matarme.

-Deberíamos solucionar eso.

-Deberíamos, pero antes podríamos evitar que me muera.

Escuchó la risa melódica de Jongin y se dejó llevar por el cansancio, le pesaba todo el cuerpo y la cabeza le palpitaba.

Había sentido como lo levantaban del suelo, estaba seguro de que había sido él aunque no debería hacerlo, también estaba herido, sentía su calor, su olor y sobretodo el hedor de la sangre.

Lo demás había pasado demasiado rápido, estaba medio consciente. Por los gritos de la madre de Jongin sabía que lo habían llevado a la casa del alfa, había escuchado la voz del señor Cho, el médico de la manada y también había escuchado a Jongin gruñir cuando los habían separado, después de eso todo había pasado a ser rojo, la anestesia en los hombres lobos no servía para mucho y no tenían nada más fuerte así que había gritado,se había retorcido, habia pataleado e insultado todo lo que había podido mientras lo sujetaban para poder sacar la bala, romperle los huesos del pie tampoco había sido agradable, ni para él ni para los que lo tenían sujeto.

Cuando abrió los ojos no estaba seguro de cuanto tiempo había pasado, las cortinas dejaban pasar la luz de la luna, estaba en la habitación de Jongin, se dio la vuelta y lo vio medio dormido en una silla junto a la cama, aún estaba lleno de sangre y seguramente no había dejado que lo curarán, era tan terco.

-Jongin.-susurró con la voz rota, la garganta le ardía.-Jongin. 

Casi se ríe cuando lo vio saltar de la silla, estaba pálido o tal vez era por la falta de iluminación, simplemente no se veía del todo bien.

-¿Estás bien?.-tenía la voz pastosa, un poco más baja de lo normal.

-Estoy bien.-sonrió.-Acércate.

Jongin se levantó despacio apoyándose sobre la silla, arqueó una ceja al verlo cojear, se arrastró un poco dejandole sitio a su lado.

Sintió la cama hundirse cuando apoyo su peso sobre ella y murmuró adolorido.

-Tenemos que llamar a Cho.-susurró acariciandole la cara.-Alguien tendrá que revisarte la pierna.

-Ya lo han hecho.

Ghost Drivers (Kaisoo)Where stories live. Discover now