Extranjera

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Perla y Lazuli están preparando el lugar para antes de que la clientela venga.

Los postres ya están en las vitrinas para empalagar a quienes los prueben.

Las máquinas ya están prendidas, impregnando el lugar con aquel inconfundible olor a café que merodea por la tienda.

Incluso si aún no hay gente en el lugar, se puede sentir en el aire aquel ambiente amigable que caracteriza tanto a la cafeteria de Wanderlust, ese que hace a quien sea sentirse en casa.

Ambas chicas están en la cocina haciendo uno de los postres más populares del lugar, Perla se encarga de la masa de chocolate quien checa de vez en cuando la receta apuntada en su teléfono mientras que Lapis mete al congelador las figuras de helado con el fin de que no se derritan mientras las galletas estaban listas.

En cuanto Lapis cierra la puerta del congelador, ella se recarga en la mesa donde Perla está trabajando, solo para ver si necesita algo. Ambas están en silencio absoluto, una se queda junto a ella en una distancia razonable viendo como la otra moldea la masa con el rodillo y de vez en cuando toma el cortador de galleta para formar las figuritas de gato.

Mientras la de cabellos azules merodea con la mirada por el área donde trabaja su socia, de alguna manera su atención llegó al cuello de su amiga, una parte específica para ser más exactos que tenía una marca parecida a un moretón, uno bastante reciente.

Lapis no lo puede evitar y comienza a sonreír dejando salir unas pequeñas risas que ella fallaba en esconder.

Perla deja de hacer lo que estaba haciendo en cuanto escucha esas sospechosas carcajadas y le dirige la mirada.

—¿Y ahora que hiciste?—Pregunta Perla algo preocupada.

—¿No debería ser YO ser la que pregunta eso?—Cuestiona retóricamente mientras hace lo más que puede para controlar su risa.

—Pues yo no soy la que se está riendo como si le acaba de rayar el rostro a alguien.

—Pero si la que estuvo repitiendo el nombre de su amante toda la noche.

En tan poco tiempo, Perla tenía el rostro totalmente colorado y en un movimiento apresurado y algo torpe, la chica saca un espejo compacto que normalmente guarda en su bolsillo.

—¡AGH, LE DIJE A AMATISTA QUE NO HICIERA ESO Y MUCHO MENOS CUANDO TRABAJO EL DÍA SIGUIENTE!

Lapis simplemente ya no pudo contenerse ni un solo minuto más y descaradamente, se comienza a reír en su manera tan característica, haciendo a Perla mucho más incómoda.

Nisiquieratuvequeinsistir.—balbucea entre las fuertes carcajadas—Tú misma tedelatastes.—

—ESTA BIEN, ME ATRAPASTE.—Admite Perla siguiéndole el juego a Lapis.—En cuanto llegamos al bar, al parecer el lugar había "olvidado" que la banda de Amatista vendría y terminaron dándole el lugar a unos niños que se creían la gran cosa. Así que salimos de ahí porque...no era un buen ambiente que digamos.—

—Oh...que mala suerte, pero al parecer eso no arruinó la noche.—comenta la peliazulada.

—¡Por supuesto que no lo hizo!—corrige la ojiceleste un poco menos avergonzada.—Después de aquel giro de eventos, salimos a cenar a un lugar de pizzas y luego llegamos al apartamento a...

—¡HACER TIJERITAS Y NO NECESARIAMENTE COMO EL JUEGO DE MANOS!

—¡Y LUEGO TE PREGUNTAS PORQUE ESTAS SOLTERA!—le grita irritada mientras se cubre la cara con sus manos y se ríe con Lapis de aquella broma tan vulgar para ella.

El dilema Lazuli.Where stories live. Discover now