27. El amanecer

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Cuando abro los ojos, lo primero que me encuentro es a Cole, me separo un poco de él y abre los ojos, sonrió y sintiendo mi corazón latir al mil, le digo con toda seguridad:

—Vámonos de aquí.

Él asiente, toma y mano y nos escabullimos rápidamente de aquel gimnasio.

[•••]

Suspiró, observando las estrellas y acurrucándome entre los brazos de Cole, sintiendo su corazón latir suavemente lo miró y me da un beso en la frente.

—No quiero dejarte nunca. Siempre quiero estar contigo—Admito, dándome cuenta de que en dos días me voy.

Y él se va en una semana.

—Daría lo que fuera porque te quedarás—Dice, mirándome a los ojos—pero es lo mejor para ti irte, mi pequeña. No puedo ser tan egoísta de tenerte en un lugar donde todos te miran curiosos y murmuran cosas cuando pasas. —Dijo, para después besar mis nudillos. Mis ojos se llenan de lágrimas y Cole niega con la cabeza—No, pequeña. No llores, todo esta bien. Estamos aquí, juntos...

—¿Pero por qué todo tuvo que ser de esta manera? Tanto tiempo y justo ahora...

—No lo sé. Pero me alegro tanto de que haya sucedido; de poder estar a tu lado y sentirte.

Mi mandíbula tiembla.

»Vamos por un helado—Dice riendo, asiento y tomó su mano.

Fue difícil encontrar un lugar abierto a las  tres de la mañana —aparte de los Burdeles— pero lo conseguimos, entramos a una linda cafetería estilo retro.

La observé detenidamente, había cuadros con fotografías de personas que al parecer habían estado en ese lugar, en su mayoría parejas y niños pequeños bebiendo malteadas y tomando café. «Gracias por su preferencia» decía en letras negras, a su lado había una pared llena de mensajes de vibra positiva.

Nos sentamos en los bancos y esperamos al mesero.

—No creí que hubiera tanta gente bebiendo una malteada a las 3 de la mañana—Dice Cole riendo, observó y es cierto, incluso hay niños.

—Y con este frío—digo incrédula.

Cole toma mi mano, la suya esta cálida. Me tiende su abrigo y yo me sonrojó—póntelo.

—Bienvenidos a Miana's ¿gustan ver la carta u orden directa?—Dice una linda chica con uniforme rojo y una sonrisa enorme.

—Yo quiero un café con leche. —Digo, sonriéndole a la chica.

—Yo quiero un café americano. Por favor.

—¿Algo más?—negamos,sonrió asintiendo—En seguida se los traigo.

Seguimos charlando acerca de temas irrelevantes, dejamos la cafetería a las 4 de la mañana y nos fuimos caminando a nuestros hogares.

—No tengo sueño—admití, Cole me sonrió.

—Ni yo ¿quieres ir a algún lado?

Yo asentí, recordando algo y le dije:

—Yo te llevo, cierra los ojos.

El lugar era tal y como lo recordaba, aún tenía aquel árbol enorme y los columpios de llanta que hicimos hace 9 años, suspiró, recordando todas esas tardes de diversión.

El pasto sigue teniendo ese verde vivo y en él han empezado a crecer pequeñas flores, conduzco a Cole hasta quedar justo frente al hermoso árbol.

—Ya puedes abrir los ojos—digo con emoción.

Cole los abre y tarda en adaptarse a la luz, pero después una sonrisa ancha aparece en su rostro.

—¿en serio? ¿Al lugar en donde me fracture el brazo?—Dice riendo, yo me carcajeo recordando como se cayó del árbol.

—¡No fue mi culpa!—aclaró.

—¡claro que si! ¡Me empujaste!—Rió mas fuerte, recordando.

—¡Tú me querías hacer cosquillas!

Cole sonríe y toma mi mano, llegamos a los columpios de llanta y nos sentamos.

Comenzamos a columpiarnos mientras vemos el amanecer, y no hay nada más bonito que escuchar a los pajaritos cantar mientras estoy tomada de la mano de Cole.

Yo también desearía que estuviéramos así para siempre.

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No without you, Cole.Where stories live. Discover now