Prólogo

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Los gritos lograban erizar los nervios  de todos los presentes, pero nadie se dignaba a apagar las llamas de una falsa "justicia".

Mucho menos lo harían aquellos hombres que decían ser su familia, no cuando la deshonra y vergüenza los perseguirá por generaciones.



Sólo unos sollozos se hacían notar entre la multitud.

Sólo una persona imploraba que lo salvaran.

Sólo un alma velaba por el ser que se consumía en las crueles llamas.



Pero ese ser humano sabía que no podría hacer más que lastimar su garganta. Porque el destino del que velaba había sido declarado por un injusto juicio, donde no dejaron hablar al pobre ser acusado.


Y no era de comprender el comportamiento de los demás, tan injusto y temeroso como lo es un animal depredador intentando sobrevivir ante la cruel naturaleza.

Sin embargo, no hay mucha diferencia entre estos dos, mas que una: que uno lo hace por instinto y que otro lo hace bajo ordenes de un régimen de religión impuesto por un charlatán que se hace llamar sacerdote.

No era la culpa del pobre ser en llamas la ignorancia del pueblo. No podían culparlo de intentar buscar respuestas lógicas y no traídas de un cuento que siempre se repetía: "La creación de Dios".


Los gritos fueron cambiados por roncas y dolorosas palabras, que resonaron más alto que el crepitar de las llamas.


- ¡Sigan en su inmundicia de mediocridad! ¡Continúen con su fanatismo hacia un Dios que los ignora! ¡Y recen hasta hacer sangrar su lengua! ¡Él vendrá por ustedes, retrogradas y no tendrán salvación! Y cuando eso suceda, desearían estar en mi lugar...



Y las llamas se alzaron completamente, queriendo alcanzar el cielo como lo haría un ángel caído.


El miedo inundó a todos los presentes ante el esclavo del maligno. Los rezos resonaron en las bocas de los presentes, con diferentes oraciones en quebrada voz.


El infernal fuego se acabó precipitadamente, dejando ver entre las cenizas el cuerpo calcinado del joven, que aún se movía mientras gemía de dolor, sangrante de sus innumerables llagas.


Justo en ese momento de repulsión y miedo, apareció el demonio ámbar situándose al lado del agonizante cuerpo. 

De belleza inimaginable, veía a las ratas comenzar a chillar horrorizadas y a sus líderes intentando ahuyentar al ser del infierno con pedazos de madera en forma de cruz.



El demonio soltó su cólera sin guardar ni una pizca de ella.


Las llamas de la hoguera eran dulces y delicadas a comparación de el ámbar castigo...





~~ Cacería de Brujas  ~~ [Billdip AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora