II. Habentis Maleficia

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Ser parte del clero amerita tener primeros lugares al frente de alguna ejecución pública, lugares apartados de la multitud de pobladores que gritan por sangre y muerte.


Y siendo el sobrino de los más importantes miembros del clero, es claro que no me sea negado tal "privilegio".

Escuchaba con fingida atención al sacerdote, quien aclamaba la gracia de Dios recitando algunos pasajes de la biblia con detalles de oro que llevaba entre las manos.



Y finalmente, cuando el sacerdote terminó de aclamar, subieron a la tarima los condenados.



Estaban atados de manos, tan fuerte que sus muñecas se habían tornado oscuras. Vestían con un camisón de paño, una cruel imitación de las prendas que utilizan las mujeres al ser quemadas o llevadas a la orca.



Sin embargo, a pesar de la humillación que sufrían, no dejaban de estar hombro con hombro.



- Es una desgracia que mantuvieran tal relación- me susurró mi hermana- Eran buenos hombres con nosotros, a la vez que nobles. Quizá sólo eran unos mentirosos, y nos mostraban nada más que una mascara que ocultaba sus verdaderos rostros

- Sí eran nobles y buenos, Mabel... pero se han equivocado en qué lugar estar. Aquí no tenemos libertad de voluntad, mucho menos de amar- respondí, de igual forma en un susurro.

- Shh, te escucharán- me riñó, jalando de la manga de mi camisa- Deja de decir tales cosas, hermano


Guardé silencio como ella me pidió al sentir la mirada de mi tío Stan sobre nosotros. Pensé por un momento que me regañaría por mis comentarios al él haberlos escuchado. 

Afortunadamente, él sólo nos sonrió y desvió la mirada de nosotros hacia la tarima.


Nosotros también lo hicimos, encontrándonos con que el verdugo tomó con desprecio sólo a Durland y lo llevó hacia el banco que se encontraba debajo de la cuerda.


Blubs comenzó a gritar por el asustado hombre al que le ataban una cuerda en el cuello.



Bastardos. Si acaso tenía dudas de la crueldad del mundo, esto me convenció de sobremanera.



Creo que ver a la persona que amas morir de una forma tan brutal es una de las peores torturas que se les ha ocurrido a quienes tienen el control de nuestros seres.



El verdugo pateó el banco en el que estaba parado Durland, y con eso, hizo al pobre hombre comenzar a balancearse en el aire, asfixiándose más y más. Sus movimientos eran frenéticos, intentando en vano liberarse de alguna inexistente forma.

Finalmente y para mi alivio, el cuerpo se quedó inmóvil, balanceándose en el aire con una eterna expresión de dolor, la cual el verdugo cubrió con un costal.

~~ Cacería de Brujas  ~~ [Billdip AU]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu