Rutina

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Al otro día después de haber estado juntos, él se levantó y se comenzó a vestir.

—Ahora vuelvo—le dije.

Él asintió y prosiguió vistiéndose. Al entrar al baño, cerré de un portazo que se hizo sonoro en todo el lugar. Pegué mi espalda a la puerta y me deslicé hasta llegar al suelo. Me aferré a mis rodillas mientras sollozaba. Siempre era lo mismo; me usaba, decía cosas lindas y luego se iba.

No me amaba

No me quería

No era suficiente...

Así que solo me limito a llorar y soltarlo todo. Cuando escucho que la puerta de mi habitación se cierra, me paro y salgo del baño, pero lo que me espera al salir no me lo imaginaba del todo...

Ahí estaba... Mirándome con dolor y arrepentimiento, pero aún así se dio la vuelta y abrió la puerta. Quería decirle que esperara, que no se fuera, pero las palabras no salían de mi boca. Así que solo lo escuché suspirar y se fue, cerrando la puerta detrás de él.

Sentía que quería llorar, pero las lágrimas no salían.

—¡Maldita sea!—susurro.

~K. N.~

Las Cosas Que Nunca DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora