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—Kim TaeHyung —repitió SeokJin, saboreando su nombre.

A TaeHyung le gustó escucharlo de sus labios. La voz de Jin era suave, muy adorable. Deseó que el joven volviera a llamarlo, pero no podía exponerse de ese modo.

Siguió con su vista hacia abajo, sintiendo la mirada constante de su Alma Gemela sentado al lado suyo, pero de frente. Estaban en la oficina del tipo, llena de libros y archivos por todas partes. A TaeHyung le gustó el lugar también.

—Sí, ese es mi nombre.

—Y bien, TaeHyung —el muchacho sintió que se le erizaba la piel. SeokJin era realmente un caso muy especial—¿Qué libros quieres?

Oh, el reclamo. Lo había olvidado totalmente.

SeokJin se alejó de él y tomó un lápiz que estaba encima de la mesa, además de un post it de color rosa. Se acercó otra vez y se los ofreció a TaeHyung.

—Anótalos y te los regalaré —agregó SeokJin—: cortesía de la casa por las molestias causadas.

TaeHyung lo miró de nuevo… y no es que no le gustara hacerlo, obviamente. El asunto radicaba en que los ojos de SeokJin eran una obra de arte para su vista, tan azules y relajantes, que pensó de pronto se desplomaría en el suelo debido a las sensaciones que le evocaban.

Él no quería perder el control con su Alma Gemela, no quería dar una mala impresión. El hombre se veía bastante decente, educado y agradable. Temía asustarlo.

Se dio cuenta de pronto que llevaban demasiado rato en silencio, mirandose mutuamente. Al parecer a SeokJin no le molestó, claramente podría seguir así toda la tarde. Entonces TaeHyung recibió el lápiz y escribió el título de aquellos libros, que en algún momento fueron su prioridad, después entregándole el lápiz y la hoja pequeña a SeokJin.

—Gracias —habló—. Yo… creo que me iré ahora, no quiero molestarte en tu trabajo...

SeokJin frunció el ceño, y vio a su alrededor. Fue como si recién se diera cuenta donde estaba parado.

—Entiendo, pero tenemos que volver a vernos. Dame tu número de teléfono para poder seguir en contacto contigo.

Eso no fue para nada una sugerencia, de verdad SeokJin se lo estaba exigiendo.

El más joven asintió, y le dio a SeokJin lo que le pedía. No tenía nada de qué quejarse de todos modos.

Cuando SeokJin llegó a casa después, ellos ya se habían enviado mensajes por el móvil. De hecho, TaeHyung lo primero que le pidio fue no escribir su nombre por ese medio. El muchacho de verdad tenía una especie de paranoia con el mundo, por eso consideraba que ya era un gran logro saber su nombre y tener su teléfono.

Sus pocos diálogos se basaban más en “¿Llegaste a casa?”, “estoy cenando con mis padres”, y “voy a dormir ahora, buenas noches”, pero seguía siendo adorable. Ellos aún no conocían mucho del otro, y SeokJin no quería saberlo por un objeto tan impersonal como un teléfono móvil. Así que decidió invitar a TaeHyung a alguna parte su sábado libre, para poder conocerlo mejor.

Le envió el mensaje antes de dormir, esperando que el muchacho aceptara. Cuando despertó en la mañana, TaeHyung había respondido un escueto “Sí”.

AZUL #taejinWhere stories live. Discover now