Diecinueve.

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Zayn apagó el fuego y sirvió el desayuno en dos platos desechables, hizo una nota mental de que debía comprar más vajilla si pretendía cuidar al omega en su casa.

Él caminó dos metros para estar justo a lado de la cama y mirar al omega dormir, tan bonito y tranquilo como lo había dejado anoche, así despertó Liam, no hubo movimientos por lo que Zayn tuvo que despertarse algunas veces en la noche para comprobar que seguía ahí.

Subió una rodilla a la cama, movió todas las mantas que cubrían al pequeño y se inclinó para besar su frente.

—Vamos, bebé. Es hora de comer— murmuró roncamente y su aliento a menta se introdujo en las fosas nasales del castaño.

Liam ronroneó, con ojos cerrados tanteó y se abrazó al cuello de su novio. Zayn lo cargó como un bebé y lo llevó al baño donde lo dejó en privacidad y volvió a la diminuta cocina para verificar que el desayuno no se hubiera enfriado.

Él omega salió fresco del baño y corrió a la mesa, se sentó frunciendo el ceño al no ver su tazón de cereal y alejó el plato con huevo lejos de él haciendo un puchero.

—¿Qué sucede?— preguntó el alfa, y Liam simplemente negó. —¿No quieres?— una negación con la cabeza fue lo que recibió. —No tengo cereal.

Sólo eso bastó para que Liam comenzara a lloriquear.

Zayn miraba al castaño sin alguna idea de qué hacer por tranquilizarlo. Su alfa interior exigía hacer algo, calmar al niño de lindo puchero y hacer que parara de llorar. Recordando al instante un paquete de galletas en lo profundo del viejo gabinete, salió en su busca rápidamente. Abrió las puertas del viejo mueble y buscó las galletas.

No culpaba a Liam por su berrinche, al contrario, sintió ternura por ello, su omega no quería más que simples cereales y eso le quitó un poco de peso sobre sus hombros; no debía porque preocuparse por elaborar desayunos para el chico.

Suspiró de alivio cuando alcanzó el paquete y una sonrisa se iluminó al ver que había suficientes. Sacó un tazón milagrosamente limpio y destrozó las galletas de chispas de chocolate vertiendo luego algo de leche sobre éstas.

Arrimó el improvisado cereal al pequeño, quien con ojos curiosos e hinchados paró de llorar, hipó mirando el tazón antes de mirar a Zayn. El alfa se sentó a un lado de él y acarició delicadamente su cabellera indomable, Liam tímido comió una cucharada del tazón y gimió gustoso.

—¿Te gusta?— el moreno inspeccionó el rostro de Liam, mirando si había alguna mueca que le digiera que estaba mal.

Él omega asintió frenéticamente con las mejillas regordetas por el cereal y comisuras brillosas por la leche.

—¿No más berrinches?— Zayn rió por el rubor del chico. —Come, bebé.

Zayn y Liam pasaron la mañana tranquila, luego se ayudaron a lavar los platos y tender la cama. Hubo cosquillas y besos esquimales que tuvieron al niño suspirando y ronroneando; su estómago se sentía como un gran capullo donde muchas mariposas vivían y revolotean.

. . .

—Hora de bañarse— Zayn estrujó en su cajón, revolviendo toda la ropa en busca de algo que pudiera quedarle al pequeño omega.

Liam sonrió, la noche anterior había bailado tanto que su cuerpo sudó y de lo cansado que llegó a casa de Zayn, no tuvo tiempo de tomar una ducha. Además, tenía que estar fresco lo que resta del día ya que al día siguiente debían ir a clases.

—Toma, bebé— Liam observó la enorme playera y el pantalón de pijama, definitivamente arrastraría la ropa de lo pequeño que es.

Brincó tomando la mano extendida del alfa, entraron al pequeño baño que no era más que un lavamanos, escusado y una regadera pequeña. Liam no se inmutó, sólo se sentó en el retrete a la espera de que Zayn encendiera el agua.

La calma del alfa.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant