7. Miedo

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Hola! Estoy pensando en que aparezca algún shippeo como Miriam-Mireya, ¿qué os parece? ¿Qué shippeo os gustaría que apareciera?
Muchas gracias por leer este capítulo.

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Entramos en mi piso y Mimi se quedó quieta sin saber muy bien qué hacer.

- Ven, te dejaré un pijama.

Ella me siguió hasta la habitación, busqué en el armario y le di uno de mis pijamas. Las dos empezamos a cambiarnos, y cómo todavía me duraba el efecto del alcohol, no traté de disimular que la estaba mirando. Era increíble lo guapa y sexy que era. Entonces nos dimos cuenta de que mi pijama no le quedaba bien ya que yo soy más delgada que ella. No sabía qué podía darle, pero al final se me ocurrió que podría usar una camiseta de Jadel. Mimi me miró con una cara extraña cuando se la di.

- ¿Qué pasa?

- Nada - dijo mientras se la ponía. Le quedaba muy ancha y verla así vestida me resultó incluso más sexy.

- ¿Me puedes dar una manta?

- ¿Para qué? Ya hay una manta puesta.

- ¿Ya hay una manta en el sofá?

- ¿El sofá? - dije con cara de no entender nada.

- Una manta para dormir en el sofá.

- Ah, pensaba que ibas a dormir en la cama. Te advierto que ese sofá no es nada cómodo, pero si prefieres dormir sola...

- Oh, no. Era para no incomodarte.

- ¿Por qué iba a incomodarme dormir contigo? Ni que hubiera tenido un sueño casi erótico contigo - dije sarcásticamente. De nuevo el alcohol me hacía hablar más de la cuenta.

- ¿Qué?

- Nada.

- ¿No crees que es un poco raro que duerma contigo en tu cama y con una camiseta de tu novio puesta?

- Puede ser - dije riéndome - venga, vamos a dormir.

Unas horas después me desperté, esa noche había dormido genial. En ese momento me di cuenta de que tenía mi cabeza apoyada en el pecho de Mimi y mi brazo rodeaba su cadera. Mis ojos se abrieron como platos e intenté levantarme poco a poco para no despertarla.
Me acerqué al armario y comencé a vestirme.

- Buenos días - dijo Mimi con voz de dormida.

Me giré y la vi sonriéndome desde la cama.

- ¿Te he despertado?

- No, tranquila.

Se levantó y se volvió a poner el vestido de la noche anterior.

- ¿Quieres quedarte a comer?

- Creo que debería volver ya a casa, pero muchas gracias.

- Oh, claro - dije sintiéndome un poco tonta.

La acompañé hasta la puerta.

- Muchas gracias por dejarme dormir aquí.

- No quería que fueras sola a tu casa a esas horas. Y la que tiene que dar las gracias soy yo, ayer me lo pasé genial, de verdad.

Ella me miraba con una sonrisa preciosa.

- Yo también me lo pasé muy bien.

-  Y además pude escuchar cómo cantas, menuda actuación - dije.

Ella soltó una carcajada y se  mordió el labio. Mimi no era una persona que se sonrojaba fácilmente, pero me había dado cuenta de que yo tenía ese efecto en ella, y no sé por qué pero me gustaba.

Serendipia // WarmiWhere stories live. Discover now