Pequeñas reglas || HunHan ✔

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☕️ «Folla a la fiera, decían. No te enamorarás, decían» ☕️

El suave tintineo que producen las llaves al resbalar de la mesita y golpear contra el suelo, se pierde al instante en que sus labios se encuentran y los brazos del pelinegro rodean su cuello. La dulce melodía que forman sus jadeos, acalla las voces de los conductores que presentan el noticiero nocturno y la imagen de estos queda atrás cuando sus cuerpos se deslizan por el pasillo que conduce a la recámara.

Según la programación, pasan de las diez y es probable que esa noche vuelva a nevar. Hace frío, como es normal en enero, pero en la pieza principal la temperatura va en aumento. Dedicando una sonrisa socarrona al pelinegro que ha caído de espaldas sobre su cama, Sehun se asegura de hacer desaparecer la delgada prenda que separa sus deseos de la atractiva realidad. Una realidad con mirada fiera y lengua viperina.

— ¿Esperas una invitación? — gruñe Luhan desde su sitio, con aquel deje de cinismo muy propio de él, que su compañero nunca ha conseguido ignorar.

Han pasado dos meses desde que el color negro tiñera sus cabellos, dándole una imagen ligeramente fría y feroz que no ha hecho más que calentar a Sehun desde que lo vio transformado en uno de sus tantos encuentros. Observando con cuidado al chico que yace bajo él, el menor de ambos no puede evitar reparar en ciertos detalles que antes no habían capturado su atención, pero que consiguen en segundos remover muchas sensaciones en su interior.

El brillo deslumbrante que cubre los ojos de su compañero o el suave color rosado que tinta sus mejillas mientras se remueve contra el colchón, logrando que sus cabellos se vuelvan un verdadero lío.

— Tranquilo, gatito. No es necesario que saques las garras — Sehun repone, sonriendo, en un intento forzado por mitigar la explosión de emociones que todavía invaden su mente y cuerpo.

— No me llames gati-

El roce de una mano firme rodeando su miembro lo manda callar. Sehun ha desistido de provocarlo más de la cuenta y optado por dedicarse a lo que los ha reunido en su apartamento, en primer lugar. Jadeando al instante en que los movimientos del rubio se aceleran sobre su eje, Luhan se deshace bajo las caricias de un hombre que ha sabido dominarlo desde su primer encuentro y no puede evitar cerrar los ojos para dejarse sobrecoger por la emoción de estar siendo complacido.

Con roces que ascienden y descienden sobre su entrepierna y caricias sutiles que se encargan de atender sus testículos, el menor lo guía con paciencia hasta aquel punto donde Luhan ya no puede hacer más que corresponder a sus movimientos, empujando sus caderas y construyendo oraciones que más asemejan ser desesperadas súplicas.

Inclinándose sobre él para atrapar sus labios en un movimiento que al pelinegro le sabe hambriento, Sehun lo distrae de la inminente intromisión que está por sufrir, cuando su mano se aparta de su miembro y busca a tientas el punto que ha memorizado para irrumpir dentro del mayor. Los juegos previos que tanto irritan a Luhan alcanzan su final y él no podría pedir algo mejor, cuando su acompañante comienza el proceso de dilatación.

— Realmente estás húmedo, hyung — se mofa el menor — ¿Es tanto tu deseo por sentirme dentro? — realizando sus deberes con precisión, preparando al mayor bajo su cuerpo para recibirlo una vez más, Sehun no necesita ingresar los tres dedos porque es bastante consciente de lo mucho que ambos se han encargado de acostumbrar a sus cuerpos a entregarse al contrario.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde su primer encuentro?

La despedida de soltero que Baekhyun organizó para Minseok y su novio (un completo tonto, en opinión de Luhan, llamado Jongdae) todavía vive nítida en su memoria y es que, fue en ese evento donde fue a encontrarse con Oh Sehun, el tipo rubio y de sonrisa seductora que lo encantó con tragos de tequila y una impresionante habilidad para bailar. Dejar la fiesta con los labios del menor dejando marcas en su cuello es una de las mejores decisiones que ha tomado en la vida, sin duda alguna.