Capítulo 7

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Una de las cosas que no comprendía, pese a mis cortos diecisiete años, era estar enamorado profundamente de alguien.

Hasta ese entonces nunca conseguí tener una idea segura de cómo era estar en una relación o sentir atracción hacia cierta chica, pues ni siquiera me daba el tiempo de buscarlo por mí mismo.

Cuando le preguntaba a Hanabi, ella siempre me respondía con la frase de las mariposas en el estómago, el cosquilleo, el pecho dolorido. En cierta ocasión llegó a decir que el corazón se sentía "caliente".

Cada vez que Matthew me sonreía, se acercaba bastante o me miraba fijo, bajo cualquier circunstancia, me acordaba de las sensaciones que Hana me describió respecto a estar enamorado. Las sentía tal cual sus descripciones, pero yo no creía que pudiera tratarse de eso.

Cierto día, cuando todos se marcharon y volvimos a quedarnos a solas en el auditorio, me atreví a preguntarle a Matthew cuál era su perspectiva del amor. Dado que no quería sonar extraño o atrevido, tuve que decirlo con más disimulo.

—Nunca he tenido novia. —Comencé por ahí—. ¿Es tan genial como dicen?

Nos sentamos sobre el escenario y nos recargamos en la gigantesca pared blanca. No estábamos lo suficientemente motivados para continuar ensayando.

Me sequé el sudor de la frente con la camiseta, él con el dorso de la mano. Suspiramos y aguardamos a que la conversación fluyera.

—Pues en realidad no estoy muy seguro —admitió con ligero vacilo—. Me agrada pasar tiempo con Keira, todo el tiempo la veo.

En su expresión no mostraba que le agradara tanto como decía. Pude notarlo ligeramente indeciso y serio, casi igual que la vez que me contó que dejó el teatro muy joven. Había cierta pesadez en sus palabras y noté que se esforzaba en añadir más sobre su relación con Keira.

—Pero últimamente no estoy sintiendo la magia, ¿entiendes? —Se llevó una mano al pecho para indicarme a lo que se refería—. Creo que no es ella lo que quiero, o lo que necesito.

Amor. Un importante complemento para alcanzar la felicidad total. Había pensado en ello cientos de veces sin llegar a una conclusión en concreto. Pero sí que había entendido que nadie merece obligarse a ser feliz con lo que no le llene el alma. Pues más que acercarse a un bienestar propio, a la tan ansiada felicidad, a esos anhelos y deseos importantes, te alejas de ella y te hieres.

Y claro, cerca estaría esperando la miseria.

—Es tan sencillo como terminar con ella. —Alcé una mano y arqueé una ceja, pues la solución era obvia.

Nos quedamos en silencio. Matthew se abrazó a sus rodillas y recargó la barbilla en ellas; no tenía el rostro más alegre del mundo.

—¿Has leído toda la obra, Carven? —No comprendí mucho qué tenía que ver eso con nuestra vida. Asentí sin dudar—. ¿Recuerdas qué responde Christopher cuando Thomas le sugiere que no se case?

Hice memoria lo más rápido que pude.

—"Si te obedezco, mi familia acabará decepcionada —Cité un diálogo que tenía bien memorizado—, me darán la espalda y terminaré como un indigente".

Otro corto silencio.

—¿Comprendes lo que significa? —No moví la cabeza para asentir o negar, puesto que aún no encontraba la relación que tenía aquel diálogo con nuestras vidas.

—Seguro. —Tuve que mentir, aunque no entendiera un carajo—. ¿Sabes?, yo sacrificaría cualquier cosa por mi felicidad. Si tuviera que perderlo todo a cambio, no me importaría ser un indigente.

El final que deseo [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora