Capítulo 4

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—No me mires de esa forma, la culpa la tuviste tú por no ver bien el mapa —juro que ella rodó los ojos —Yo vengo conduciendo, tu tenías que venir viendo el mapa —lamió su pata ignorándome olímpicamente —te quedarás sin comer si sigues ignorándome de esa manera —captando su atención en tres... dos... uno.

La gata soltó un gutural gruñido mostrando sus dientes y yo sonreí satisfecha, pero rápido miré hacia el frente.

—¿Ahora si me prestas atención? No te preocupes, no te dejare sin comer, ahora duerme, faltan unas dos horas para llegar a Londres —La gata como si de una orden se tratase se acostó en el asiento y cerró sus ojos, tomé una buena decisión al traerla.

Resulta que había tomado una ruta equivocada y perdimos alrededor de una hora conduciendo, por lo que llegaríamos un poco más tarde de las tres a Londres, la suerte es que al ver la carretera totalmente vacía sospeche que era una ruta abandonada y estuve en lo cierto, así que nos devolvimos, pues no sabían hacia donde me llevaría.

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—Gata, despierta —moví un poco a Kira para que despertara.

Ella perezosamente abrió sus ojos para luego estirarse, le sonreí y ella se levantó para luego engancharse en mi regazo.

—Ya llegamos, estamos en Londres, mi reina —ella estrujo su cuerpo con el mío al escuchar el mote que le había puesto —¿Te gusta? —se restregó más —Ahora iremos a comer, estamos frente al restaurante tienes hambre chiquita ¿verdad? —amo esta gata.

La tomé en manos y antes de salir tomé el poco dinero que había sacado del cajero el otro día. Caminé con paso lento al restaurante donde personas entraban y salían otras más deprisa que otras, le rogaba a Dios por que no hubiera muchas personas y tuviera que esperar por una mesa. Entre al lugar y estaba lleno por mitad, sobre con emoción y me dirigí a una mesa del fondo, en el transcurso hacia allá tomé una almohada de unos sofás que estaban pegado a la pared, llegué a la mesa y en una de las sillas puse la almohada y enganche a Kira ahí, así estaba a la altura de la mesa.

—Quedate aquí, iré al baño.

Caminé hacia el letrero que decía Baño y doble a la derecha para acceder al pequeño pasillo y buscar la puerta que decía mujeres y tenía la figura de una en negro. Me adentré en el con paso rápido y lavé mis manos al dar con el lavamanos, las sequé y de la misma forma salí de nuevo en dirección hacia Kira. Un camarero estaba frente a ella y por suerte me había asegurado de que fuera un lugar donde permitieran animales, también tenían un menú para ellos.

—Hola, la gata es mía —dije mientras me sentaba.

—Oh, eso mismo me estaba preguntando ¿desea ambos menús? —asentí y él los dejo frente a mí, rápidamente decidí que comería Kira y luego vi lo que pediría yo.

—Atún desmenuzado para Kira y pechuga a la plancha con arroz para mí, por favor —él asintió y salió en busca de mi pedido, estaba algo mareada por el hambre a decir verdad.

Poco tiempo después el mismo camarero vino con mi comida y literalmente vi la gloria. Kira empezó a comer de su plato y yo del mío, no sé si era por el hambre o qué, pero definitivamente esto estaba delicioso.

—¿Te gusta? —le pregunte a Kira con la boca llena. Juro que ella movió la cabeza de arriba hacia abajo ¿o serán ideas mías?

Termine de comer después que Kira y llame al camarero para que me trajera la cuenta, después pague con el poco dinero que tenía y salí del lugar con Kira en brazos.

—Ahora debemos buscar donde vivir, esta temprano, son solo las cuatro y las agencias de inmobiliaria cierran a las 6, también podemos buscar anuncios en el periódico —hablaba con Kira frente al auto.

Y la última de las ideas fue la mejor, buscaría algún anuncio en la sección de clasificados del periódico. Camine hacia el bote de basura y empecé a buscar un periódico de hoy, me aseguré de que fuera la sección de basura reciclable. ¡Bingo! había encontrado uno. Lo abrí algo deprisa y revoloteé las páginas hasta dar con la sección que quería. Lo primero que me apareció fueron empleos, pero luego de un par de páginas encontré la zona de compra, un anuncio que ocupaba media página llamo mi atención y era un departamento en un edificio, cheque la dirección y me subí al auto para con ayuda de mi teléfono dirigirme hacia allá.

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—Es en el piso número 13, señorita —asentí.

—¿Me puede acompañar? —el hombre sonrió.

—Oh, claro que sí.

Caminamos en dirección hacia el ascensor, subimos en él y el señor presiono la planta 13. Esperé paciente que el llegara a su destino y por suerte no se demoró mucho. Bajamos de él y un pasillo muy poco iluminado nos recibió, en las puertas se podían ver adornos de diferentes tipos, en todas, menos en dos que estaban a la izquierda.

—¿Están los dos desocupados? —vi al añejo señor negar.

—No, el que esta desocupado es ese —señalo la segunda puerta sin adorno —en ese ya vive un chico, amable en ciertas ocasiones, pero algo extraño a mi parecer —señaló la puerta de al lado que tenía en su puerta exactamente el número 13 en su puerta.

—¿Por qué tiene el numero 13 esa puerta? —pregunte algo curiosa, pues la mía tenía el número 28 y los demás departamentos seguían con la misma secuencia ordenada de números, excepto ese.

—Fallos técnicos —hizo un ademan con su mano restando importancia al asunto mientras abría la puerta del departamento, pero no sé por qué presentía que esto tenía más importancia de la que él le daba, no es algo normal que saquen el número 13 de la secuencia en la que va para ponerlo precisamente en la planta número 13, esto va más allá que un simple fallo técnico, pero preferí pasarlo por alto.

—Es grande —dije después de haber entrado al departamento.

—Si y caro —dijo el señor.

—Tengo dinero hasta para comprarme el edificio —el señor sonrió otra vez, satisfecho con mi respuesta.

—¿Se quedará? —antes de responder su pregunta recorrí el departamento superficialmente, luego volví hacia él.

—Me quedo con el —dije con una sonrisa.

—Perfecto, mañana le tengo su contrato hecho ¿efectivo, deposito o tarjeta?

—Tarjeta —confirme.

—Suerte con el departamento señorita —luego de eso dio la vuelta y salió del departamento dejando la puerta cerrada detrás de él.

—Aquí no tendremos miedo como en la casa de la abuela, no hay sótanos, no huesos de desconocida procedencia —hable con Kira la cual estaba en mis brazos, pero no sé por qué sentía que el anciano no la había visto.

Mi única respuesta fue un ronroneo de parte de Kira.

—Tenemos que comprar comida —abrí el refrigerador y no había absolutamente nada, lo que si es que se me ponía la piel de gallina debido al frio —además de que no tengo nada de ropa —acaricié sus orejas —sí, debemos de comprar.

Caminé hacia la puerta tropezando con algunas cosas. Algo que agradecía era que el departamento estaba en perfectas condiciones, estaba totalmente limpio y amueblado y eso me beneficiaba bastante, no tenía que comprar inmobiliario ni nada de eso.

Entré en el ascensor y presione el piso 1, pero antes de que se cerraran las puertas alguien que no me esperaba ver aquí metió una de sus manos evitando que se cerrara.

Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora