Capítulo 15: Respuestas

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El mediodía había teñido las penumbras de Dunster en un cálido y buen día, pero claro no existía nada tan esperanzador para Esme como el haber visto a su padre vivo. Y aunque no habría entendido del todo su reacción al verla, solo esperaba poder comentárselo a su hermana una vez estuviesen solas. Aunque ahora mismo ése era el problema; cuándo estarían solas. Habían pasado casi toda la mañana en la berlina andando, lo cual la entristecía un poco porque sabía que eso significaba que se estarían alejando de Dunster. Sus secuestradores mientras tanto, no emitían palabra alguna, como era de costumbre. Todo era un misterio junto a ellos.

—Ya estamos llegando al lugar, por fin —espetó Howard rompiendo con el silencio finalmente. No hizo mucho tiempo para que la berlina se detuviera y las Hamilton's fueran bajadas de ella con ayuda del sirviente —.Se les descubrirá los ojos, pero deben saber que no estamos en Dunster y no hay civilización a la redonda además de este lugar, por lo que cualquier intento de escapar será en vano. 

—La advertencia de que podemos matar a todos los presentes también sigue en pie —secundó Heather por encima. 

Gladys y Esme tragaron en seco. Al instante, sus ojos eran descubiertos con ayuda de Heather. Howard le extendió el brazo a Gladys en forma cortés, y ésta lo miró reacia. Aunque tuvo que recibirle el gesto de todos modos.

—¿Que es este lugar? —preguntó Gladys al ver el espacioso castillo que se encontraba en frente. 

Efectivamente no había civilización a la redonda, y si no estuvieran secuestradas hasta podría decirse que no era necesario. El castillo abarcaba un largo y enorme espaciado de césped verde, casi como si fuera un campo, o probablemente podrían encontrarse algunos cerca debido a la lejanía de la ciudad. En el aire solo se respiraba naturaleza, el castillo sin duda resaltaba en tan preciosa ubicación, pero sobre todo, su estructura no dejaba mucho a la imaginación, con algunas mini-torres con sus respectivas ventanas y con vistas al jardín delantero que se abría en una enorme fuente, allende al bosque que se adentraba en decenas de árboles que enmarcaban la lejana montaña. El lugar era ensueño. Pero, ¿de quién era? Cuando menos de un marqués, pensó para sus adentros Gladys. 

—Solo pararemos a dormir, han sido muy gentiles en ofrecernos quedarnos todo el tiempo que queramos, pero ya les comenté que solo sería mientras terminemos de hacer nuestros trámites en Dunster. 

—¿Y por trámites se refiere a buscar a mi padre? Quizás debería comentar que nos mantiene en contra de nuestra voluntad —comentó indómita Gladys.

Él se acerca a su oído y se permite echar un suspiro que a Gladys le erizó la piel. Aún no acostumbraba estar tan cerca de hombres, y la sola cercanía de Howard con su oído le ponía los pelos de punta. 

—Estas personas eran cercanas a mi difunto padre, pero no les guardo un aprecio significativo, por lo que podría fácilmente rebanarles la cabeza...

Tras decir esto último, se hace presente una mujer de unos cincuenta y tantos años, Gladys se preguntó para sus adentros si lo habría escuchado, pero sus esperanzas se esfumaron una vez ella esbozó;

—¡Joven lord! —exclamó felizmente la mujer. Howard contrariamente, le recibe el gesto abrazándola como si se conocieran de toda la vida. 

Gladys busca la mirada de cómplice de su hermana para extrañarse de la situación al unísono, aunque ella en su lugar ni siquiera los ve fijamente. Aterrada quizás por la cercanía de Howard con la mujer, lo cual era preocupante si hubiese escuchado las amenazas que habían dicho hace unos minutos atrás. Gladys en cambio, al volver al ver la escena se intenta preguntar si Howard realmente lo haría, si podría ser capaz de aniquilar a la mujer a la que ahora mismo abraza como si quisiera. Era tan terrorífico a veces, y al segundo, podía ser el joven más encantador que el pueblo londinense podría adular.

LazosWhere stories live. Discover now