Parte 10

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Florencia partió después del mediodía hacia Malibú. Se llevó, prácticamente todo de su apartamento y durante el camino cambio su chip del móvil porque sabía que Edward estaba en ese negocio y a través de ese aparato la iba a localizar y eso era algo que ella no se lo iba a permitir.

Estaba dolida, resentida y sumamente enojada con Edward.

Había estado pensando toda la mañana qué hacer de su vida. Ya estaba cansada de pasar escondida y decidió hacer uso de la pensión que su familia, generosamente, le enviaba cada mes y decidió irse a vivir a Malibú. Ahí estaba su gran amiga del alma: Martha.

Comenzó a empaquetar sus cosas: su ropa, sus aparatos, sus muebles y llamó a la empresa inmobiliaria de Malibú para que fueran ellos quienes se llevaran sus pertenencias. Cuando todo estaba listo y luego de meditarlo, llamó a la empresa filial de animación que anteriormente le había ofrecido empleo y aceptó su oferta para trabajar con ellos.

Se fue, pero antes de salir de la ciudad, le mandó el correo de despedida a Edward. Lo redacto con dolor y rencor y se marchó.

Al llegar a Malibú, se instaló en su apartamento recién comprado, por internet, que contaba con una vista al mar impresionante.

El piso era más espacioso. Contaba con todas las comodidades. La empresa mobiliaria se encargó de colocar todas sus pertenencias en su debido orden y al finalizar, Florencia les proporcionó una generosa propina.

Después se fue a su cocina para prepararse una rica sopa y al terminarla se sentó en su comedor. Pensó en las palabras de Edward y se llenó de cólera. Le molestaba que pensara que las personas dañadas, así como ella, fueran etiquetadas como no gratas para la sociedad.

Esa fue su inspiración, ese fue su reto: le iba a demostrar a Edward Morgan que nadie tiene derecho a etiquetar a la gente.

Y con ese espíritu inquebrantable, se incorporó a trabajar en la empresa de su amiga Martha.

Primero, comenzó a desempeñarse en el área de diseño de programas informáticos para dibujos animados, que era el principal giro de actividades de la compañía.

Luego de terminar con éxito varios proyectos informáticos, se orientó al área de videojuegos. Ideó y diseñó varios juegos con los cuales la compañía obtuvo muy fuertes ganancias. Entre ellos, creó un videojuego para móviles muy exitoso, el cual reportó para la compañía grandes beneficios económicos.

Las ventas en este rubro fueron astronómicas y la empresa de Martha iba creciendo y ganando nichos de mercados cada vez más grandes. Florencia ascendió en la compañía a puro esfuerzo personal y gracias a la creatividad innata con la que contaba.

En sus inicios comenzó como asistente y/o ayudante de los diseñadores. Pero fue el padre de Martha quien se percató de su creatividad y su empeño así que un día, sin previo aviso, la colocó de jefa del área.

En lo que se desempeñó como jefe del área de innovación, la empresa inició las grandes ventas de programas computacionales para las principales compañías de animación. Al crear el videojuego para móviles, las principales compañías de telecomunicaciones se pusieron en contacto con ellos para la compra del sistema.

Después de eso hecho, Florencia llegó a ocupar la gerencia de informática. Ahora contaba con la ayuda de buenos colaboradores, en su mayoría latinos. Ella misma se encargaba de las contrataciones de su área.

En las entrevistas se tomaba más tiempo del necesario para conocer la vida de los aspirantes. Prefería a aquellos que demostraban cómo habían salido airosamente de situaciones sumamente difíciles en sus vidas y era a ellos a los que elegía. Su motivación era simple: tenía que contar con gente que sabía lo que era estar en situaciones no muy favorables sin que ello fuera motivo para que se dejaran absorber por lo malo del momento.

Después de seis meses de haberse mudado a Malibú, Florencia Martínez se había convertido en una empresaria exitosa y toda una revelación. Pero como todo en la vida, este éxito tenía un precio: ella estaba sola. Se dedicaba cien por ciento al trabajo. Era su obsesión. No tenía tiempo para nadie ni nada. A pesar de sentirse solitaria, buscaba las maneras de encontrar un sustituto. Así que para evitar esos momentos depresivos, se volcó a la implementación de programas de responsabilidad social empresarial de la compañía de Martha.

Así fue como un buen día, se encontró inaugurando el Programa de Ayuda para Mujeres Abusadas, PAMU con el aval de la compañía.

Bajo este programa se creó un centro asistencial para brindar a las mujeres, en especial las latinas migrantes, asistencia médica, hospitalaria y psicológica.

Ella asistía al programa todos los fines de semana y se involucraba de lleno en todas las actividades, sobre todo, en las que se referían a las charlas de psicología. Ella más que nadie necesitaba curar muchas de sus heridas.

El programa PAMU fue un éxito inmediato. Llamó tanto la atención que, un día, los principales medios de comunicación escrito del Estado llamaron a las puertas de la compañía de Martha. El motivo era más que evidente: querían comunicar el éxito de la compañía así como el programa de rehabilitación.

Martha, como toda empresaria visionaria aceptó la invitación y ese mismo día llamó a su amiga para comunicárselo. Florencia llegó al despacho de Martha con sus mejores galas. Tocó la puerta, entró y se sentó.

-Florencia, le dijo Martha. En dos días harán un reportaje que circulará en los principales medios escritos del país. Reportarán cómo esta compañía ha logrado récords históricos en sus ventas, de la innovación de sus productos, principalmente los que tú has diseñado y finalizarán anunciando nuestro Programa de Responsabilidad Social: el Programa PAMU, del cual eres la única responsable.

Florencia se quedó meditando cada una de las palabras de su amiga. Era la primera vez en casi ocho meses de haber llegado ahí que todo lo que ella había contribuido iba a salir a la luz.

Al principio tuvo miedo por su pasado turbulento y de encontrarse nuevamente expuesta a tantos ojos pero luego, y gracias a las charlas que había asistido, lo meditó mejor y se dijo: esta es la mejor manera de demostrarle al mundo que todos somos capaces de salir adelante independientemente de las vidas que traigamos o de los hechos que nos acompañen. Así que tomó aire y dijo:

-Perfecto, Martha, dime cuándo lo harán y ahí estaré apoyándote.

Martha se paró de su silla y se acercó a Florencia para darle un fuerte abrazo. Sabía que esa era su amiga, la que nunca se rendía por nada.


Y si te enamoras de miOnde as histórias ganham vida. Descobre agora