Monotoma

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Son las 7:40 de la mañana en la ciudad. ¿Qué significa esta hora para ti?, para algunas personas, ya van en camino ó están en sus respectivas labores empezando otra jornada, hay otros que ni siquiera se han levantado de la cama y su narradora estaría en la primera clase de la jornada escolar cabeceando por desvelarse la noche anterior.

Pero ahora, nos enfocaremos en el caso de esta chica de cabellos negros timados de azul, ella va muy tarde hacia el trabajo y ahora la puedes ver corriendo por las banquetas de la ciudad y maldiciendo el no haber checado dos veces la noche anterior si puso la hora correcta en su despertador.

Puede que pienses que está exagerando, después de todo ella es su propia jefa. Pero claro que tiene una buena razón para estar corriendo como si estuviera siendo perseguida, para las 8:00am los clientes ya están llegando al lugar, así que debe de llegar al menos 15 minutos antes de las ocho para preparar las cosas, limpiar el lugar y encender la maquinaria que prepara las bebidas.

La chica logra llegar a su destino, jadeando por culpa del aire que le fue arrebatado al correr. Conforme más se acerca al lugar, poco a poco nota detalles que la calman poco a poco, por ejemplo, que ya las luces del local están prendidas al parecer, al igual que la pizarra que normalmente ponen en la entrada para dar avisos o promociones (esta, afuera, al lado de la puerta) ya está en su respectivo lugar y las pocas mesas de afuera ya están acomodadas junto con las sillas.

La chica de cabellos azules se siente más alivianada; al menos su socia llego antes que ella para abrir el lugar y reduce el paso para tomar un poco de aire en el camino que le queda.

Se detiene en seco antes de entrar, limpia el sudor de su frente con el cuello de su playera de rayas celestes, acomoda un poco el fleco que se pegó a la frente gracias al sudor y con mucho valor, se prepara para presentarse dentro el local.

Pero antes de siquiera tocar el picaporte, la puerta es abierta abruptamente por Perla; su socia quien la estaba esperando para hablar de algunos asuntos.

—Ahí estás, Lapis Lazuli.-Reclama Perla.-Por un momento pensé que ya no ibas a llegar.—

—Me quede dormida, no me fijé si puse bien el despertador la noche anterior.—explica Lapis entre jadeos agitados.

Perla rueda los ojos con fastidio y toma asiento en una de las sillas del lugar.—No vuelvas a dejarme para luego preparar todo yo sola.—

—Oye, lo siento. Me equivoqué al poner el despertador y me desperté gracias a que el teléfono no dejaba de sonar de tanto que llamabas.—le contesta mientras se coloca su uniforme que consistía de un delantal de cocina color menta con el logo del establecimiento.

—Bueno, lo que importa es que al menos ya estás aquí.-comenta Perla como una forma de calmarse.—Peeero cambiando el tema, ¡te tengo muy buenas noticias!—.

Lapis levanta la mirada con interés y toma asiento con Perla—¿Que pasó? ¿Amatista ya te propuso matrimonio después de 84 años?—bromea la peliazulada.

Perla carcajea nerviosa.—No exageres, solo llevamos juntas desde, ¿que será? finales de preparatoria.—

—Aún recuerdo cuando me llamaste en medio de la noche para contarme que ambas tenían sentimientos correspondidos y ella te beso bajo la lluvia y otras cursilerías provenientes de libros de romance genéticos.—cuenta Lapis exagerando su voz para que suene como actriz de un mal doblaje.

—Te estás saliendo demasiado del tema,—Corrige Perla sonrojada por las cosas que le dice Lapis y la manera tan boba que las comenta.—Aunque, ahora que incluimos a Amatista en el tema...—Perla se levanta de la silla y toma un portafolio que saco de su bolsa.

—Aquí están los carteles para promocionar el lugar, tuve que corregirle muchas veces la ortografía a Amatista para que quedarán bien.—Perla le entrega uno de los muchos carteles a Lapis para ver qué opinaba del trabajo de Amatista.

Lapis toma los papeles y empieza a ojearlos con tanta maravilla, a ella siempre le gustaron los trabajos de la pareja de su amiga.—Esta vez hizo un mejor trabajo con estos, me fascinó lo que hizo aquí con el título del lugar.—exclama Lapis con una pequeña sonrisa en su rostro.—Por cierto, ¿Que hay del que promociona los jueves de escritores?—

—Bueno. Amatista está trabajando en ellos, tu ya sabes lo ocupada que está con su banda.—explica la chica.—Pero no creo que vayan a tardar tanto, me impresiona lo rápido que le ha avanzado al diseño.—

—Oh, no te preocupes. Solamente preguntaba para saber si Amatista necesitaba algo, no la quiero presionar.—

De pronto, suena la campanilla de la puerta junto al sonido de pasos que están caminando hacia la caja.

—Huh, alguien llegó antes de que Sadie siquiera llegara.—comenta Lapis.

—¡Yo lo atiendo!—Aclama Perla casi que corriendo hacia la caja registradora.

Lapis ríe por aquella acción tan infantil de su amiga y se levanta de la silla.—Muy bien,—la chica se truena los nudillos.—Ya empezó el día.—se susurra a sí misma para dirigirse detrás del mostrador.

—Bienvenido a Wanderlust ¿qué se le ofrece?—Pregunta la chica de ojos celestes con una ligera sonrisa en su rostro.

(...)

El cálido sol de verano ya se está escondiendo como siempre lo hace con el fin de mostrar aquellos primeros trazos de la noche lo cual provoca la luz tornarse en un rosa melon.

Los últimos clientes ya están saliendo del local, ahora solo se escuchan a dos amigas de toda la vida hablando acerca de distintas cosas, una está limpiando la barra y otra está terminando de barrer el piso.

—La verdad creo que tú y ella serían muy buenas amigas, ella es algo directa del mal modo pero créeme que es muy tierna.—concluye Perla.

—Hmm...Puede que si, tú sabes que yo no soy de hablar con gente que apenas conozco.—Rectifica Lapis cerrando la cocina.—Aunque voy a intentarlo, tal vez si sea alguien que valga la pena.—

Perla guarda la escoba en el pequeño armario donde almacenan las cosas de limpieza.
—Me alegra que te salgas de tu zona de comfort.—comenta Perla alegre.

Lapis muestra una sonrisa ligera y saca el celular para checar la hora.—Bueno, supongo que ya debo de irme, no quiero perder el autobús.—Lapis recibe sus llaves del mostrador junto a su bolso y abre la puerta para salir del lugar.

—¡Oye Lapis, antes de que te vayas, Amatista va tocar en un bar cerca de aquí esta noche, dijo que tenía unas canciones nuevas para la ocasión, ¿me acompañas?—

—Esta noche no puedo, voy a cenar a casa de mis padres por el cumpleaños de Steven.—explica la peliazulada desanimada.

—Oh, es cierto.—Perla agarra sus cosas de la silla.
—Bueno, no pasa nada, solo saluda a Steven de mi parte, nos vemos mañana.—se despide Perla.

—Si, te veo mañana.—responde Lapis antes de salir del local y empezar su camino a la parada de autobús.

Es una caminata tranquila por la ciudad, Lapis se toma su tiempo de aquel paseo para apreciar la avenida de todos los días, esa que siempre está con gente pasando por las banquetas o cruzando calles y repleta de trafico que se hace en la mañana y una parte del medio día.

Siempre se le ha hecho extraño como de una calle tan ocupada, se vuelve una avenida completamente sola en cuanto el sol se esconde para ser remplazada por el manto de la noche, sin contaminación auditiva, sin gente empujando, solo el silencio de la noche que domina las calles junto con las luces de los faroles.

Hoy fue un día normal para Lapis Lazuli.

Hoy nada esa fuera de su lugar.

Tal y como el día de ayer ó antier, al igual que el día anterior y la semana anterior junto al mes anterior y el año anterior.

Todo es y siempre será la misma melodía que se repite una y otra vez.

Pero lo que ella nunca se esperaría, es que hoy sería el último día en el que todo sería monótono para ella.

Hoy es el último día en el que verá las cosas de la misma manera.

El dilema Lazuli.Where stories live. Discover now