5. Soñar contigo

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Al día siguiente no me tocaba coreo, teníamos que seguir con el guión y las canciones. Supuse que Mimi estaría todo el día en la sala de baile con el resto de bailarines, así que no la vería. Además, las dos o tres veces que entré en el vestuario ese día no me encontré con ella, y no sé por qué me sentía un poco decepcionada. Será porque quería comprobar que todo estaba bien.

A quién sí vi fue a Ricky, que al verme sonrió y se acercó.

- ¿Qué tal Ana War?

- ¿Ana qué?

- Ana War, tu apellido es Guerra, ¿no?

- Sí - dije riéndome.

Desde que trabajaba aquí había hablado con él varias veces y la verdad es que me caía muy bien, parecía muy gracioso.

- ¿Habías trabajado alguna vez en un musical? - preguntó.

- Sí, estuve en uno en Canarias y en otro aquí Madrid. Pero no eran tan conocidos e increíbles como este. ¿Y tú?

- Sí, he hecho algunas cosillas. Pero no a este nivel - dijo mientras se dirigía a su taquilla y la abría - ¿Llevas mucho tiempo aquí en Madrid?

- Pues unos cinco años, y si no me hubieran contratado aquí me habría ido con mi novio a Tenerife.

- Pues me alegro mucho de que estés aquí - dijo sonriendo.

Metió una chaqueta en la taquilla y la cerró.

- Me voy corriendo que Mamen me estará esperando y me va a matar. Tenemos que ir a tomar algo un día de estos y seguimos charlando.

- Por supuesto, cuando quieras.

Me dijo adiós y salió rápidamente del vestuario. La verdad era que yo también debía darme prisa.

Cuando salí del teatro no estaba demasiado cansada, se notaba que no había tenido que bailar, así que decidí pasarme por algún bar a tomar una cerveza antes de ir a casa. Me acerqué a la barra y el camarero me atendió.

- Vaya, y yo que creía que hoy iba a tener la suerte de no verte - dijo una voz detrás de mí.

Sabía perfectamente de quién era esa voz, y cuando me giré, estaba ahí plantada con una sonrisa pícara. El hecho de que estuviera bromeando me relajó bastante.

- No te vas a librar de mí, amiga - dije sonriendo.

Mimi sonrió y apartó la mirada. Se puso a mi lado y pidió también una cerveza al camarero.

- ¿Te importa si te acompaño o prefieres estar sola? - preguntó un poco nerviosa.

- No, claro que no, quédate - respondí.

Se sentó a mi lado y se apoyó en la barra. Estuvimos unos segundos en silencio mientras yo bebía, pero no era un silencio incómodo, y eso ya era bastante.

- Por cierto, me gusta mucho como cantas.

- ¿Qué dices? ¿Cuándo me escuchaste? - dije sonriendo con un poco de vergüenza.

- Esta mañana, te vi cantando cuando pasé por la sala del piano - dijo refiriéndose al sitio donde practicábamos las canciones.

Yo me quedé sonriendo sin apartar la vista del botellín de cerveza. Cuando volví a mirarla estaba bebiendo. Qué sexy era la hija de puta incluso sin intentar serlo.

Nos acabamos la cerveza, pagamos y salimos del bar. Ya era de noche.

- ¿Para dónde vas? - preguntó Mimi.

Serendipia // Warmiजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें