Twenty-First Day

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Miré a Francis con la esperanza de poder hablar con él; estaba tragando un pan que se había encontrado en el camino.

Cuando el tren iba pasando
-¿Cómo puedes comer en momentos así? -le pregunté entre asqueado y abrumado. Él me volteó a ver y sonrió con las mejillas llenas.

-¿Por 'momentos así' te refieres a que estamos en un tren, o a que acabamos de escapar de una posible mafia?- siguió masticando desinteresado.

-¿Cuál posible mafia? estás loco.- rodé los ojos y recogí aún más mi pierna buena contra mi mismo. El frío era insano, y mi pierna enyesada lo sentía en su máximo esplendor.- Me refiero a que acabamos de dejar a todos nuestros compañeros... Bren, Timothy, Claudia...- fingí toser.- Jack...

-Ah, ya entiendo.- se rió aún con la boca llena y los labios pegados. Sonó más como simultáneas exhalaciones.- Lo que pasa es que ya sentiste la culpa de haber dejado a tu novio sólo. No te preocupes, seguro sobrevive unos dos días más.

Fruncí el entrecejo y le miré mal.

-No digas eso, Jack es muy fuerte.- contesté molesto y con la mirada por el suelo.- No me necesitaba a mí.

-Ajá, ¿te estás escuchando?- soltó una risa burlona cuando pasó bocado.- Eras el todo de Jack, Finn, o bueno lo que restaba. No me sorprendería que cuando lleguemos a Vancouver veamos por los periódicos 'Un niño de 13 años de suicidó en un... Lo que sea' -hizo voz chillona.- En serio.

-Tiene 14.- lo miré a los ojos, y estaba demasiado tranquilo. Francis era un maldito psicópata, pero la ventaja de ello es que era también cínico y directo, y a veces te hacía ver las cosas como eran.- ¡Además no pude llevarlo conmigo!

-"¿Pudiste?" Cálmate mariposita que el que nos sacó de allá fui yo. Sin mí seguirías como baboso con una pierna rota y sin más aventuras que las de ser una puta.

-Deja de decirme puta.- gruñí por lo bajo haciendo una mueca.

-Puta puta puta puta puta put-

-¡Bueno ya! -suspiré. Con él era imposible.- ¿Por qué no sacaste a Jack también entonces? ¿no hace el acto contigo?

-Sí, pero el idiota me dijo tonto minutos antes. Por eso no lo traje.- dio otro mordisco al pan que tenía. Le miré incrédulo.

-¿Sólo porque te dijo tonto, no lo trajiste? -él asintió, igual de desinteresado que siempre.- Eres un hijo de puta. Y una puta grande.

-Y tu eres mi madre entonces.- se burló, y siguió tragando.

Ya no quise hablar más. Cada que hablaba con Francis terminaba sorprendido de su falta de moral, o de su actitud totalmente frívola ante otros.

No egoísta; un maldito insensible.

Lo que restó de camino a Vancouver me la pasé con los ojos cerrados y temblando de frío, pensando en lo mierda que era por haber dejado a Jack sólo. En el circo. En el infierno.

Sí, me dolía, pero ya no podía regresar. Al menos no ahora.

Cuando el ferrocarril se detuvo en una parada, nosotros bajamos (Yo con mucha ayuda de parte de Francis). El tren que tomamos era de cargas pesadas, no de personas, así que nos escabullimos de la seguridad que había en la parada y al final terminamos en la calle.

Reconocía esta calle.

-¿Vamos a ir por tus padres ahora mismo? -Preguntó Francis, soltándome en cuanto vio que me acomodé las muletas bien.

-Sí, ¿no crees? -Traté de ocultar la emoción de mi voz, en vano ya que con Francis todo eso importaba un bledo.

-No, tengo sueño, busquemos un lugar para quedarnos.- Francis a pasos tranquilos caminó hacia la dirección contraria de donde creía, estarían mis padres.

C I R C U S | FackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora