CAPITULO VIII

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Desperté aun con el recuerdo de aquel día, siempre supe que no debí dejar que algunas personas se enamoraran de mí, debí haber puesto los limites, siempre creí que demostraba las cosas como las quería, pero aprendí a hablar, aunque fuera duro y pareciera arrogante debía hacerlo, comencé a decir las cosas como eran y para eso creé una práctica moral y personal que constaba de tres cosas y que le daban sentido y valor a mi palabra, la primera cosa era nunca arrepentirme de absolutamente nada, los sucesos que pasaron ya no las podía cambiar así que para que martirizarme pensando cada vez en que fue lo que pude hacer, si no logré hacer nada en su momento para seguir arrepintiéndome, las cosas se fueron dando, fueron pasando otras que me fueron complementando y hacerme quien era hoy en día, algunas personas pensaban que lo que me había pasado fue lo que me convirtió en ese ser insensible que decían que era, posiblemente si pero, la realidad era otra, perdí muchas personas importantes en mi vida y aun así pude seguir siendo quien era, lo que me cambió en realidad fue la amoralidad social, ese conjunto de personas que hacen peores cosas que uno y te juzgan, conscientes de que son peores pero igual lo hacen y entonces pensé en que no tenía que ser de diferentes maneras, podía llevar mi esencia a donde sea que fuera y todo lo que eso conllevara, intercambiar ideas y aprender de los demás, como quería que aprendieran de mí, quise trastocar las vidas de quienes tuvieran la posibilidad de estar a mi lado, y que ellos también tuvieran la posibilidad de tocar la mía, pero la vida es así, una serie de enmarañados sucesos que te van moldeando como ser y persona, para el momento en que me di cuenta de algunos errores supe que, no se alimenta la ilusiona de una personas, y más si está enamorada.

***

- ¿Qué haces ahí? - Preguntó Sara despojándome de mis pensamientos - Ven aquí a mi lado - estaba despertando temprano, acostumbrada ya a su rutina matutina de todos los días. Yo estaba sin camisa recostado de la pared mirando por una ventana viendo hacia la calle, rememorando cosas
- Pensando - dije con naturalidad especulando a que temperatura estaría el aire acondicionado que pensé que no existía la primera vez que estuve aquí y que climatizaba toda la casa - pensando - repetí para mí un poco más suave
- Ven - insistió dando unas palmadas sobre la cama cuando logró sacar la mano de la montaña de sabanas que la arropaban
- Está bien - dije cayendo a sus deseos y me arropé junto a ella abrazándola por la espalda y se acurruco más a mi cuerpo - ¿Sabes qué día es hoy? - pregunté susurrándole en el oído recordando la semana tan movida que tuvo que pasar junto a mi
- Si, Will créeme que yo lo sé, incluso más que tu
- Quiero decirte algo - solté
- ¿Algún problema? - Su voz comenzaba a ser más natural pero sin dejar de ser ronca - o ¿alguna melancolía por ser tu cumpleaños?
- Es más un problema - indiqué - pero para ti
- ¿Porque? - Frunció el ceño
- Tienes prohibido enamorarte de mí - lo dije sin arrepentimiento - tienes prohibido gastar un te amo en mí y no es un juego porque ya sabes que no puedo amar - dio un suspiro y no dijo nada - ¿Puedo saber cómo te fue con tus demás parejas? - pregunté para cambiar la conversación
- Fueron amables y compresivos al saber que no los amaría - ¡Maldita sea! - pero hubo uno que se obsesiono conmigo y lo tuve que denunciar
- ¿Se obsesiono?
- Si, a todos los hombres con los que estaba siempre les deje en claro que no me enamoraría de ellos porque ya yo amaba a alguien pero él se desquició y quiso que lo amara por las malas y ¿Sabes que es lo peor?
- ¿Qué llegaste a amarlo un poco? - Aunque se lo pregunté era lo típico
- Si, me pude enamorar de él pero su desequilibrio mental fue un impedimento
- ¿Y entonces? ¿Qué pasó con él?
- Fue preso pero ya debe estar suelto, aunque no importa porque tiene la orden de no acercarse a mí
- ¿Te hizo daño?
- No tanto como el que deseaba o merecía
- Creo que metieron preso a la persona equivocada ya que la desquiciada eres tu - dije divertido y le di un beso para dar por terminada mi curiosidad
- Will, ¿puedo preguntarte algo? - solo esperaba que no fuera personal
- Si - solté curioso de lo que diría
- ¿Cuáles son tus miedos? - Su pregunta fue un tanto particular y aunque ya lo había superado no dejaban de hacerme tragar grueso
- No poder morir - agregué burlón levantándome de la cama
- Tus indirectas son desvíos - dijo deteniéndome antes de que lograra salir - tienes un talento para no enfrentar las cosas cuando no quieres
- Yo no soy un hombre de indirectas - indiqué - yo digo las cosas de frente y a quien se las quiero o tengo que decir, no ando con rodeos ni hablando de las personas a sus espaldas y si no quiero responder tus preguntas te lo diré en su momento
- ¡Aquí esperaré a que te decidas! - vociferó lanzándome una almohada cuando salí dejándome ese sabor agridulce en el cuerpo, no estaba molesto del todo ni contento, era como en aquellas veces. ¿Por qué ella siempre actuó como si ya me conociera? ¡Que estupidez! Pensé desasiéndome de aquellos pensamientos

SEXO  (Borrador)Where stories live. Discover now