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Levanté la mirada y me topé con un bello rostro meramente inmaculado. Su piel Morena y sana hacía lucir sus hermosos ojos, los cuales poseían un hermoso color cafe. Sus labios rellenos y rosados se estiraron y formaron una bonita sonrisa curiosa.

—Hola—pronunció.

—Hola—dije, medio atontado por el bello rostro juvenil que tenía justo enfrente.

—Perdóname. Es que soy un poco distraído—musitó, ligeramente ruborizado pero con una sonrisa coqueta.

—No, no; el distraído soy yo—dije y luego me reí.

—Soy Richard Camacho—dijo el chico estirandome la mano.

—Erick— me presenté.

—Eres americano—adivinó.

—Sí, California, de allí vengo.

—¿En serio? Yo nací en Texas. Soy americano también; pero con raíces europeas—explicó.

Ahora había entendido entonces, por qué me había hablado desde un principio en mi idioma original; pero luego dirigí la mirada hacía la puerta del departamento en el que él iba a introducir la llave antes de que yo le chocara.

—¿Vives aquí?—balbuceé, al captar el trío de números que formaban el trecientos ocho.

—Sí, con mi tía; te dije que tenía raíces europeas.

La vieja gruñona con la que zabdiel me había dejado la llave de su apartamento era tía del lindo chico que me sonreía en este instante. Abrí los ojos ante la sorpresa.

—¿Eres sobrino de la señora Montórfano?—inquirí.

—Sí, ¿la conoces?

—Sí, bueno no—dije y su expresión pasó a ser una mueca de confusión— un amigo me dejó la llave de su departamento aquí y sólo pasé a recogerla, de allí conozco a tu tía—expliqué.

—¡Oh! ¿Eres tú el lindo chico que se mudó con zabdiel?—preguntó, como si hubiese completado un rompecabezas en su memoria.

—Sí y... gracias por lo de 'lindo'.

—Oh, bueno, eres lindo—musitó y se encogió de hombros—. ¿Vas a algún lado?

—Sí, a un laboratorio de fotografía. ¿Sabes dónde queda la calle Squero de San Trovaso?—pregunté, mirando el papelito arrugado en mi mano y tartamudeando al leer el nombre de la calle.

—Sí, es cerca de uno de las canales hacía el norte.

—¿Está muy lejos?

—No, puedes ir caminando; son como cinco cuadras de aquí.

—Oh, gracias.

—Puedo llevarte si quieres, tengo auto—ofreció.

—No, gracias, hoy caminaré, tengo tiempo de sobra—musité con aplomo.

—Oh, está bien, ¿puedo invitarte luego un café? Para conocernos, digo, vamos a ser vecinos—se encogió de hombros un tanto avergonzado y ligeramente ruborizado.

—Claro, me encantaría.

—Hasta luego, entonces.

—Hasta luego—dije—. Oh, y grazie mille—murmuré lo que había aprendido de Joel el día de ayer, cuando agradeció al mozo.

Richard me sonrió.

—Di niente, ragazzo carino—pronunció.

Me ruboricé un poco y le dije adiós con la mano; luego bajé las escaleras y me encaminé por las calles de Venecia esperando encontrar lo que buscaba.

Luego de unos minutos y de contabilizar mentalmente las cinco cuadras que Richard me había mencionado, miré hacía el pequeño recuadro blanco ubicado en el muro externo del último edificio de la cuarta calle: Squero de San Trovaso.

Sonreí satisfecho al haber acertado en mi búsqueda. Tenía la calle, pero aún me faltaba el laboratorio, decidí caminar hacia la izquierda, en donde los números ascendían, tenía que encontrar el doscientos treinta y siete.

Afortunadamente lo encontré, además de que pude visualizar fuera del lugar el letrero en letras grandes y negras que decía "Photo Lab". Eso hasta un torpe puede entenderlo.

Crucé la acera y me adentré en el lugar solitario y oscurecido, solamente iluminado por las luces del exterior que traspasaban por el ventanal, pero aquello no redujo ni un poco los escalofríos.

—¿Hola?—musité, esperando a que alguien en el oscuro lugar me respondiera.

—¡Tonta máquina!—gruñó una voz fina y delicada que salió de detrás de los almacenes. Una voz de mujer.

Me quedé pasmado, y mis pies se quedaron congelados en el mismo lugar en donde se habían parado.

—¿Hola?—volví a repetir, ahora un poco temeroso.

Manual De Lo Prohibido/Joerick [Adaptación] ||Terminada||Where stories live. Discover now