16. 7 días y de vuelta a la realidad.

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Después de pasar una semana en el hospital, pude regresar a la "comodidad" de mi hogar.
Terminé de abrochar mis agujetas y suspiré, observando aquella habitación blanca con un sentimiento de soledad. Mis padres regresaron junto a la Doctora Marian Damask, quien fue la que me atendió durante toda mi estancia en el hospital.

—Muy bien, Camila. ¿Estás lista? ¿Te sientes bien?—Preguntó neutralmente la Doc. Damask. Asentí.
—A pesar de que hoy te das de alta, debes de venir a algunos cuantos chequeos que te haremos, por la contusión cerebral que tienes.

Mis padres se lanzaron una mirada llena de preocupación, sé que no podrían vivir bien desde ahora, vivirán llenos de preocupación todo el tiempo.
O quizás supe que vivirían así desde que regresé.

El camino de regreso a casa fue largo, el día estaba nublado y con un frío terrible. La carretera por la que íbamos estaba al lado de un frondoso bosque y a mi mente fue inevitable volver a aquel almacén.

Observe el bosque atenta, mientras lo dejábamos atrás, recordé el día en el que todo ocurrió y me sentí tan estúpida, tan molesta y tan triste. Pensé en lo rápido que puede cambiar la vida de alguien, en lo rápido que se puede destruir a una persona.

Que ingenua era cuando pasaba de largo estas cosas, vivía en una burbuja que cuando estalló me dejó tan indefensa.

Al llegar a mi hogar, mis padres rápidamente bajaron mis cosas, recibiendo algunas miradas curiosas de los vecinos las cuales me hicieron sentir incómoda. ¿A caso no tenían nada mejor que hacer? Entré a mi casa y rápidamente me fui a mi habitación escuchando un grito desde las escaleras de mi madre.

—Descansa, cariño. Subiré en un momento más a llevarte algo de comer—Dijo con voz melosa, sabia que estaba nerviosa porque después de decirme cariño la voz se le quebró.

Me acosté en mi cama, la cual ahora se sentía dura. Admire el techo, en el cual había unos dibujos que mi padre me había hecho cuando era pequeña.
En el habían flores pequeñas, caritas sonrientes y muchos corazones. También había estrellas y una luna.
Había pequeños fragmentos de los libros que me leía de pequeña, eran frases que te invitaban a seguir adelante y pensar que la vida era algo hermoso y un reto. Muchas veces, eso me animaba pero no ahora.

Ya no sentía nada al leer aquellas frases, solo eran... palabras. Dependía de mi volver a estar bien y en esos momentos todo lucia tan difícil. Todo se sentía mal.

—¿Cam?—Escuche la voz de mi madre tras la puerta, después de que golpeó tres veces con los nudillos—¿Estás despierta, amor?

—¿Si?—emití, aún desde mi cama.

—Cole vino a verte...—silencio— ¿te sientes con ánimo para verlo?—¿quieres que le diga que te sientes de la mierda?

—Dile que pase—dije después de meditarlo por algunos segundos, sabiendo que Cole no se rendiría e insistiría en entrar. Porque así era él, cuando le preocupaba alguien luchaba por esa persona.

Mi mamá emitió un sonido extraño con la boca, como si deseara emitir algo, pero no lo hizo y simplemente escuché cómo bajaba las escaleras.

Después de unos minutos, escuché como Cole tocaba la puerta para después entrar y dejar la puerta abierta, me sonrió en cuanto lo miré y yo solo pude forzar una media sonrisa.

—¡Hey!—dijo, sentándose en una silla al lado de la puerta, suspiré—Traje un lindo ramo de rosas que tu madre me quitó—dijo riendo.

—Ya sabes que es demasiado obsesiva con cualquier flor—susurré, Cole río levemente. Observo toda mi habitación, tratando de pensar en que decir seguramente.

—Es bueno que estes de nuevo en casa ¿no? Más cómoda—asentí— Aunque siendo sincero, ya me había acostumbrado a la aura tétrica del hospital.

No pude evitar reír. Cole siempre odio los hospitales, después de que murió su hermana, Bianca, jamas volvió a pisar uno... hasta ahora y apreciaba el hecho de que fuera todos los días.

—Yo igual, incluso se sentía calidez después de un tiempo—sonrió. Se acercó un poco a mi y yo retrocedí por instinto, Cole frunció el ceño pero fingió no darse cuenta.

—¿Volverás a las terapias?

Dijo después de un tiempo, me tomó por sorpresa.

—Eso creo... aunque no me apetece mucho ir con alguien que no entenderá nada y fingirá hacerlo.–Respondí amargamente, Cole se encogió de hombros.

—Deberías intentarlo. Por ti.

—Lo sé... solamente que es dificilísimo volver a la realidad—admití.

—Lo entiendo, pero para eso estamos los que te amamos ¿no? Para ayudarte en todo momento.

Sonreí—Que cursi eres, Cole Sprouse. Me das diabetes.

Cole se sonrojo y yo reí, admirando sus mejillas parcialmente rojas y su ceño fruncido.

—Perdón por preocuparme por mi mejor amiga, no vuelvo a ser amable—dijo riendo, sonreí.

Estuvimos en silencio un par de segundos, sonreí con nostalgia recordando un par de meses atrás cuando igual nos encontrábamos así, viendo películas y preocupándonos por los parciales.

Ahora ya no.
Ya no era esa nuestra mayor preocupación.

—Extrañe estar así, contigo. —Admití—Incluso se siente como si nada hubiera pasado...

Cole me miro con una pizca de tristeza en los ojos pero sonrió.

—Seguimos siendo Camila y Cole, C y C. ¿No?—asentí—te sigo queriendo y tú a mi. Nada ha cambiado entonces.

Lo miré con tristeza, sabía que él pensaba que la única que había cambiado era yo. Y era cierto, pero me dolía. Me sentía enferma de ira contra todo. Me sentía tan devastada que me dolía hasta los huesos.

—Te quiero, Cole—susurré, Cole me miro a los ojos y lo sentí.

Sentí lo mucho que me quería y se sintió mejor que cualquier otra cosa. Después de un mes sintiéndome vacía, hoy por fin él me hacía creer que había un poco de esperanza.

Y quizás la había.

No without you, Cole.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin