Donald Pierce (I/I)

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Por la primera vez en mucho tiempo, estabas asustada.
No deberías haber vuelto a la casa, sin embargo, no podías irte y dejar que creyera que todo era una mentira.
Abriste la puerta con cautela, la anticipación de lo que podía suceder te hacía sentir enferma.

Respiraste hondo y entraste. Él estaba sentado en el alféizar de la ventana, observando hacia la calle.
La tenue luz del amanecer se reflejaba en su rostro. Su cabello brillaba, estaba tan quieto que sus facciones parecían haber sido talladas de mármol.
No parecía estar para nada perturbado por tu llegada.

Tomaste la imagen frente a ti y la guardaste en tu memoria, probablemente sería tu último buen recuerdo de él.

"Tus cosas están en la maleta" dijo sin voltearse.

Siempre fue una persona fácil de leer. Pero ahora no podías descifrar su expresión.
Trataste de buscar un sentimiento oculto en sus palabras, pero no había nada, el cariño con el que solía hablarte había desaparecido.

Era como una bomba de tiempo, solo hacía falta una palabra fuera de lugar y estallaría, así que escogiste tus palabras con cuidado.

"No vine a buscar mis cosas," tu voz sonaba vacía, carente de la calidez con la cual solías dirigirte a él.

Se volteó, su ceño estaba fruncido.
"¿A que viniste entonces?" Preguntó, su mirada se clavó en ti.

Sus ojos azules estaban enrojecidos y cansados, en sus mejillas aún habían marcas húmedas haciendo su camino hasta su mandíbula.
Verlo así te rompió el corazón. Sin embargo sabías que el muro que había construido a su alrededor jamás cedería, ni siquiera por ti.

Pero al menos podías tratar, aún lo amabas después de todo.
Te acercaste y llevaste tus manos a sus mejillas, limpiando los rastros de lágrimas de su piel. Cerró sus ojos y cedió ante el tacto por un par de segundos.
De pronto abrió los ojos y se alejó, su expresión era una de dolor y traición.
Habías perdido la confianza que el te había otorgado.

"He venido por ti" dijiste con determinación.

Su expresión cambió, en su interior había una batalla, una que debía pelear solo.

"No te preocupes, no les diré nada. Inventaré una historia hasta que hayas salido del país"

Sentiste el llanto agolparse en tu garganta. Él creía que lo habías usado, y aún así intentaba ayudarte.

"No confías en mí" lograste decir.

Se alejó y se llevó su mano humana al puente de su nariz.

"Es difícil, ¿sabes?,  creer en alguien que olvidó mencionar que podía leer mi puta mente" dijo con rabia.
"Pero debí saber que lo ocultarias. Probablemente creías que odiaba a todos los mutantes. Que los quería a todos muertos. ¿Cierto?.
Entonces dime, porque no puedo entender, ¿Por qué me elegiste a mi?"

Se volteó antes de oír una respuesta, sus hombros estaban temblando.

"Nunca me metí en tu cabeza" respondiste suavemente, ibas a estirar la mano y ponerla sobre su hombro, pero te detuviste. "Nunca mentí, no sobre lo que siento. Nunca planee enamorarme de ti, solo sucedió" dijiste al borde de las lágrimas.

Desvíaste la mirada y te cruzaste de brazos, no había nada más que pudieras decir para convencerlo, esto era todo lo que tenías.

Cuando levantaste la mirada él estaba ahí, frente a ti. Ya no parecía molesto o dolido, solo cansado.
Su cálida respiración acariciaba tu mejilla.

"¿Por qué volviste?" Preguntó, su voz arrastraba cierto aire de esperanza.

"Volví por ti" respondiste con la misma determinación de antes.

"Ya te dije que no les diré nada, ni siquiera tengo que mentir" dijo con una sonrisa amarga.

"Podrían creer que eres parte de esto,  podrían hacer daño"

"¿Y porque te importa?" Escupió.

"Porque, diferente de lo que crees, jamás pretendí nada" dijiste, poniendo parte de tu alma en cada palabra. "Además, podría preguntarte lo mismo".

El suspiró y miró hacia otro lado.

"Mutante o no, aún te amo" dijo como si no fuera nada.

Nunca hubieras esperado una confesión así de él, el muro que había construido había comenzado a desmoronarse.
Lo besaste, como si fuera la primera y última vez. Él te sostuvo en sus brazos, manos clavándose en tu cintura.

Sentiste tu rostro comenzando a humedecerse, pero no eras tú quien lloraba.
Te separaste de él, preocupación evidente en tu expresión.

"Hey, ¿Que ocurre Donny?" Preguntaste mientras tus manos iban a acariciar sus mejillas.

Esta vez no te alejó.

"Tienes que irte" dijo en un susurro.

Sentiste como si hubieran arrancado algo de ti.

"No, no, tenemos que irnos. Tú y yo. Juntos." Respondiste tratando de arreglar la situación.

Respiró hondo y tomó tus muñecas,  Alejando tus manos de su rostro.

Tus ojos estaban llenos de tristeza y dolor. Los muros que lo protegían se habían vuelto a elevar.
Te alejaste de él, retrocediendo lentamente.
Sentías como si fueras a desmayarte, tu mundo se había desmoronado.

"Tienes que irte antes de que sea muy tarde"

Respiraste hondo y lo observaste por última vez.
Sus ojos azules enrojecidos por la tristeza, su piel bañada en cicatrices y su cuerpo tonificado, resultado de años de combate. Incluso el diente de oro que había reemplazado al que un día un general le había tirado con un golpe por no saber cuando callarse.

Lo observaste una última vez y guardaste todo lo que pudiste en tu memoria antes de dar la vuelta e irte.



Jelou:v
He vuelto de nuevo 💕
La escuela ha sido un infierno
Pero ya saben cómo es.
Espero que les haya gustado
Nos vemos en la próxima 🎉

Marvel:One-Shots (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora