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Mis pies corrían a su máxima velocidad, y lo más gracioso, es que no sabían a dónde iban

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Mis pies corrían a su máxima velocidad, y lo más gracioso, es que no sabían a dónde iban.
Yo, en mi imaginación, me imaginaba corriendo, yo sola detrás de Lobo y Vitality, con la falda del vestido remangada y cogida por mis manos, dejando paso a mis zapatos.
Pero, no, nada de eso; miré a mis espaldas y la mayoría de personas de la fiesta, también seguían a mi amiga del pelo suelto y albino, que era la única que sabía a dónde nos dirigíamos.

- ¿A DÓNDE VAS?- chillé con fuerza.

- ¡NECESITAMOS UNA REUNIÓN!- me contestó, también a gritos y desde un par de metros de distancia.

Yo solté la falda de mi vestido y me paré en seco, respirando fuertemente. La multitud que me seguía se frenó a mis espaldas, y yo me quedé allí, con toda esa gente, en medio de la acristalada carretera, observando como Vitality y Lobo se alejaban sin cansancio alguno.

Una muchacha de pelo cobrizoy mirada negra no me quitaba los ojos de encima. Mi subconsciente creía que estarían esperando a que yo hiciera o dijese algo. Problema: ni yo misma sabía qué estaba pasando, pero era algo malo; y aunque fuera más joven e inexperta en ese momento, tampoco hubiera deseado saberlo, ni siquiera por curiosidad.
Entonces, a mis espaldas alguien me tocó el hombro. Pensé que sería el misterioso de Dix, dispuesto a dedicarme una sonrisa inadecuada para ese momento; pero era Lyle, mirándome con algo de tristeza, pero aún así, sin perder esa chispa en sus ojos amarillos.

- entiende que no sé que hacer. Cada vez veo más cosas y sitios aquí y mi cabeza no puede asimilar tanto. Y... No sé - me abracé a él y apoyé mi frente sobre el pecho de su armadura.- están pasando tantas cosas...

Ya sé lo que estaréis pensando: «ya es la segunda o tercera vez que lloras en un mundo tan maravilloso, Bri». Pero, también deberíais saber que ese mundo tan bello, estaba en peligro, lo que bajaba su porcentaje de hermosura, aunque para mí fuera el mejor sitio de todos. Bueno... El segundo mejor.
Además, esa vez, no lloré. Esa noche me tragué mis lágrimas, las saboreé, y sabían a tristeza.
No, esa vez solo quería abrazar a alguien, buscar una razón de por qué yo, por qué una terrible masacre en tres días... Por qué tanto desorden en los cajones de mi mente. Unos cajones que en la Tierra ya tendrían telarañas.
Mi cabeza en esos momentos era un armario entero; un armario con las dos puertas abiertas, con los cajones a distintas alturas y con prendas de ropa entremetidas, tiradas y colgando difícilmente de perchas rotas.

- ¿quieres que te cuente un secreto?- me susurró.

Yo aparté mi cabeza de él para mirarle fijamente.

- yo tampoco sé muchas veces qué hacer o qué decir.- dijo riendo costosamente- lo que hago es dejar que las cosas pasen, y a veces, que me guíen. Tú tienes a toda Auritumland para guiarte, déjales actúar.

Yo intenté centrarme y enlazar pensamientos. Entonces recordé lo que Vitality me contestó cuando le pregunté que a dónde íbamos.

- ¿dónde se celebran las reuniones en este sitio?- pregunté a Lyle.

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