La leona herida

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Hace un mes...

- Mi niña, lo siento. Lo siento mucho. No podía hacer nada. Perdóname. - dijo Narcissa ientras abrazaba contra su pecho a Darcy.

- M-Mamá... - dijo Draco detrás de ella mirando implado la escena.

Narcissa se dio la vuelta y miró a su hijo en la puerta de la mazmorra. Draco observó a su chica desvanecida en los brazos de su madre después de mucho tiempo. Se agachó a su lado y besó su frente mientras sus lágrimas caían sobre el rostro de Darcy.

- Fue culpa mía. Tenía que haber tenido más cuidado a la hora de esconder a Dobby. No pensé que habría un carroñero vigilando mi puerta. - dijo Draco.

Narcissa le abrazó a él también y le besó la mejilla compungida. De pronto, se escuchó la voz de Lucius y Alecto Carrow bajar a las mazmorras. Narcissa ordenó a Draco que se desapareciera en su cuarto, pero este no quiso.

- Hay que encontrar la forma de sacarla de aquí. Mamá, van a matarla. - dijo Draco en shock.

- Déjame eso a mí. Tú encárgate de que todas las noches tenga comida y bebida. Nadie viene aquí por las noches. Ahora vete. - le ordenó Narcissa.

Draco asintió limpiándose las lágrimas y se desapareció de la mazmorra con la imagen de su chica malherida en su mente.

...

Un mes había pasado, un mes desde que los carroñeros la atraparon y la llevaron a la Mansión Malfoy, la casa del chico al que amaba... convertida en una prisión. La celda en la que estaba era fría y húmeda. No tenía ventanas al exterior y solo la pequeña llama de un candelabro la iluminaba. Si no fuera por la poca comida que Draco le traía a media noche, ya estaría muerta. Había recibido tantos Crucios, golpes y latigazos que ya casi no sentía dolor alguno. Y el frío... Eso era lo peor de todo. Bellatrix le había arrebatado la poca ropa que llevaba encima salvo unas finas medias y una camiseta interior de tirantes. Sentía que le quedaba poco, muy poco. Solo cuando Draco la iba a ver, se sentía viva, como aquella noche de marzo.

Darcy estaba tumbada de espaldas a las verjas de su celda tratando de dormir mientras presionaba una nueva herida muy profunda de su pierna. Había agotado las lágrimas hace mucho como para llorar de dolor. De pronto, sintió una cálida brisa detrás suya: Draco se había aparecido a su lado.

- Dar, estoy aquí. ¿Qué te han hecho? - dijo el rubio mientras se sentaba al lado de su novia y la cogía en brazos.

- Nada nuevo. - dijo Darcy con dificultad mientras le mostraba la mano ensangrentada por la herida.

Draco sacó su varita de la manga de su americana negra y apuntó a la herida que su chica le mostraba.

- Episkey. - dijo apuntando a la herida.

Pero la herida seguía ahí como muchas otras. Su chica le miró triste y acarició su pelo con delicadeza.

- Lo siento Dar, no se por qué no puedo curarte. - dijo implado e impotente. - No se que hacer.

Darcy sonrió tristemente y limpió las lágrimas rebeldes que se escapaban de sus ojos grises. Draco guardó su varita y acarició las mejillas sucias de su novia.

- Sientes mucho dolor Dar. - dijo Draco tratando de quitar la suciedad de su rostro.

Darcy negó adormilada por las caricias de su novio.

- No me mientas Dar. Yo también lo siento, ¿recuerdas?

Darcy le miró extrañada y recordó la profecía: 'El dolor que uno siente el otro también sufrirá'. Su chico sentía todo el dolor que ella estaba sufriendo y eso la mataba. Darcy asintió y cerró los ojos disfrutando de las caricias de su novio. Draco acarició su pelo, sus mejillas, sus labios rotos... ¿Cómo alguien pudo hacerle tanto daño a semejante belleza?

Corazón de Profecía (Draco Malfoy & Darcy Healey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora