Capitulo 11

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Maria no pudo ni tomar aire, no podía creer lo que estaba pasando, frente a ella estaba el hombre que más había amado en su vida, el padre de sus hijos y el mismo que de golpe se había llevado sus ilusiones, quien acabo con su tranquilidad y quien se encargó de dejarla en la vergüenza absoluta.

-No te alegra verme María – dijo el sentándose nuevamente – habla mujer parece que estuvieras viendo un fantasma.

Maria no lo pensó 2 veces, se levantó como pudo de la silla, y trato de corres hacia la puerta, pero las manos de Esteban la tomaron del brazo y la voltearon fuertemente.

-De aquí no vas a salir si no es directo para mi casa – sentencio Esteban.
-Suélteme – dijo Maria con un leve sollozo – déjeme ir.
-Esteban déjame en paz – dijo tratando de soltarse.

Mientras Esteban llevaba a Maria casi a rastras de nuevo hasta la silla, en el pasillo Francisco era detenido por varios hombres de la guarda, pues Esteban había ordenado que mientras estuviera con María el General no podía acercarse al despacho.

-Necesito audiencia con el Virrey, déjenme pasar – dijo Francisco
-General no podemos, el Virrey ha ordenado que no se le moleste, esta atendiendo un asunto personal.
-Asunto personal?
-Si General, el Virrey se encuentra con la señora María en el despacho.
-Con mayor razón debo entrar, mi hija no tiene nada que estar haciendo ahí – dijo Francisco enfurecido.

Como pudo se soltó  y corrió hacia la puerta del despacho, donde con duros golpes pidió que se le abriera, al no obtener respuesta no dudo ni un segundo en abrir la puerta.

-Le dije que no se acercara a mi familia – grito  el General al abrir la puerta.
-Y yo le dije  que ni usted ni nadie iban a impedir que yo me acercara a mi mujer, además General debo recordarle que las ordenes aquí las doy yo, y esa no es la forma de interrumpir, salga de aquí – exigió Esteban.
-María se va conmigo, no tiene nada que estar haciendo aquí – dijo mientras caminaba hacia la silla donde estaba María.
-General salga de una maldita vez de aquí si no quiere pasar la noche en el calabozo, Guardias!!- llamo Esteban.
-Excelencia – dijeron los uniformados.
-Hagan el favor de llevarse al general de aquí, esta noche la pasara en el calabozo.
-Aquí no se mueve nadie – dijo Maria poniéndose de pie- ya he tenido suficiente de sus humillaciones Excelencia – apoyándose sobre el escritorio con los ojos inundados en lágrimas-  me deshonro, se fue de aquí hace 10 años dejándome sola con dos niños, pidió la anulación de mi matrimonio, ofendió a mi familia y ahora pretende humillar a mi padre que lo único que ha hecho toda su vida es servirle a la corona y a su país, NO MAS!!.
- Maria, lo que estas diciendo no es cierto cálmate  por favor – advirtió Esteban.
-Podrá usted tener el título que quiera, ser el mismísimo príncipe de Asturias pero no le permito ni a usted ni a la corona española un solo maltrato más para conmigo y para con mi familia, ordénele a sus hombres que salgan de aquí.
-María esa no es la manera de dirigirse al Virrey – dijo el General – si el lo ordena yo cumplo con mi deber.
-No padre, aquí no se trata de las funciones del General, esto no tiene nada que ver con su trabajo, todo esto es producido por el ego de este hombre – dijo señalando a Esteban – ordénele a sus hombres que salgan de aquí.
-María me estas faltando al respeto – dijo esteban  - yo soy el Virrey, el gobernante de estas tierras y aquí se hace lo que yo ordeno.
-Esta bien si el general se va para el calabozo, a mi me tienen que matar sus hombres por esto. – levanto la mano y le dio una fuerte cachetada en el rostro.

Los guardias tomaron a Maria y solicitaron refuerzos para sacar al General mientras Esteban se limpiaba la sangre de los labios, pues el golpe lo habia herido.

