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—¡¿Por qué?! —volvió a repetir. Estaba consciente de que Zabdiel tenía que saberlo, pero de pronto, me volví cobarde y las piernas debajo de mi pantalón deportivo temblaron.

—Sólo... ya... Es que ya no tengo nada que hacer aquí, tengo que volver a América —murmuré.

—¿Cómo que no tienes nada que hacer aquí? ¿Yo estoy pintado? ¡Claro que tienes mucho qué hacer aquí! Se supone que viniste a pasar navidad conmigo, a estar juntos en año nuevo, ¿y dices que no tienes nada qué hacer aquí? —explotó, con todas esas lágrimas corriendo por su rostro.

—Zabdiel, discúlpame —supliqué—, pero entiéndeme, tengo que irme.

—¡Es que no te entiendo! No logro comprenderte, ¿por qué?

Verlo así, derramando lágrimas por mí era devastador, pero aun cuando estuviera enojado y no encontrara explicación a mi huida, era preferible que verlo con el corazón roto, sin novio ni mejor amigo. Pero él tenía derecho a saber. Las lágrimas se me atoraron en la garganta y la voz no salió del nudo de él, sólo abrí la boca, pero no hubo sonido alguno. Llamaron a la puerta y ninguno de los dos nos movimos, sólo mis ojos se dirigieron a la armazón de madera.

Los golpes insistieron, Zabdiel se giró y fue a abrir dejándome colapsado por la persona que estaba del otro lado.

—Zabdiel, ¿por qué lloras? —Joel lo miró preocupado, el rostro de Zabdiel estaba enrojecido y sus ojos no paraban de llorar. Él se dio la vuelta sin contestarle y caminó de nuevo hasta mí, cuando Joel me vio, llorando también, abrió sus ojos como platos y pensó lo peor.

—Zabdiel...

—¡Dime por qué maldita sea te vas! —el grito de él lo interrumpió y allí Joel pareció caer en la cuenta.

—¿Te vas? —me preguntó y a su rostro asomó una expresión de dolor que lo desencajó por completo.

Ya no podía más, no lo soportaba.

Sentía que me derrumbaría allí mismo tras la mirada de dolor de ambos, de dos personas que amaba bastante.

—Sí —obligué a mi garganta a abrirse de nuevo, sólo para contestarle a Joel.

—¿Por qué? —inquirió, desconcertado y cínico.

Gemí, incrédula, ¿él me preguntaba por qué? Moví la cabeza negativamente, lo odiaba.

—Mi vuelo sale a las once. Perdóname, Zabdiel— tomé mi Mochila y salí corriendo de allí, simplemente ya no podía soportarlo.

Corrí escaleras abajo y salí al exterior, no tenía dinero y la gente me regalaba miradas raras porque mi rostro estaba bañado en lágrimas. Había una persona que aún no había visto, una persona que debía enterarse de que me iba y las razones de por qué me iba. Faltaba despedirme de mi mejor amigo, Christopher. Lo llamé y le pedí que me recogiera, ya que yo no sabía dónde vivía y a los pocos minutos apareció en el parque en el que yo estaba sentado. Me llevó hasta su casa, porque le pedí que lo hiciera, no quería hablar en plena calle sabiendo que me soltaría a llorar más de lo que ya lo hacía. Ni siquiera me molesté en apreciar la casa o lo que había en ella, todo lo que hice fue seguir a Christopher hasta su cuarto, luego de saludar a su madre.

—Ahora dime, ¿qué pasa? —me hizo sentar en su cama y él se sentó en la silla de un escritorio que tenía a lado.

—¡Soy un completo estúpido, Christopher! —farfullé.

—¿Por qué?

—Porque no acaté las reglas, porque le rompí el corazón a mi mejor amigo y porque como un completo cobarde, regreso a California.

—¿Cómo? Espera, cuéntamelo por partes, no te entiendo —gesticuló con las manos, haciendo señal de que parara.

Suspiré, tratando de limpiarme las lágrimas que no se cansaban de salir.

—Regreso a mi país —no sabía por qué siempre empezaba diciendo eso.

—¿Por qué?

—Esa... esa es la parte difícil —dije, entre sollozos. Unos ruidos se escucharon afuera de su habitación—. ¿No deberíamos cerrar la puerta? —dije, temiendo que alguien pudiera oírnos.

—Mi madre no se mete en lo que no le incumbe, no te preocupes —me tranquilizó—. Dime, por qué te vas.

—Porque soy malo, Chris —sollocé más fuerte—. Si supieras, cuánto me duele... en serio.

—Pero dime ¿por qué? —su tono de voz no sólo era preocupado sino también desesperado.

—Porque... no te hice caso, Chris. Después de que hablamos por teléfono el otro día yo... me sentí tan mal que cometí una estupidez.

—¿Qué hiciste? —sus ojos marrones se mostraron cautelosos y seguían preocupados.

—Me embriagué y besé a Joel.

—¡¿BESASTE A MI NOVIO?! — Zabdiel apareció de pronto por la puerta, con los ojos abiertos de incredulidad y la cara desencajada de dolor.









¡¡¡Ya se enteró!!!

Se prendió esto xD.

Les dije que iba a hacer maratón de 3 capítulos porque no sé si pueda publicar estos 3 días.  🙂💓

Manual De Lo Prohibido/Joerick [Adaptación] ||Terminada||Where stories live. Discover now