Capítulo 1.

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Era una mañana soleada y el pequeño Harry de tan solo ocho años se sentía nervioso debido a su primer día en su nueva escuela. Se habían mudado de Londres hacia Doncaster, lo cual era un poco pequeño comparado a Londres. Pero Harry y su madre debían conformarse con eso. Aunque, la fantástica idea de mudarse había sido de la madre de Harry, ya que no quería tener la suerte de volver a encontrarse con su padre.

—Cariño, ¿estas menos nervioso que en la noche?— su madre le preguntó, mientras el pequeño Harry terminaba de comer su cereal— por el apetito que tienes, supongo que eso es un sí.

—Me siento asustado de estar con niños más grandes que yo— dijo dejando su cucharita sobre el plato— ¿No puedo estar con niños como yo?

—Pequeño, debes entender que tu aprendizaje es un poco más rápido que el de los niños de tu edad. Por eso te han puesto con niños más grandes— su madre le acaricio la cabeza y Harry solo la observó— ya verás que haras amigos muy rápido. Todos pensaran que eres adorable.

Este día era el tercero de Harry en Doncaster, por lo cual todavía no se acostumbraba mucho ni a la ciudad ni a su nuevo hogar.

—Anda a lavarte los dientes, debes causar buena impresión con las niñas— Anne bromeó y Harry se levantó rápidamente de su silla y subió las escaleras hasta llegar al segundo piso. Abrió la puerta del baño y acerco su banquito preferido frente al lavamanos y se subió a este. Con su manita alcanzó su cepillo de dientes color azul, aunque él quería uno color rosa.

Harry pensó que el lavamanos estaba mal hecho debido a que no lo alcanzaba. Uno de sus sueños era tener un lavamanos que si pudiera alcanzar.

Cuando termino, bajo las escaleras y se encontró a su madre acomodando sus cosas en su mochilita de Barney.

—¡Oh, cariño! ¡Te ves tan adorable!— su madre dijo en cuanto lo observó bajar, muy feliz.

—Mami, este suéter me aprieta.

—No seas tonto, cariño. Es la nueva moda. Vámonos ya o llegaras tarde— se colgó la pequeña mochila en su hombro y le tomo la mano a Harry, ambos saliendo de la casa— ¡Oh, está nevando! Harry, mi amor, ¿necesitas que vaya por tu gorro de Barney?

—Mamá, a mí no me gusta Barney.

Su madre hizo puchero. —De acuerdo.

Subieron al auto. Harry en la parte trasera no dejaba sentirse nervioso y temblaba demasiado, lo peor es que no sabía si era por el frio o por el miedo.

***

—Bueno, es más grande de lo que pensé...— su madre era la única que hablaba, Harry no podía pensar en otra cosa que no fuera en estar nervioso, su madre se agacho hasta quedar a su estatura— Hora de despedirnos. Te deseo mucha suerte y nos vemos más tarde. Y recuerda, tu salón es el número cuatro— le plantó un beso en la frente. Harry rápidamente sintió sus mejillas arder, debido a que su madre era la única haciendo eso.

Harry le dedico una pequeña sonrisa y entro a la escuela junto a otros niños. Y sí, justo como su madre había dicho. Era muy grande. O al menos para él lo era. Se encontró con el salón número uno, por suerte, ya se sabía los números del uno al cuarenta. Por lo cual no tendría problemas.

Dos. Tres. Y finalmente el cuatro.

Se asomó tímidamente por la puerta y noto que ya había compañeros dentro del salón. Suspiro y decidió esperar fuera hasta que la profesora llegara, así ya no sentiría tanto miedo. Prefería sentir el frio.

Sintió como alguien choco contra él haciéndolo caer.

—Perdón— era un niño claramente más grande. Harry lo miro con cara de perrito asustado— ¿Te lastimaste?— le extendió su manita tratando de ayudarlo, pero Harry no la acepto.

Querido Niño Bonito De Los Ojos Azules... {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora