21. Alicia - "Proclamación" [Fin de la primera parte]

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El final del camino luce esperanzador.

Hay campos floridos, bosques frondosos y montañas nevadas.

Hay rostros felices, manos extendidas y cuerpos erguidos.

No hay miseria. No hay peligro. No hay dolor.

Es tal y como soñaba que sería.

Volteo la cabeza y me doy cuenta de que estoy en la deriva. A mis espaldas, en contraste con el final, todo es oscuridad.

Hay tierras áridas, troncos quemados y montañas de cadáveres.

Hay rostros asustados, piernas temblorosas y cuerpos desnutridos.

Hay sufrimiento. Hay agonía. Hay peligro.

Es tal y como se ve en mis pesadillas.

El sentido común me dice que debo seguir adelante y no volver atrás. Más allá de la deriva, me espera la verdadera libertad; no aquella falsa que se nos prometía en Arkos ni aquella tan vulnerable que poseía en Eternidad. La libertad que veo al final del camino tiene forma y me extiende sus brazos como si me recibiera con toda la gentileza posible.

Siento que debo correr hacia ella...

Sin embargo, no puedo moverme. Miro atrás y descubro que los rostros asustados me impiden avanzar. Las personas del lado oscuro y reprimido lucen como si me necesitaran, mientras que las del lado libre estarán bien sin mí si decido volver sobre mis pasos.

—¡Vamos, Alicia! —grita alguien de repente—. ¡Ven con nosotros!

Volteo la mirada otra vez y noto que quien me llama es Kora desde el lado libre. Ella está con Isabel, mis abuelos y todas las personas que alguna vez quise y que ahora están muertas. Incluso me está llamando Isaac, el chico que me rescató de la Prisión de Libertad y que murió por salvar mi vida. Todos los del lado libre sonríen y me extienden sus brazos, ansiosos por recibirme.

No sé qué hacer. Ambos lados parecen atraerme con la misma fuerza.

En el lado oscuro veo a Aaron, David, Carlos, mi familia y todos los demás que siguen con vida. Ellos no me extienden sus brazos; están dispuestos a dejarme ir hacia el lado de la felicidad. No obstante, veo sufrimiento en sus rostros. Sé que me necesitan. Sé que no puedo dejarlos.

Alguien aparece a mi lado: es Max. Ambos estamos parados en medio de los lados de la libertad y la miseria.

—Debemos decidir —me dice él. Su voz suena tan pacífica que todo el dolor que mantenía se disipa en un instante.

Volteo entre ambos lados una y otra vez. No sé cuál elegir. Mi egoísmo me empuja hacia la libertad, pero mi altruismo me incita a volver atrás.

—Es tiempo —anuncia Max.

Miro una vez más entre ambos caminos.

Entre los rostros bien nutridos y los escuálidos.

Entre las personas que corren de un lado a otro y entre las que apenas tienen fuerzas para permanecer de pie.

Entre la felicidad y el sufrimiento.

Entre el cielo y el infierno.

Y escojo la segunda opción.


* * * * * *


Mis ojos se abren y casi todo es oscuridad. Me duele cada centímetro del cuerpo.

Intento levantarme, pero no puedo. Tengo algo muy pesado encima. Logro mover mis manos y tantear aquello que dificulta mi movilidad: es un mueble.

Progresivos [Prohibidos #2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora