F R A N C I S, good boy

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|Creo que algunos sí querían esto, o no sé. Bueno, gózenlo o bien pueden saltarse a la nota del final. Es importante.|

20 días, tras nacer.

Las paredes goteantes y verdes por la humedad, soltaban un aroma fétido, con aires naturales. El clima frío provocaba el temblor corporal de un pequeño envuelto en brazos de su madre, muerta.

A pesar de los fríos invernales, el más inocente se mantenía con vida, luchaba inconscientemente para su edad. Su madre, fallecida, lo protegía del frío aún en ese estado.

El bebé lloró, ahogandose con su propia saliva, llamando la atención del hombre de afuera.

-Maldita mujer estúpida, ¡Voy a matar a tu engendro mal nacido! -bramó con odio y asco, y después soltó una rizotada espantosa.

El ancho cuerpo del hombre impulsó la puerta que estaba atascada desde afuera, y se abrió de un estruendoso golpe, haciendo callar al infante.

-Olivia...- la llamó el hombre.- ¡Olivia, contesta maldita sea! -se tiró al suelo, y tocó las mejillas de la fría mujer. Intentó despertarla, claramente en vano.

Soltó un grito desesperado.

-¡ME PROMETISTE QUE NO ME ABANDONARÍAS MALDITA PERRA! -con una de sus manos azotó uno de los costados de la joven chica, provocando que cayese acostada en el suelo. Un quejido proveniente de sus brazos, llamó al sádico hombre para que dejase de gritar y hacer berrinches.

Una manita pálida se asomó de entre las cobijas, buscando el tacto de algo, o alguien. Un sollozo.

El hombre viudo cargó al infante, notando sus verdes ojos. Como los de su esposa... No, como los de su esclava. Esa pobre chica estaba muy lejos de ser una esposa honorable.

Y en especial porque el hijo que había dado a luz, no era del hombre que tenía como cónyuge. Y, eso lo sabían todos.

-Todo esto es tu culpa, maldito bastardo... -reclamó al diminuto cuerpecito en sus brazos, con veneno en la lengua.- Te voy a MATAR.- rugió cómo si de un animal se tratase, y golpeó la pared frente a él con una fuerza que hizo que la pared temblase. Esa fuerza iba para el niño, pero de último segundo se arrepintió.

Admiró la belleza del nacido hace pocos días. Pálido y de ojos verdes, nariz pequeñísima aún para ser bebé y labios rojos.

El bebé al sentirse observado con tanta insistencia, sonrió, mostrando sus encías limpias de dientes. Tanta inocencia, era peligrosa.

Ahí fue cuando Baltazar lo supo; ese niño iba a existir.

-Te haré la vida imposible, porquería de circo.

Iba a existir, pero no vivir. Pobre niño.

6 años.

Risas gruesas y propias de un bar de mala muerte, resonaban por toda la cabina del jefe. Su idea había sido maravillosa, increíble, fascinante, y todos sus compañeros estaban de acuerdo. Lo harían, estaban listos... O al menos eso creían.

-¡¡FRAaaaaanciIIIS!! -llamó la cabeza del grupo, el hombre de la idea perturbadora acerca de un circo excéntrico.

El niño pequeño que se encontraba esperando a su padre fuera de la carpa, aún con el frío, entró a pasos cortos pero rápidos.

-¿Qué... Qué pasa papá? -preguntó con voz baja y, para no mentir, herida por el clima helado en su cuerpo.

-Muestrales, muestrales a los amigos de papá lo que sabes hacer.- su corroida voz borracha, salió arrastrando las palabras. Al pequeño se le pusieron rojas las mejillas y el miedo le picaba la espalda.

C I R C U S | FackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora