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—Perdón—dijo Richard, ya que yo me había quedado sin voz.

—Oh, no te preocupes, Richard—se levantó zabdiel del sofá y se acercó—. ¿Ya te vas?—preguntó, medio consternado.

—Sí—dijo él.

Me empujó discretamente por la cintura, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido.

Medio reaccioné.

Seguí a Richard hasta la puerta y él notó mi reacción.

—Nos vemos luego, chicos—dijo Richard y dijo adiós con la mano a Joel y a Zabdiel.

Entonces se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiñó el ojo.

Me quedé parado allí, analizando lo que Richard acababa de hacer, o mejor dicho, el porqué lo había hecho.

—Adiós—musité por fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Richard

Me giré y los ojos inquisidores de zabdiel me acusaron mientras que los de Joel me miraban como si estuviesen furiosos.

Pero eso era imposible, ¿no? No puede cabrearse tanto por una estúpida rosa.

Porque... esa era la razón, ¿no?Se limitó a intimidarme y cuando lo notó dejó de hacerlo y bajó la mirada.

—¿De qué hablasteis tú y Richard?—preguntó zabdiel, la curiosidad que siempre había existido en él ahora me resultaba extrañamente fastidiosa.

—De nada importante, ya sabes—me encogí de hombros—, su tía, la cena—dije, divagando un poco—¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia—inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.

—Pero...

No dejé que zabdiel terminara e interrumpí el sonido de su voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco.

Llegué hasta el último piso y revisé en el buzón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, lo poco que pude entender.

Arrugué los papeles y los hice una bola mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire.

Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

La puerta se abrió a mis espaldas y antes de que pudiera articular algún pensamiento, su voz me distrajo.

—Necesitamos hablar—me dijo Joel haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.

De pronto me asusté.

¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a zabdiel? Le miré con ojos angustiados.

Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.

—¿Qué pasa?—pregunté.

—¿Qué fue eso?—me dijo, con el mismo tono de voz.

—¿Que fue qué?—esto parecía un juego de palabras.

Manual De Lo Prohibido/Joerick [Adaptación] ||Terminada||Where stories live. Discover now