Fourth Day

3.9K 511 893
                                    

Desperté, y por primera vez desde que estoy aquí con memoria, desperté con ilusión. Se sentía tan malditamente bien despertar en los brazos de alguien, que parecía irreal. Por unos momentos me sentí lejos de la realidad, lejos del hecho de que estoy hecho mierda, lejos de mi miseria de existencia.

A pesar del frío casi invernal que habitaba afuera de nuestro pequeño refugio, nosotros manteniamos un calor demasiado benevolente hacia nuestros cuerpos.

No sé si era mutuo, pero mi cuerpo definitivamente necesitaba el de Finn.

Mis ojos aún lo examinaban. Desde que los abrí se me hizo imposible despegarlos de él. Tenía tantas pecas que me daba ansiedad no poder contarlas todas en unos segundos. Su palidez aún después de una semana me seguía sorprendiendo en sobre manera. Sus pestañas no eran las más largas, pero a él le quedaban hermosas. Cualquier cosa, hasta la imperfección más "notoria", podía pasar a perfección sin problema alguno.

Sus ojos se comenzaron a abrir, traté de disimular pero era demasiado obvio.

-Hola.- susurró con voz ronca (a pesar de su dulce timbre de voz), y una sonrisa. Inmediatamente respondí con otra sonrisa.

Se sentía bien sonreír de vez en cuando por un causante noble.

-Hola.- contesté.

Creí que se iba a levantar, sin embargo me vi en error cuando acortó la distancia entre ambos y volvió a enrollarme entre sus brazos mientras se estiraba ligeramente. La sonrisa no se le borraba.

-¿Te gusta dormir solo? -negué rápido.- Entonces tendremos que mandar a quitar esa cama.

Giré un poco el rostro y me encontré con una cama al otro lado de la habitación. Reí por inercia. Ayer no la vi ahí.

-¿No te molesta tener a un mocoso moviéndose en tu cama?-pregunté, él negó.- ¿Por el resto de tus días? ¿estás seguro?

-Probé lo que es dormir con alguien, y créeme cuando te digo que no pienso dormir solo nunca más.- Esta vez él rió, tan dulce y tiernamente que lo único que me pasó por la mente fue...

"¡Joder! Maldito sea el imbécil hijo de puta que te metió aquí".

-No digas groserías, Jack.- Me quedé paralizado. Estúpido, imbécil, tarado, rabo verde, baboso, torpe y estúpido Jack.- Deberías quitarte la manía de pensar en voz alta si no quieres que me entere de tus conspiraciones y planes secretos.

Ambos reímos.

Si las mañanas con Finn iban a ser así todos los días, definitivamente no me importaba en lo absoluto compartir una cama con él. Después de todo, sólo somos niños ¿no? No haríamos nada malo.

Tras algunos minutos de estar así, simplemente disfrutando de la grata compañía del otro, Finn se levantó y por lo tanto yo también lo hice.

Nos cambiamos, y me sorprendió no verle con su ropa de función habitual. Llevaba ropa relativamente normal.

-Hey, ¿hoy no tienes función tú?-fruncí el entrecejo un poco.

-No, hoy nos vamos. Creo que iremos a Canadá... No lo sé, pero hay que comenzar a empacar todo y... ¡bañarnos!.- contestó, divertido.

Al principio sentí una punzada en la boca del estómago al saber que me alejaría todavía mucho más de mi... Mi familia... Sin embargo, el escuchar a Finn me hizo recordar que ya no había nada que hacer, y que tenía que disfrutar a Finn antes de que el estúpido destino me lo quitase.

...

No, no me lo puede quitar. A él ya no.

Mejor dejaré de pensar en eso.

-¿Estás aquí, cara de... Uh, pepino?

-Sí, sí... ¡¿Hay duchas?!- me emocioné de nuevo.- ¿Pepino? ¿por qué pepino?- El comenzó a reírse.- Cállate tu... Eh, tu... ¡Cara de rana!

-Dejemos mi cara de rana, te voy a explicar.- dijo riendo. Su sonrisa se hacía enorme y muy linda cuando reía.- Bueno, no hay duchas, te voy diciendo, pero hay un riachuelo por aquí. No te pongas de nena si el agua está muy fría.

-Oye, tu pareces más nena que yo.

-Claro, si soy perfecto ¿qué esperabas? Soy la princesa de la princesa y el sapo.

-¿No serías el sapo? Igual eres príncipe.

-Entonces tu eres mi princesa.- en un movimiento rápido que no me dejó prevenir, me tomó con un brazo la espalda y con el otro la cintura, dejándome caer como... Como una princesa.

Me puse rojo. Lo podía sentir, pero para disimular me reí de todo. Si me río mucho no se dará cuenta...

No, creo que exageré, parezco psicópata.

Marcus entró de la nada.

-Ya despertaron, menos mal.- revisó su reloj.- Finn, tu ya sabes lo que te toca ahorita, así que... Anda.- hizo señas con su mano para que se saliese, Finn no salió.- Y tú.- me señaló.- Ven, rápido, tienes una audición a las 8 o sea en 15 minutos, tienes que correr si quieres dejar de lavar ropa sucia.

-Sí, ya voy.- comencé a caminar y voltee a ver a Finn. Estaba cabizbajo.- Oye Marcus...

-¿Qué, irrespetuoso?

-¿No me podré bañar o algo?

-Oh sí, a las 10 todos vamos a bañarnos para comenzar a guardar a las 12 en punto.

Iba a preguntar si literalmente todos nos íbamos a bañar, pero Marcus me jaló del brazo sacándome de ahí.

Caminamos por un corto trayecto hasta llegar a la segunda carpa más grande; el jefe final. Las manos me estaban sudando, y estaba muy nervioso. Sinceramente lo único que iba a hacer era decir puras estupideces hasta que se riera.

Sí, eso funcionará.

Marcus literalmente me aventó a la carpa a penas llegamos. Miré frente a mi y vi que su habitad era algo lujoso, inclusive innecesario. Un hombre gordo y tenebroso, y viejo estaba frente a mi. Feo.

-Buenos días.- salió por instinto la verme vulnerable. Avancé un poco.

-Vaya miseria graciosa salió.- Habló finalmente, áspero, y con un acento que no entendí. Parecía de esas personas que daban un miedo horrible a penas las veías de lejos.- Ya, venga, haz algo.

-S-sí... Yo, soy comediante. No hago chistes pero... Disfrute.- moví las manos como manos de Jazz, e intenté sonreír. O simplemente no llorar.

El bufó con superioridad.

-¿Saben lo que odio de la segunda guerra mundial? Que ya no la pude ver.- reí nervioso.- ¿Y qué me dicen de los nuevos inventos y las nuevas tecnologías? K-Boom, eso están haciendo todas esas porquerías. Bendito sea América.

Estaba a nada de llorar. Soy un imbécil.

-¿Han escuchado cuanto van a subir los impuestos? Si tanto van a subir, desearía poder limpiarme con oro el-

-Ya basta.

Si corres ahora, te salvas temporalmente, y después mueres de hambre. No corras. Deja de temblar. No llores. Jack, no llores. No llores.

Esto es demasiada presión. No hablaba, no hizo nada, sólo me miró durante mucho tiempo (para mi), expectante.

-Escucha, si te gusta hacerte el chistosito, hazlo todo lo que quieras, pero no me vengas a hacer perder el tiempo.-revisó unas hojas que tenía por ahí.- Te quedas como ayudante del payaso principal, lo siento chico, pero no das más que para ser ridicularizado por alguien que si sabe hacer reír.

Asentí.

¡Bueno, que no me fue tan mal después de todo! Ya no lavaré ropa interior ajena, eso es bueno.

Salí y vi el reloj, sólo habían pasado 20 minutos. 20 minutos y el hombre supo que no haría reír ni con una cabeza de unicornio.

Hora de... ¿buscar a Finn?

C I R C U S | FackWhere stories live. Discover now