-Vaya el Virrey tiene sangre roja como todos los presentes – dijo Maria.
-Suelten a la dama – ordeno Esteban tratsando de controlar la ira que le habia producido aquel golpe – y acompañen al General al comando ahí pasara la noche, en una habitación.
-Como ordene excelencia.

Los hombres soltaron a Maria y escoltaron al General la puerta del palacio, mientras que Esteban trataba de poner en orden sus ideas y Maria trataba de contener la furia que comenzaba a apoderarse de ella.

-Eres consiente que lo que hiciste pudo haberte llevado directamente a la guillotina – dijo Esteban irritado.
-Plenamente consiente Excelencia – contesto ella.
-lo que dijiste no es cierto María yo no ordene que se anulara nuestro matrimonio, ni tampoco quise que mis hijos crecieran sin mí, fue mi madre quien…
-No me interesa oír su historia Excelencia – interrumpió Maria – ya es tarde y tengo dos pequeños que me están esperando.
-Me gustaría verlos – dijo Esteban.
-No, no quiero que ni usted ni ningún enviado de la corona española se acerque a mis hijos, suficiente daño me han hecho para permitir que se lo hagan a mis hijos.
-Son dos niños hermosos María, Estrella se parece mucho a ti.
-Como lo sabe? – pregunto confundida.
-El día de la bienvenida los vi, no se como pero Estrella logro evadir a los guardias y llego hasta mí, me entrego esta flor – dijo mostrándole el florero donde la tenia – Luego Héctor la alcanzo y tuve la oportunidad de verlos a los dos, Cuantos años tienen María?
-Héctor tiene 11 y Estrella tiene 10 – contesto tratando de no mostrar ningún tipo de emoción.
-María déjame verlos de nuevo, quiero hablar con  ellos, saber que les gusta, si están bien, si no les hace falta nada.
-No les hace falta absolutamente nada, no tendrán mucho pero son niños felices, yo me he encargado de que así sean.
-Les has hablado de mí, saben quién soy? – pregunto esperanzado.
-Saben que su padre vive en España, saben que no son miembros de una familia noble y saben su nombre Excelencia, pero no lo relaciona con usted, para ellos el apellido Sanroman están normal como cualquier otro ni les da ni les quita nada, mis hijos saben que al igual que yo son mestizos – contesto con amargura – Pero no saben por la humillación que pasamos años atrás.
-María sobre eso, yo necesito explicarte, quiero que sepas que te amo, te amo como nunca he amado a nadie
-Claro y me imagino que su esposa, la que dejo en España también sabe esto, no me haga reír Excelencia, para usted yo solo fui la india con la que paso el rato durante su viaje, como sabía que no le iba a ser tan fácil deshonrarme y como yo no era como las prostitutas que solía frecuentar en sus viajes se le hizo muy conveniente armar toda una farsa incluyendo un matrimonio y ahí están las consecuencias, dos hijos bastardos que nunca serán dignos de nada – dijo ella con los ojos encharcados – quiero retirarme Excelencia mis hijos me esperan.
-Está bien María pediré que te lleven, pero quiero que les entregues esto a los niños, es un detalle que les he traído desde España – dijo Esteban- y este es para ti – dijo entregándole los paquetes – dales un abrazo un beso enorme y diles que los amo.
-Me retiro Excelencia – dijo poniéndose de pie nuevamente – Con su permiso.
-Propio María.

Esteban acompaño a Maria hasta el coche, y se dio cuenta con sus propios ojos la forma en que la gente la miraba y como ella se iba apagando con cada señalamiento, entonces entendió que el daño había sido muchísimo más grande de lo que el había imaginado, de la mujer que se había enamorado solo quedaba el nombre, porque María ahora no era más que un cumulo de amargura y tristeza, sus ojos no reflejaban ninguna emoción, estaba pálida y ojerosa, muy flaca como si no se alimentara, el cabello opaco, era como si la vida se le hubiera robado el espíritu alegre que había tenido, eso le destrozaba el alma.

-Mendoza, saquen al General Fernández, y quiero que la casa de ese hombre este custodiada día y noche, y requiero un reporte de todas las actividades que realiza la señor María y las de sus dos hijos.

-Como ordene Excelencia.

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