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☕️ «Celos, detalles y batas» ☕️

La puerta del restaurante se cierra a sus espaldas, el frío le golpea con fuerza apenas llegar al aparcamiento, pero sus ojos continúan buscando a la persona que le ha obligado a salir corriendo del lugar. Nunca habría imaginado encontrar al pelinegro en el negocio de Jongdae y sin embargo, parece que la suerte le ha sonreído porque después de tres días, Luhan ha ido a atravesarse abruptamente en su camino.

Ni siquiera tiene que hacer un verdadero esfuerzo para encontrarlo y es que, parece que el chino está teniendo una batalla contra sus propias llaves. No es que el rubio quiera mofarse, pero en su opinión, el pequeño ciervo parece estar perdiendo el encuentro. Se pregunta que hace en medio del sitio, congelándose hasta el trasero, cuando su amigo pelirrojo acababa de ordenar dos grasosos emparedados.

— ¿Necesitas ayuda? — pregunta, ni bien hallarse a un par de pasos del mayor. Al frente, Luhan deja caer las llaves, sorprendido al escuchar la voz del rubio a sus espaldas y antes de que pueda recuperarlas, es Sehun quien se acerca y las recupera.

— Gracias, pero puedo hacerlo yo solo — se queja. Debe marcharse antes de que sus emociones desborden y sea imposible mantener el control sobre ellas, pero toda fortaleza parece resquebrajarse cuando el rubio le sonríe y toma su mano para devolverle las llaves.

— Tienes frío — dice y no le está cuestionando — Ya sé que odias a Dae, pero su café es bueno. ¿Por qué no entras? —

— Estoy ocupado, a diferencia de otros, no tengo tiempo para perderlo con mis amigos — Luhan responde, siendo bastante consciente de la forma en que ha formulado la última palabra. Sehun arquea una ceja, confundido con su actitud.

Desde que lo conoce, ha sido la actitud mordaz y esa mirada feroz que el chino posee, lo que le hiciera sentirse interesado. Jongdae le dijo desde el primer momento que involucrarse con una fiera como Luhan no era una buena idea, pero en opinión de Sehun, no hay nada más sexy y caliente que ver al mayor dirigiendo sus garras contra su yugular. Es peligroso, claro, pero no desagradable.

En esos momentos, sin embargo, le parece que el zarpazo no ha sido enviado en su dirección, aunque ello no quiere decir que tampoco sea culpable. ¿Qué ha hecho para merecer la descarga de ira de Luhan? Ha pasado tres días sin verle, primero porque su teléfono tuvo que pasar un día entero conectado para recobrar el conocimiento, después por culpa de los horarios tan apretados que ha tenido y más tarde aún, porque le pasó por la cabeza que si Luhan no llamaba, debía estar tan ocupado como él.

— De acuerdo — le concede Sehun — Imagino que debes ir al hospital justo ahora. Llámame cuando tengas un rato libre, sabes que siempre es un placer ayudarte a liberar estrés — sus manos buscan la cintura del chico frente a él y aunque no quiere (él realmente debe marcharse y recuperar el control de sus emociones) Luhan se deja hacer, porque adora la forma en que el rubio le toma, como si mano estuviera hecha para amoldarse a su cintura.

De alguna forma, Sehun acorta el espacio hasta que este parece desaparecer y su nariz traza una fina línea sobre su mejilla, dibujando un camino que no se detiene hasta llegar a sus labios. Luhan responde a la caricia sujetándole los hombros y levantándose sobre sus puntas, sólo por recordar que disfruta los pocos centímetros que el otro le saca de altura. Podrían perderse en el beso que comienzan, de no ser porque Baekhyun decide aparecer.

— ¿En serio? ¡Tuve que pedir que empacaran el almuerzo! ¡Pudiste decirme que no tenías hambre de emparedado antes que gastara mi dinero! — se queja. Sehun se ríe sin poder evitarlo y ahoga el sonido hundiendo el rostro contra el cuello de Luhan. Por encima de su hombro, el pelinegro dirige una mirada apenada a su amigo.

Pequeñas reglas || HunHan ✔Where stories live. Discover now