Capítulo 31

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Antes del día más importante de todos, ensayamos día y noche hasta el cansancio.

Nos reunimos en el auditorio la última semana luego de que el taller de danza terminara con sus increíbles prácticas. Verles danzar con tanto compromiso mientras esperábamos nuestro turno me distraía de mis temores y problemas, me relajaba e intrigaba. Conseguía desviar mi mente muy lejos de aquel océano abrumador.

Después, una vez que recogían sus cosas y se marchaban, tomábamos posesión del escenario, dispuestos a repetir las mismas escenas y diálogos hasta que nos sintiéramos seguros de estar haciéndolo bien.

Si los nervios afectaban el desempeño, tener a quien más te lastimó en frente era peor. No conseguí concentrarme lo suficiente los últimos cinco días porque era forzoso intercambiar palabras con Matthew e ignorar lo que pasó entre los dos.

Boulluch tenía mucha razón respecto al gran actor que era. Pues durante esas horas que pasamos siendo la pareja de protagonistas, él siguió dirigiéndose a mí como si este fuese un día cualquiera.

Al principio —sobre todo ese mismo lunes de cumpleaños que terminó conmigo— me fue en extremo difícil contener mi tristeza y enojo cuando me dirigía sonrisas falsas o me palmeaba el hombro. Sentí que se burlaba de mí.

Y yo no era el único en notar su comportamiento. Boulluch desde la distancia nos analizaba en silencio, con gestos serios que veían más allá de nuestra actuación y determinaban la verdad. Ella fue la única que supo con tanto detalle lo que él y yo llegamos a ser, lo mucho que nos quisimos, los problemas por los que pasamos, todo lo bueno y lo malo.

Sin embargo, nunca comentó nada, tampoco me hizo más preguntas. Cumplió con su parte de no entrometerse, de escucharme en silencio y de no opinar o querer saber más de lo que yo le conté. Al menos ese primer día, donde mi malestar aún se encontraba muy presente, lo pasé terrible.

La intención de Matthew era no llamar la atención del resto del elenco. Funcionó muy bien con él, pero no mucho conmigo. Mi rostro agotado, ojeroso y con los ojos ligeramente enrojecidos e hinchados, llamaron más la atención de lo que quería, generando preguntas que fueron hasta puntos absurdos.

Keira me preguntó si había consumido algo antes de venir y me regañó por no haber entendido la lección que el viernes me hizo aprender. Isaac, por su lado, solo se limitó a preguntar si estaba bien, si algo malo había sucedido y a ofrecerme un espacio de su tiempo para hablar.

Para ese entonces Boulluch ya me había ayudado demasiado, así que simplemente le dije que no se preocupara por mí, que la ansiedad y el nerviosismo de saber que la obra iba a ser pronto, me traicionaban emocionalmente. No me creyó por completo, pero me dejó tranquilo.

Después de ese horrible lunes en el instituto, pensé en casa si debía hacer lo mismo que Matthew: Aparentar que todo estaba bien y dejar que las cosas fluyeran en mi pequeño espacio de celebración familiar. Restarle importancia a mis heridas y no buscar culpables de nuestra ruptura.

Boulluch me recomendó no perderme demasiado en mi sufrimiento, dejar de lado a Matthew y buscar con mi fuerza de voluntad una alternativa para distraerme de manera positiva. Así, a partir del martes, clavé toda mi atención en el teatro, en mi actuación y en mi mejora.

Como él, yo también fingí estar bien. Me metí en el rol de un Carven imaginario que jamás conoció el amor y que solo aspiraba ser el mejor actor del instituto. Sorprendentemente, funcionó. Casi estuve por creérmelo. Actué distinto, volví de mi propio dolor una obra de teatro, interpreté un falso papel de estabilidad.

Y fue así como llevé mi última semana antes de "Boda y amistad". Sin ver a Matthew más que en horas de ensayo, fingiendo ser alguien distinto, estable y feliz. En el momento en que el otro Carven se ponía de pie sobre el escenario, conseguía olvidar totalmente que Matthew alguna vez me quiso y que también terminó conmigo.

El final que deseo [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora