Capitulo 12

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Julio 27 1803

-Ha llegado una carta – dijo Maria a sus hijos-  viene desde España, y es para ustedes, se los voy a leer.

Los niños se sentaron a los costados de su madre en el jardín principal, Maria tenía en sus manos la carta que había encontrado dentro de uno de los paquetes de los niños, y antes de entregarles los regalos decidió leerla, toda la noche había pensado que decirles a sus hijos, pues tarde o temprano Esteban iba a aparecer en sus vidas para no irse nunca.

“Hector y Estrella…

Imagino que deben estar muy grandes ya, pues cuando me fui Hector solo tenía 6 meses y tu Estrella no habías nacido. Todos los días le ruego a Dios que los proteja, que guie sus pasos y vele sus sueños ya que yo no he podido hacerlo, los extraño y los llevo siempre presentes en mi mente y en mi corazón, ustedes son el fruto del amor gigantesco que nos tenemos su madre y yo, deben sentirse orgullosos de lo que son, de la sangre que corre por sus venas y de lo afortunados que son al tener a su madre con ustedes, muy pronto nos reuniremos de nuevo, muy pronto estaremos juntos nuevamente y muy pronto poder abrazarlos y decirles cuanto los amo.

Ustedes son el regalo mas grande que la vida me ha dado, estoy orgulloso de ser su padre y feliz de que sean ustedes los portadores de mi apellido.

Los amo inmensamente.

Esteban…”

-La mando papá? – pregunto Estrella.
-Si, la mando su papá – dijo María con la voz entrecortada.
-Mi papá se llama Esteban? – pregunto Hector.
-Si, su padre se llama Esteban – dijo María.
-Esteban Sanromán, es un nombre bonito – dijo Estrella sonriendo.
-Esteban Sanroman como el Virrey? – dijo Héctor.
- bueno, suficientes preguntas – interrumpió María nerviosa – Además de la carta su padre les ha enviado unos obsequios, este es para ti Héctor – dándole el paquete al pequeño – y este es para ti Estrella – haciendo exactamente lo mismo.

Los niños abrieron los paquetes y quedaron encantados, a Hector le había enviado varios caballos de madera y un arco y unas flechas y algunas prendas finas como trajes, pantalones camisas y zapatos que lo pusieron feliz, a Estrella le envió unas muñecas y varios vestidos muy finos con sus respectivos paraguas y sombreros con los zapatos que le hacían juego.

-Podemos escribirle? – pregunto Estrella.
-Claro, le escriben una carta agradeciéndole y la hacemos llegar hasta España les parece?
-Si – dijo la pequeña entusiasmada.

Hector había quedado bastante intrigado con la coincidencia entre el nombre del Virrey y el nombre de su padre, tenía que buscar la forma de ir  al palacio sin que su madre supiera, el tenía algo importante que preguntar.

-Madre, con su permiso debo retirarme – dijo Hector.
-Para donde vas? – le pregunto María.
-Me gustaría ir a la plaza con José y luego le pediré que me lleve al cuartel para ver a los soldados – mintió.
-Yo también quiero ir a la plaza madre – dijo Estrella.
-No tu no puedes ir Estrella, porque luego vamos a ir al cuartel y tu no puedes entrar, el abuelo no lo permite.
-Héctor tiene razón, tu te quedas aquí y me mustras como te quedaron los vestidos que te regalaron, Hector no te tardes, llega antes del anochecer, si se hace tarde te quedas con el abuelo, de acuerdo?
-Si madre, con su permiso
-Propio hijo, que Dios te acompañe
-Amen.

José llevo a Hector al parque principal, donde quedaba la plaza y el palacio, Hector le pidió que lo esperara, mientras el iba al palacio, José trato de acompañarlo, pero se distrajo con una mujer que pasaba por el lugar.

-Que buscas niño – dijo un guarda.
-Requiero audiencia con su Excelencia el Virrey – dijo Hector.
-Tu, audiencia con el Virrey?, no me hagas reír, el Virrey es una persona muy ocupada y no esta para recibir mendigos, fuera de aquí – dijo tomándolo del brazo.
-Que esta pasando ahí- dijo un hombre mayor de cabellos blancos – suelta al niño Guzmán.
-Como ordene señor – dijo soltando a Hector.
-Como te llamas y cuéntame que necesitas aquí – pregunto el hombre.
-Soy Héctor Sanromán Fernández y requiero una audiencia con el Virrey.
-Héctor – repitió el hombre – vaya que has crecido muchacho, yo soy Laureano Márquez, te llevare a ver al virrey, le va a alegrar mucho tu visita.
Esteban se encontraba reunido con los comandantes de mayor rango del ejercito, entre ellos el general Fernández, estaban discutiendo algunos asuntos sobre la seguridad del pueblo y los posibles alzamientos que se estaban presentando en toda la región, que venían desde el virreinato de Quito.

-Quiero hombres en todas las fronteras, ningún insurgente va a entrar a la Nueva España para poner en peligro la corona – dijo Esteban.
-Como ordene Excelencia – contestaron los hombres.
-Adelante – dijo Esteban al escuchar el golpe en la puerta.
-Excelencia, hay alguien que requiere audiencia con usted- dijo Laureano.
-Laureano estoy ocupado, es muy urgente?- pregunto Esteban.
-Señor es importante – dijo Laureano.
-Dame el nombre del ciudadano – ordeno Esteban.
-Señor se trata de el joven Héctor Sanromán Fernández – dijo Laureano – ha insistido en ser recibido.
-Héctor? Mi nieto?- pregunto el General.
-Así es, su nieto general – confirmo Laureano.
-Señores la reunión ha terminado, General Fernández le pido que me permita reunirme con el joven sin interrupciones.
-Como ordene Excelencia – dijo el general.
-Adelante Héctor – dijo Esteban.

Detrás de la gran puerta entro un niño alto de cabellos castaños y ojos grises muy bien parecido y blanco, con la sola imagen Esteban sonrió.
-Buenas tardes Excelencia, General – dijo el pequeño.
-Héctor – dijo el General – te espero afuera hijo – dijo al salir por la puerta.
-Gracias General.
-Adelante Héctor, cuéntame en que puedo ayudarte, por favor toma asiento – dijo señalando la silla.
-Gracias Excelencia – dijo sentándose en la silla.
-Cuéntame Héctor en que puedo ayudarte? – pregunto Esteban sentándose frente a el.
-Excelencia, cual es su nombre?- pregunto el niño.
-Mi nombre? Esteban – contesto.
-Esteban Sanromán? – pregunto Héctor.
-Si, ese es mi nombre.
-Excelencia usted es mi padre?

Sangre AzulWhere stories live. Discover now