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—Bueno, ¿y qué quieres que haga? Chris se ha vuelto un amigo excelente y Richard es una persona grandiosa. A Yoss la conozco por que trabaja en el laboratorio de fotografía y es una chica sensacional. Así estoy bien, no ocupo tener tantas personas en una vida que pronto dejaré. No voy a quedarme a vivir en Venecia por siempre—dije.

—Ya lo sé, Erick. Lo que trato de decir es que disfruta el tiempo que estés aquí.

—Eso lo hago, créeme.

—Pero...

—¡Tu pizza está lista!—canté al oír el pitido del horno—. Me voy a dormir, te quiero, buenas noches—le lancé un beso y me fui a paso apresurado a mi habitación.

Me sentía culpable, porque la verdad era que no me entusiasmaba tanto la idea de pasar el día con zabdiel, al menos no si lo veía de la perspectiva de que no vería a Joel, o mejor dicho, de que no estaría yo solo con él.

Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.

—Erick—los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.

—Ya estoy despierto—farfullé.

Salí de mi habitación y miré a zabdiel sonreírme.

Me sentí mal de nuevo.

—¿Cuáles son los planes de hoy?—pregunté, totalmente desganado.

—Conseguir un traje elegante—me dijo.

—¿Elegante? ¿Qué celebramos?—inquirí, confundido.

—El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas—puso los ojos en blanco—. Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.

—¿El señor Vittore?-traté de pronunciar el apellido con el acento que zabdiel había utilizado.

—Sí, el dueño del Hospital, Roberto Vittore—explicó.

—Oh... ¿y...?

—Estamos invitados—sonrió ampliamente.

—¿Invitados?—quería saber a quiénes se refería.

—Sí, tú, yo y Joel. Quien por cierto ya debería estar aquí—divagó, mirando el reloj de su muñeca.

—¿Joel? ¿Nos acompañará?—hice un mohín.

—Claro, ¿y luego quién nos dirá que estamos espectaculares con los trajes?-bromeó.

—Pero Joel es... hombre. el también compra traje—intenté encontrar una excusa creíble para que Joel no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.

—Pero es mi Joel y ya compró su traje-dijo y me dolió—, él está dispuesto a acompañarnos.

Entonces el timbre sonó.

El corazón me latió ansioso, presuroso y... angustiado.

Zabdiel corrió animoso hasta la puerta, mientras que yo me quedé parado allí, con ganas de correr en dirección opuesta.

Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir.

Pero entonces zabdiel abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color azul a cuadros, desabotonada, y un jeans del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas.

Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.

—¡Amor!-dijo zabdiel, sin duda feliz.

Pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.

Agradecí aquello, aunque el fierecillo igual se sintió celoso.

-Hola-musitó Joel.

Lo saludé con la mano.

-Ve a cambiarte, America-me instó zabdiel y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo-. Nos espera un largo día.

Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que zabdiel acababa de usar para calificar al día... largo.

Me puse una camisa negra combinándola con un jeans en tono gris y arregle mi cabello, luego salí al encuentro con ambos.

-¿Listo?-preguntó zabdiel.

Asentí.

Era raro, como si me hubieran quitado la voz, pero lo cierto es que me sentía realmente incómodo al recordar la discusión de ayer.

Y al parecer no era el único, Joel tampoco hablaba mucho.

Nos fuimos en su Hybrid negra, zabdiel en el asiento del copiloto, claro, y yo acurrucado atrás, mirando a través de la ventana polarizada.

Recordé cuando íbamos solos los dos, yo en lugar de zabdiel, y deseé fervientemente que ahora, zabdiel se borrara de la escena y al instante me sentí mal, traicionero.

Suspiré, empañando el cristal negro.

-Erick, ¿tienes alguna idea para el traje?-me preguntó zabdiel.

-¿Ah?-musité, encerrando mis pensamientos en algún cajón de mi mente.

-Sí, algún color que tengas ya en mente-me miró.

-Oh, bueno... no, en realidad-me encogí de hombros.

-¡Yo sí!-anunció- Creo que escogeré uno en tono tinto-me dijo, pero luego miró a joel- ¿Te gustaría?-le preguntó.

-Te verías unico con ese color-respondió.

Algo me picó cerca del pecho, como si una aguja se me enterrara en el corazón: me giré de nuevo a mirar hacía la ventana, tratando de ignorar la situación.

Joel condujo hasta una calle que estaba repleta de tiendas de Trajes de gala, como si fuera alguna calle de Nueva York, así me pareció.

Al bajar, zabdiel me tomó de la mano y me hizo apresurar el paso, mientras que Joel nos seguía detrás.

Entramos a una tienda que en sus vitrinas exhibía tres preciosos Trajes en maniquís blancos y sin cabeza.

Al instante, la calefacción del lugar me abrigó el cuerpo, ya que afuera estaba frío.

-Mira esos trajes, Erick-zabdiel señaló hacía su derecha, mostrándome tres trajes en tono negro.

-¿Puedo ayudarle?-preguntó una señora amable, que tenía el cabello color caoba acomodado en un peinado de estética, con un acento italiano apenas reconocible.

-Sí, estamos buscando trajed para una fiesta elegante-dijo zabdiel y luego le sonrió.

-¿De noche?

-Sí.

-Síganme-dijo ella y caminó más al fondo de la tienda.

Zabdiel me hizo seña de que lo siguiera y luego volvió a girarse para seguir a la señora.

Apenas iba a dar el primer paso, su mano me ató del antebrazo, con fuerza pero sin causarme daño alguno, no hizo falta que me girara para comprobar que era
Joel, conocía sus manos muy bien.    




Pregunta sería...

¿Extrañan mis notas al final de cada capítulo(notas de autor)?

Manual De Lo Prohibido/Joerick [Adaptación] ||Terminada||Where stories live. Discover now