-2-

2.2K 201 64
                                    

Ella es rara

La ambulancia llegó diez minutos después, tuvieron que soportar mis quejas de su lentitud para hacer las cosas.

Se llevan a la chica a un hospital y los sigo en mi coche, olvidando por completo a Mía y el dolor que crece en mi pecho.

En el hospital, la chica sin nombre, apenas recupera la conciencia.

La instalan en una diminuta sala de consulta mientras llaman al doctor para que la revise y vea si su brazo que ocupa cirugía.

—Estoy volando cerca de casa —dice ella mientras ayudo a uno de los enfermeros a subirla en el sillón/cama para que la revisen. Todavía sigue inconsciente.

Los paramédicos me dijeron que ella hablaba dormida porque en todo el camino no dejó de dar plática.

—Oye, ¿sabes cuál es su nombre? —me pregunta el chico que llevaba un formulario en una carpeta mientras veo como saca un bolígrafo del bolsillo de su camisa.

Me encojo de hombros.

—No sé.

—Bien, si no recupera la conciencia de inmediato, revisa entre sus bolsillos para verificar su identidad.

Asiento y veo como sale de la habitación.

—Rogger... te dije que... —ella tenía los ojos cerrados, delirando ciertamente— no, no salgas desnudo a la calle. Ponte los calzoncillos.

Observo cómo su labio inferior tiembla, tengo la oscura necesidad de recorrerlo con mi dedo pero me siento incapaz.

—¡Calzoncillos! —grita de repente, asustándome hasta la médula.

Luego parece caer en un coma y no vuelve a abrir para nada la boca.

Pasan unos minutos antes que el doctor, junto con una enfermera pelirroja, entren a la habitación. Ambos sonríen al verme, creo que no se ven tan afectados de ver el brazo de esta chica en un ángulo poco normal y sano. Sin importar qué, ellos caminan con poca urgencia, mientras que yo estoy que me muero de los nervios.

—Muy bien, me contaron que fue atropellada —dice el hombre de la bata blanca. Saca un lápiz tinta de su bolsillo y le sonríe coquetamente a la enfermera que le pasa el mismo formulario que el enfermero anterior tenía en sus manos.

Ruedo los ojos y trato de no apretar mis manos sobre el cuello de este hombre.

—Casi atropellada —digo entre dientes—. Detuve mi auto justo a tiempo, pero de la impresión ella se desmayó y cayó sobre su brazo.

—Ya veo —dice el hombre solamente parandose junto a la chica semi desmayada, y comienza a apretar su brazo sin delicadeza.

De repente escuchamos a la chica sin nombre aullar por lo bajo.

Seguramente debe dolerle.

—¡Mete los patos! ¡PATOS!—grita todavía inconsciente— ¡Está lloviendo, se van a... mojar!

Y cae en silencio de nuevo.

best of me; min yoongiWhere stories live. Discover now