Pequeñas reglas || HunHan ✔

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☕️ «De notas, recuerdos y pedidos de ayuda» ☕️

La luz de una farola se cuela entre las rendijas de las persianas a medio cerrar, reflejando suavemente el interior de la habitación donde un chico duerme, con el rostro hundido contra la almohada y las piernas extrañamente enredadas a la sábana. Sehun lo observa desde el marco de la puerta, sin ser capaz de procesar que — en realidad — Luhan está ahí.

No ha ido a follar y se ha marchado tras un encuentro apasionado, sino que ha aparecido en su apartamento para cuidar de él luego de saber que estaba enfermo y se ha quedado a dormir solamente porque él lo pidió. Sin haberlo planeado, ha conseguido que el pelinegro rompiera dos de sus reglas y aunque no debe cantar victoria antes de tiempo, el menor está seguro de conseguir que pase lo mismo con el resto.

Acercándose para desenredar la sábana de las piernas de Luhan y arroparlo como es debido, Sehun lo mueve con cuidado para no despertarlo y una vez hecha su tarea, regresa a su lugar. El dolor de cabeza ha pasado, la fiebre ha bajado, pero el cuerpo todavía le duele y sólo ha despertado a media noche debido a la sed. Le toma un par de segundos acomodarse junto al mayor y cuando está pensando en cerrar los ojos y volver a dormir, las manos del chino se deslizan sobre su pecho y sus ojitos de ciervo resplandecen en medio de la oscuridad.

— ¿Cómo te sientes? — pregunta, su voz siendo un susurro adormilado que indica que no ha despertado completamente.

— Bien, ya no tengo fiebre — una tenue sonrisa se dibuja en su labios, aunque no está seguro que Luhan vaya a verla a causa de la poca iluminación. El pelinegro toca su rostro, como queriendo confirmar lo que ha dicho y una vez hecho, un suspiro escapa de sus labios.

— Genial. Me preocupaste bastante hace rato —

— Lo siento, no sabía de ti. Esperé mucho tiempo y no me importó cuando empezó a nevar. Jongin se llevó mi carro y tuve que ir al hospital en autobús y esperarte en el aparcamiento — le explica. No es el momento, pero Sehun quiere hacerlo y al final, parece que a Luhan le sienta bien escucharlo.

— Sólo no vuelvas a hacerlo. Acabo de descubrir que no me gusta verte enfermo — le dice — Es temprano, ¿dormimos un poco más, Hunnie? —

«Hunnie». Ha pasado un largo tiempo desde que alguien lo llamó así y es que, sólo su madre ha considerado bien utilizar aquel diminutivo. No es un mote empalagoso, no es una palabra de amor, pero es lo que Sehun conoce como la muestra más sincera de cariño y ternura, así que su corazón se acelera al escuchar a Luhan llamándolo así con el coreano aprendido bajo su acento chino y la suavidad con que sus labios vocalizan cada letra.

— Descansa, bebé, lo necesitas —

Un instante después, Luhan se mueve hasta acurrucarse contra él. Sus manos abrazan su cintura y su cabeza reposa a la altura de su pecho, Sehun lo envuelve sintiendo que su corazón podría salir desbocado de su pecho y preguntándose si acaso, el otro es capaz de escuchar lo rápido que son sus latidos. Se da cuenta que sus cuerpos encajan perfectamente con el del otro y con ese pensamiento, se queda dormido.

Por la mañana, la luz entra a raudales en la habitación aunque las persianas siguen entreabiertas y a su lado, hay un vacío donde Luhan pasó la noche. No parece probable que se haya marchado hace poco y es que, el reloj anuncia que están a punto de dar las ocho. La desilusión golpea a Sehun sin que él pueda hacer algo para evitarlo y es que, en sus sueños, deseaba despertar y ver al chino entre sus brazos.

¿Y si llama a Jongin para anunciar su enfermedad y faltar ese día a la práctica con el grupo? Todavía siente el cuerpo entumecido, la garganta dolorida y es probable que tenga tos, pero Sehun no es de los que faltan a la academia incluso estando enfermo y no pensaría en hacerlo, ahora que las prácticas para el Dream Concert han comenzado. Sin remedio, se pone de pie y a falta de tiempo para ir donde Jongdae y desayunar algo decente, el rubio tiene que ir a su cocina y buscar lo primero que luzca comestible.