22. El lago y las sorpresas

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Me apresuro a bajar las escaleras para enfrentar a mis padres, quienes al verme enmudecen.

—¿Cuál de los dos?—Preguntó, sintiendo un nudo en mi garganta. Mis padres saben perfectamente a lo que me refiero—¿Brooklyn o Jason, papá?—pregunté, sintiendo unas pequeñas lágrimas formarse en mis ojos.

Aunque yo ya sabía la respuesta.

Brooklyn es de una familia poderosa, ¡joder! Son la maldita familia más rica de toda la ciudad...

—Samuels.— Dijo.

Mi estómago se estrujó. Brooklyn Samuels no había durado ni tres meses en la prisión. Pensé en todo el daño que me hizo, en todos los golpes que me dio, en todos los besos forzados y en sus "caricias" que quemaban mi piel.

—3 años de cárcel o una fianza de ochocientos sesenta mil. Adivina que eligieron.—Escupió con voz rabiosa mi papá, yo no dije nada porque ¿ochocientos sesenta mil era lo que valía todo el sufrimiento que pase?

Sentí la mano de mi madre acariciar mi espalda, tratando de reconfortarme pero yo únicamente me sentía vacía. Insignificante, yo no valía nada y el juez lo demostró.

Inconscientemente mi mano bajo a la cicatriz que tenía en mi vientre. La acaricié, recordando como Brooklyn intento escribirme con una navaja su nombre, recordé la primera vez que abuso de mi, recordé cuantas veces me amenazo de matarme y recordé cuánto miedo tenía porque no sabía si volvería a ver a mi familia, a mis amigos, a Cole.

Y sobretodo la incertidumbre de no saber si viviría al día siguiente.

Las lágrimas se formaron en mis ojos, pero no me permití llorar. Ya no derramaría una sola lágrima por él.
—Iré a terminar mis proyectos, mañana vuelvo a la escuela—musité, subiendo las escaleras la voz de mi madre me interrumpió.

—No tienes porque volver ya a la escuela, Cam. Puedes tomarte tu tiempo...

Negué con la cabeza.

—Brooklyn no va a arruinar más mi vida, mamá.

Continué subiendo las escaleras hasta llegar a mi habitación, me senté en la cama y comencé a llorar silenciosamente. No sollozaba, no jadeaba o emitía ningún sonido, únicamente dejaba que las lágrimas salieran de mis ojos y cubrieran mis mejillas. Mi cabeza dolía al igual que mi estómago.

Maldito dinero.

[•••]

Llegar a la escuela fue exactamente como lo imaginé, todos me miraban en silencio y eso ya no me incomodaba. Continué caminando hasta llegar a mi aula, me senté en mi lugar de siempre y admiré el salón.

También había extrañado la escuela.

Sentí que alguien me llamó tocándome por la espalda, volteé y ahí me encontré con Melissa Hopper, la dulce niña que me rescato. Me dio una sonrisa y acomodó su gorro azul.

—¡Hola, Cami!—Dijo alegre, le devolví la sonrisa.

—Hola, Mel. ¿Cómo estás?—Pregunté, acomodándome en mi asiento.

—Todo bien, regresaste justo para los finales—dijo, soltando una risilla amigable. Sonreí más grande.

—¡Ay! Tendré que ponerme a estudiar duro, que si no, no pasaré—Dije triste, Mel me acarició el hombro.

—Si quieres te puedo prestar mis apuntes, Cam. Sabes que no es problema para mi.

—Se me olvido que estoy hablando con una genio—dije riendo, Melissa sonrió cómplice.

No without you, Cole.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora