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SeokJin tenía la visión bastante borrosa debido a la constante acumulación de lágrimas en sus ojos, así que su trabajo en la librería estaba siendo algo deficiente. Sus empleados le preguntaban cómo se encontraba hasta el punto de ser molesto, pero él no podía reclamar, al fin y al cabo estaban preocupados por su estado.

Por eso, en el momento que JiMin tocó la puerta de su oficina cerca de las cuatro de la tarde, creyó que era para seguir con el mismo tema.

—¡Estoy bien, JiMinnie! —le dijo con su voz más nasal que de costumbre, debido a los síntomas—. No te preocupes…

—No es eso, hyung —el joven lo interrumpió—. Él está aquí y desea hablar con usted.

SeokJin inmediatamente se levantó de la silla, mientras que su corazón comenzó a latir como loco. Temblando de los nervios (y otra sensación que no pudo describir) se acercó a abrir la puerta.

Allí se encontraba JiMin, y detrás de él, su Alma Gemela.

El chico era bastante más alto que JiMin, quizás de la misma estatura que SeokJin, y aún así parecía estar escondiéndose tras el más bajo. Evitaba mirar a SeokJin, concentrando su vista hacia el suelo, con una expresión temerosa.

—Creo que los dejaré solos —manifestó un incómodo JiMin, dejando al joven con él. Amablemente, SeokJin le indicó que ingresara. V no tardó en obedecer, quedando de pie justo delante de su escritorio.

SeokJin, en vez de sentarse en la silla, y para tener más cercanía con el muchacho, se sentó sobre la mesa, viéndolo de lado. El menor se alejó enseguida y no apartó la vista del suelo.

De inmediato notó que tal como él, V tenía sus ojitos azules lagrimeantes e hinchados, con la nariz roja. Se veía realmente adorable en un traje semi formal y el pelo correctamente ordenado, como si se hubiese preparado especialmente para la ocasión.

Para SeokJin.

—Vaya, esto es incómodo… —mencionó el mayor. Podría jurar haber visto a su chico temblando despacio cuando comenzó a hablar.

—Lo sé —dijo el joven, y SeokJin comprendió. Fue un remolino que se expandió por su columna vertebral e hizo que cosquilleara su nuca, como si aquella voz provocara un montón de sensaciones placenteras en él.

Definitivamente deseaba volver a escucharlo.

—¿En qué se diferencian un árbol y un borracho? —le preguntó de repente.

V frunció el ceño, y muy despacio, giró los ojos hacia su dirección, sin mirarlo del todo aún.

—¿Cómo?

SeokJin soltó una risita traviesa y repitió:

—¿En qué se diferencian un árbol y un borracho?

El chico tardó en responder.

—No lo sé… —musitó nervioso.

SeokJin suspiró, apreciando el perfil fino del chico para responderle:

—En que el árbol empieza del suelo a la copa y el borracho de la copa al suelo.

Hubo un silencio atrapante que dejó a SeokJin en ascuas. ¿Por qué él no se reía de sus chistes? Siempre los usaba para calmar la tensión con los clientes difíciles, y ahora, en un momento crucial de su vida, eso no estaba funcionando.

Su estómago rugió de impaciencia.

—Ya entiendo —dijo V, y al fin se dignó a verlo a los ojos.

Demonios. Cuando sus ojos se encontraron fue como si el corazón de Jin hubiese explotado. Toda su existencia ahora tenía sentido de un mágico momento a otro. Él sintió ganas de gritarle al muchacho lo hermoso que era, lo agradecido que estaba de que hubiese vuelto por él. Quiso abrazarlo hasta que sus huesos tronaran.

Pero no lo hizo.

—Es un chiste fácil de entender —dijo en su lugar.

V alzó una ceja y aclaró:

—No me refería a… olvídalo —concluyó el muchacho, para luego volver a mirar el suelo.

Vaya, había olvidado que su chico seguía siendo muy esquivo.

—Soy Kim SeokJin —se presentó animadamente, cambiando el tema—. ¿Le dirías tu nombre a tu Alma Gemela, pequeño?

V hizo un mohín, mirándolo de reojo, y dijo muy bajito:

—Pero es un secreto…

—Entonces guardaré tu secreto, V.

Una expresión indecisa se asomó en la cara del chico, y eso a SeokJin no le gustó nada. A pesar de que hablaban por primera vez, le disgustaba la idea de que su Alma Gemela desconfiara de él.

—Con una condición —finalmente propuso V, sintiendo un calor intenso en sus mejillas.

—¿Una condición? ¿Cuál? —quiso saber SeokJin.

—Que no se lo digas a nadie.

—Oh, no te preocupes. Será nuestro secreto –aseguró el mayor—. Dime tu secreto, V.

El joven se lamió los labios, nervioso todavía, y luego con el semblante serio dijo esas tres sencillas sílabas que SeokJin deseaba tanto escuchar.

—Kim TaeHyung.

AZUL #taejinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora