Capítulo 30: El enfrentamiento

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El Londres Lite, anunció la búsqueda de Carlisle Woodgate, desaparecido según sus padres. El joven Carlisle debía presentarse a la celebración de su festejo prenupcial con Gladys Hamilton, y a recibir la nueva temporada. La srta. Hamilton había asistido, y consecuentemente, al final de la noche, había sido cortejada por el misterioso sobreviviente de los Collingwood, Howard, del que nadie sabía más que historias.

En la mansión de las Hamiltons, Howard se había escabullido en la cama de la Srta. Gladys. Mientras que, Heather vigilaba endeble, que no llegase Elizabeth.

—Buenos días, mi lady —le murmuró al oído.

Ella se despierta y ya no le sorprende verlo a su lado. Era típico de Howard hacer dramáticas sus apariciones.

—Ya lo conozco. Y no estaba dormida, estaba cansada. ¿Ha visto el periódico? —espetó Gladys.

—¿Un periódico londinense? Srta. Gladys, bien sabe que lo poco que leería de Londres sería el periódico local. Detesto esta ciudad—espetó Howard.

—Pues debería leerlo si está aquí. Carlisle Woodgate ha desaparecido. ¿Es por eso que me has visitado? ¿Lo tienes tú y buscas redención conmigo?

Howard se echa unas risas.

—Redención, que graciosa es esa palabra. ¿Tu crees que hemos secuestrado a Carlisle?

—Sí, lo han hecho. No mientas.

—Y crees que lo hemos...¿asesinado?

—No lo sé. ¡¿Lo han hecho?!

—Lo he dejado en libertad, Srta.Gladys.

—¿Y entonces porque lo anuncian desaparecido?

—Escúcheme, Srta. Gladys. Carlisle Woodgate debe estar buscando al médico que declaró la muerte de su madre. Eso es todo.

—¿No crees que nos delatarán? Que el secuestro fue falso, que en realidad eres un asesino....¡Todo saldrá a la luz! —replicó Gladys.

—Vale, Srta. Gladys —dijo tomándole el rostro y viéndola a los ojos—.Nada de eso pasará. Pero lo que sí pasará es que me enfrentaré a Arthur Woodgate. Y si usted elige odiarme después, lo entenderé.

Se levantó de la cama y antes de irse, Gladys irrumpe;
—Estaré para ti para cuando todo termine.
Él sonrió y fue en busca de su suerte; la mansión Woodgate.

Ni bien al llegar los caballerizos que cuidaban la entrada a la mansión específicamente por ordenes mayores, dejaron entrar a Howard Collingwood y a su sirviente Heather. Sorprendidos éstos, pero nunca sin un plan en manga.

—Sr. Collingwood—recibió si bien llegar Arthur Woodgate, quien lo esperaba aparentemente gentil y desinteresado —.Marchemos a mi oficina. Allí será mejor hablar—explicó el hombre.

Sorprendentemente, no estaba la esposa de Arthur en la mansión Woodgate esa mañana. Howard y Heather inspeccionaban de reojo la mansión, de camino a la oficina. Donde tomaron dos asientos enfrentados a un asiento con bordes de oro y colchón rojo. Arthur se sentó y comenzó su despliegue verbal;

—Así que estoy frente al último sobreviviente de los Collingwood.

Heather carcajeó.

—¿Creyó que no sabría de mí? O creyó, quizás, que ignoraría que mi familia fue masacrada.

—Joven Collingwood, su familia fue asesinada en deplorables e irretratables actos de barbarie y crueldad. Pero habían varios sospechosos, tú negaste que fueran ellos.

LazosWhere stories live. Discover now