Capítulo 22

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Él y yo charlábamos a oscuras, sentados sobre los cómodos asientos de la primera fila. Puso mi celular en medio de los dos, encima del descansabrazo para que el flash iluminara hacia arriba. Este iba a ser un encuentro secreto un poco más corto que los demás, puesto que ambos teníamos clases.

Nos dimos una hora para hablar de todo lo que hicimos en la semana. Obviamente no omití la incómoda cena con Hanabi y su familia.

—Debiste estar ahí para verlo. —Nos veíamos cara a cara, con medio cuerpo recargado en el respaldo—. Me vi forzado a decir algunas cosas y recordar otras que no quería.

Nos reímos, yo por la vergüenza de rememorarlo y él porque la situación le pareció ridícula. Hicimos unas cuantas pausas para burlarnos de mi desgracia.

—Sigo sin creer que ella haya diseñado ese traje. —Manifestó alivio en las expresiones de su rostro—. Bendita sea la persona que hizo el azul pensando en mí.

Luego de hablar de los vestuarios y mi mala suerte, le comenté brevemente lo que las madres mencionaron sobre mis últimos días de infancia y cómo fueron junto a Hanabi.

—Dijeron que se volvió muy hermosa, y no lo niego —mencioné, juntando las cejas—. Pero después los adultos no dejaron de mirarnos y de insinuar algo.

Matt volvió a reírse, solo que esta vez se cubrió la boca para no ser tan escandaloso.

—No puedo creerlo. —Sus carcajadas no se detuvieron—. ¿Esperan que seas su novio o algo así?

Me tallé los ojos y suspiré. Matt dijo mis pensamientos en voz alta, sin dudas y como si se tratase de la pregunta más divertida del mundo.

—Eres gay, Carven.

Su afirmación causó que rememorara mis recientes pensamientos. Recordé mi presente y las cuestiones que no me dejaban dormir, esas que preguntaban todo el tiempo quién era yo en realidad.

«¿De verdad lo soy?».

Nunca me fijé en un chico ni caí enamorado de él; solo hasta que me reencontré con Matthew después de años en los que creí que jamás volvería a verlo. Y era lo mismo para con las mujeres de mi entorno; jamás me llamaron la atención, por más que me forcé.

No podía gustarme nadie más que no fuera Matthew. Era el único con quien me sentía casi en plena confianza, con quien me divertía y a quien yo creía corresponder. Nos parecíamos, estábamos hartos del mundo y de las leyes que limitaban a quiénes debíamos amar o no. Compartíamos una gran variedad de perspectivas, casi paralelas las unas con las otras, pero también nos unieron nuestras pasiones y escapes.

Si Matt no hubiera vuelto a mi vida quizás nunca me habría dado cuenta de que podía sentir algo por una persona del mismo sexo que yo.

Al principio creí que era gay por el simple hecho de haberlo besado y estar con él, pero a lo largo de los días mi opinión sobre quién era cambió. No me veía saliendo con otro hombre en el futuro, tampoco con alguna mujer. ¿Tenía que ver que Matthew se hubiese vuelto casi vital en mi existencia? ¿Su presencia me impedía ver a otras personas más allá?

—No siento que me gusten los hombres en general, Matt. —Desvié la vista por un instante—. Ni siquiera sabía que podía gustarme uno hasta que llegaste.

Se quedó perplejo en su asiento, tratando de encontrar en algún rincón de su mente otra nueva respuesta. Sin embargo, no lo vi muy decidido.

—Pero si yo no estuviera Isaac te gustaría, ¿no es así? —Lo dijo más para sí mismo, en voz baja.

Se me formó un pequeño nudo en la garganta. No era cierto. Empuñé las manos por debajo y junté ligeramente las cejas, intentando no mostrar que su pregunta me acababa de ofender. De nuevo estaba esa desconfianza hacia mí y llegaba de la nada, sin que tuviera algo que ver en la conversación.

El final que deseo [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora