Juegos

58 7 0
                                    

No te estaba exigiendo nada serio, tampoco algo comprometedor. No te pedía nada que pudiera costarte algo valioso o quizás la vida.

No, simplemente te pedí sexo, algo para matar las ganas o el aburrimiento. No te pedí que me miraras a los ojos, no te pedí que me besaras con todo el amor y cariño del mundo, no te pedí que me abrazaras, no te pedí nada; solo sexo.

Yo sabía que querías acceder, pero por alguna razón dijiste "no". Tal vez lo mal interpreté. Pero, ¿cómo eso iba a ser posible si el brillo en tus ojos cuando lo dije fue inevitable? Ninguno de los dos tenía algo que perder, bueno, tal vez yo sí, pero en ese instante me valió un pito, te quería a ti, te deseaba a ti. ¿Por qué? No lo sé.

Me giré para caminar al otro lado, pero me detuviste y me obligaste a mirarte a los ojos. Estabas deseoso y era imposible no verlo, pues tus ojos gritaban que morían de hambre. Me jalaste por el brazo hasta una pequeña habitación y me empujaste adentro de ésta, haciéndome chocar con la pared. Cerraste la puerta con llave y me besaste con alevosía.

Me tomó unos segundos procesar todo lo que estaba pasando, pero pude alcanzarte y seguirte el juego. Tus manos recorrieron todo de mí; mis piernas, mis brazos, mi rostro... todo. Las mías imitaron tus acciones y terminaron su recorrido en tu cabello, jalándolo y acariciándolo. Los gruñidos y gemidos que salían de nuestras bocas parecían una canción, la armonía era perfecta.

Y llegó el momento de la verdad... Ya no era una niña, ya no era una flor; más bien una rosa marchita con sus espinas al aire, cortando tu piel de manera feroz, pero te gustaba, mierda, lo amabas.

Obtuve lo que quería, he ganado el juego.

~K. N.~

Las Cosas Que Nunca DijeWhere stories live. Discover now