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Abrí los ojos despacio, dejando flotar las pestañas como barco en el mar

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Abrí los ojos despacio, dejando flotar las pestañas como barco en el mar.
Me encontré boca arriba, con la mano izquierda sobre el estómago. Poco a poco, fuí recogiendo las piernas y sacándolas del colchón, después levanté el torso.
Me quedé mirando al suelo, con la cabeza gacha.
No me hacía falta LENA para tener visiones del pasado de Auritumland, mi mente podía estrujarse como una esponja y sacar todo el jugo de los recuerdos. Pero, aún así, yo no era la más lista del mundo, ya que seguía sin saber nada del presente ni del futuro.
¡ha! Y para mi desgracia, adoraba, AMABA, el saber lo que pasaba. Pero, me decepcionaba el después pensar en como solucionar lo que ocurriese.
En mi mundo, en mi dimensión, yo me creía inteligente. Pero, allí, me sentía la más idiota del lugar. Todo tan avanzado, menos mis conocimientos. Y lo más irónico: todos creciendo a un ritmo extremadamente lento, y envejeciendo de manera invisible; menos yo, que me aviejaba poco a poco, pero de forma notable.

Me levanté despació de la cama, como una rígida muñeca sin cintura. Abrí la puerta y me encontré al pequeño minino a mis pies... Al menos, era una aviejada querida por todos. Por casi todos.
Yo, me puse de cuclillas, aún moviéndome costosamente; y le puse la mano sobre la cabeza al suave felino, encogiendo y estirando los dedos.

- hola Lobo. ¿has dormido bien?

Un brillo repentino pasó rápidamente por la parte de abajo de sus ojos rosados, como el de la hoja de una navaja puesta al sol.

*he estado en tu puerta toda la noche. Los sueños de Vitality eran tristes. Los tuyos, eran bellos, me recordaban al bonito pasado de Auritumland*

Yo sonreí.

- no era eso lo que quería ver, pero, me ha servido para dormir.

El animal ronroneó, y yo me levanté, esta vez de forma más rápida.

- ¿Vitality?- pregunté a la nada elevando la voz.

A unos 15 pasos de distancia, me respondió una voz semi-dormida.

- buenos... - bostezó- días...

La dueña de la adormilada voz apareció doblando la esquina del salón y el pasillo, frotándose los párpados.
Yo alcé una mano.

- hola- dije con un hilo de voz.

- ¿qué tal la noche? ¿mucho ruido de la calle?

- no, para nada.- dije aún sin bajar la mano y negando con la cabeza.- no hay nada de lo que quejarse aquí. En mi casa, sin embargo, los vecinos siempre están armando ruido, y... Después quieren ser ellos los que se quejan.

Ella soltó una risotada.

- aquí no nos quejamos directamente. Todo se basa en el respeto mútuo, y si hay algo que no nos guste, se vá al consejo urbano de las Galerías. Están las 24 h.

- ojalá yo tubiera algo así.

Todo se quedó en silencio por un minuto, permitiéndome oír los adorables ronroneos de Lobo, que seguía tubmado boca arriba en el pasillo.
Me quedé fijamente mirando a Vitality, esperando a que dijera palabra. Entonces, arqueó una comisura del labio.

- si me permites la pregunta... ¿qué tiene la Tierra que no tenga este sitio para querer irte tan pronto?

Yo reí con flojedad, más bien con ironía.

- mi familia. En la Tierra está mi padre, Bill Pugh; un señor entrañable. Y... ¡mi madre!, Lina, algo más seria, pero, de alguna manera, logra potenciarte en todo lo que hagas. - yo hice una pausa para tragar saliba.- también están mis amigos. Mis verdaderos amigos, que son con los que realmente se debe contar siempre. Yo no tengo muchos amigos de verdad, pero... Es suficiente.

- dicho así, parece ser un sitio precioso. O al menos, visto desde tus ojos.- se arrimó al sofá y se sentó con lentitud.- no todo el mundo vé las cosas igual, Bri. Y eso es lo que quiero que entiendas.

«genial. Un sermón sorpresa... ¡ha! Las encerronas no valen...»- pensé yo, girando la mirada dramáticamente; lo cual creo que desveló mi desinterés por charlar.

- venga, no tardaré mucho. Siéntate.

- preferiría quedarme de pie.- reproché.

Ella agachó la cabeza, como si hubiera asentido a desgana.

- lo que quiero hacerte comprender, es que tu seguramente lo veas como una estupidez. Como un simple juego de tu cabeza que te entretiene cuando te aburres, o cuando tu mente solo piensa en oscuridad y tragedias y deseas pensar en otra cosa. Ser optimista como las demás chicas, ser normal.- dijo sin hacer pausas.

Esa última frase me dolió. Quizás porque las verdades duelen. Todos vivimos en una constante mentira formada por verdades; las mentiras son esa cura salvadora que limpia la herida que deja la verdad.
Aunque, por las pocas palabras sinceras agradables que he oído, puedo confirmar, que un engaño también es fuerte a la hora de herir, aunque en la mayoría de casos te levante del suelo después de la caída.

En ese instante caí en la cuenta de que ser normal era mi mentira sanadora, y que el "querer serlo" era mi amarga realidad.
Aunque, en algo se equivocó: yo no deseaba parecerme a nadie ni ser como ninguna persona, solamente soñaba con ser del montón, una muchacha de 18 años que hablara contadas veces, que no sea ni de las primeras ni de las últimas en clase... Una chica corriente de 18 años que no tubiera como mayor preocupación salvar un mundo que habitaba en su cabeza; sino una chica que se fijara en apuestos jóvenes de su edad, que fuera callada pero que cayera bien a la gente, que fuera al cine con sus amigos y compartiera un cubo de palomitas con su mejor amigo desde la infancia, y que este en realidad fuera el amor de su vida... Ah. Pero eso eran falsedades. Falsedades que no podía negar que deseaba; y lo gracioso, era que saber que las deseaba, eran mi verdad, a veces cruel y a veces dulce. Pero, ¿qué más quería una futura guerrera de una dimensión mental?

- pero, Brianda, atenta: en este sitio que tú antes tomabas como un pasatiempo, existen personas, como Nestor, como Lyle, como yo... Gente que está viva. Muy viva, más de lo que crees, incluso más que tú. De hecho, puede que en la Tierra estés a punto de morir, pero te estés refugiando en el único sitio con vida que te quede en el cuerpo: tu mente. ¿y a qué es equivalente tu mente? A esto.

- yo sé que no estoy muerta- dije con la voz temblorosa.

- pero, ¿y si sí? ¿vas a dejar que este sitio acabe? Puede que sea tu único nexo con la vida en este momento, y si se apaga... ¡bum! Tú también lo harás. No te queda otra.

Yo tragé saliba. En el caso de que Vitality tubiera razón, no podía dejar que Auritumland se reduciera a cenizas y escombros. Porque, como bien había dicho mi compañera, yo también acabaría igual.


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