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Con pesadez, mis párpados se fueron abriendo

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Con pesadez, mis párpados se fueron abriendo. Aún con la mejilla recargada en la almohada, miré lo que pude, no estaba en mi habitación.
Abrí los ojos de golpe y me levanté, causando que mi cabello suelto cayera en mi rostro. Giré mi cabeza hacia el reloj que estaba en la pared, eran las nueve de la mañana. ¡Me había quedado dormida!

Me moví un poco, sintiendo las sábanas rosario en mi piel, me miré por completo. Estaba desnuda, miré hacia un lado, encontrando el cuerpo de aquél precioso chico con el que había estado la noche de ayer. No había sido un sueño.

Con cuidado me levanté y corrí a la regadera, dándome una ducha rápida, limpiando mi cuerpo. Al terminar pasé por el lavabo, donde había un gran espejo. Me detuve, los vestigios de la noche que tuve ahí estaban, pequeñas marcas amoratadas por mi piel. Toqué con cuidado una de ellas no dolían, pero me hacían sentir más sensible. Esas marcas no eran malas, no había hecho nada malo, solo pude sonreír al darme cuenta de lo que había pasado.

La sonrisa fue creciendo más y más, sentía mi cuerpo llenarse de energía y mi corazón saltar -- literal -- de alegría.

Salí cubriendome con una toalla, dándome cuenta que aquél chico ya se encontraba despierto.

- Buenos días - su sonrisa era ladina.

- B-buenos días - agaché la mirada sonrojada.

- ¿Cómo te sientes? -

No supe como contestar a su pregunta, pues sabía la respuesta pero no podía sacarla de mis labios.

- Bien - alzó ambas cejas.

- ¿ Sólo bien? - se levantó de la cama, totalmente desnudo y eso causó que desviará la vista hacia otro lado. - Vaya, así que te doy el mejor sexo del mundo y solo fue, "bien" - dramatizo.

Rodé los ojos sentandome en la cama, dándole la espalda. Busqué con la mirada mi ropa, encontrandola tirada por la habitación.

- Fue más que bien, yo... se sintió realmente bien. - no lo miraba. - Gracias -

- No lo agradezcas - caminó hacia el baño, cerrando la puerta y volviendo a abrirla al poco tiempo asomándose un poco. - Esperame, me daré un baño y te acompañare a tu casa -

Estuvo a nada de cerrar la puerta pero lo detuve.

- ¡Espera! - me miró confundido. - Dime, ¿cuál es tu nombre? -

Sabía que eso era imposible que me lo dijera, era una de sus reglas, ya había roto una y romper otra...

- Jimin, Park Jimin - sonrió.

Cerró la puerta del baño y me quedé sola ahí en la cama, mi boca estaba abierta y sin poder creerlo. Me había dicho su nombre, él en verdad lo había hecho.

Una sonrisa tonta apareció en mis labios. Con mi mano derecha toqué mi pecho, sentía que la calidez crecía más a cada minuto.

☁☁☁☁

Ambos caminábamos por las calles, habíamos tomado el camino más largo, dándonos la oportunidad de hablar un poco.

- Entonces... tu nombre es Jimin -

- Sí, así es -sonrió un poco.

- Pensé que no rompería más reglas, ahí va otra - alcé ambas cejas.

- Sí, eso fue lo que dije pero... ni yo mismo entiendo las locuras que hago cuando estoy junto a ti - se río y yo me sonroje.

- Eso... ¿Eso debería tomarlo como que estás ligando conmigo? - sentía mi cara totalmente roja y mi corazón latiendo a mil.

- No lo sé, tal vez - volvió a reír.

Su sonrisa era preciosa, era como escuchar campanillas al viento. Realmente hipnótico. Llevé mis manos a mis mejillas y respiré hondo.

- Ah, en verdad eres demasiado coqueto, deberías cuidar tus palabras un poco mas -

- ¿Por qué tendría que hacerlo? Es adorable ver tu sonrojo - cerré un poco los ojos y los volví a abrir mientras seguíamos caminando. - Sí, así mismo -

- Eres todo un  caso - negué con la cabeza.

Ambos reímos después de eso, platicamos un poco más, como si fuésemos amigos de verdad. Resultó que teníamos la misma edad, él estudiaba pero también tenía un trabajo, supongo que lo que hacía era ese trabajo.

No pasó mucho tiempo hasta llegar a lo que era mi casa, ambos nos paramos frente al vallado de color blanco. Mi casa estaba frente a nosotros.

- Supongo que hasta aquí llegó mi escolta - bromeó.

- Sí, supongo que si - sonreí también y me encogí de hombros. - Gracias, Jimin, por todo -

- Ya te lo dije, no tienes nada que agradecerme -

- Lo tengo, pero es algo que no podrías entender hasta que te explicará todo, un día lo haré, lo prometo - sonreí.

Jimin estuvo a punto de decir algo pero la puerta de mi casa se abrió de golpe y mis padres habían salido rápidamente a mi encuentro.

- ¡Eliza! - había gritado mi madre.

Mi madre se detuvo un poco más atrás de donde estábamos nosotros. Mi padre fue el que siguió caminando hasta donde estábamos nosotros, su rostro estaba rojo de la furia y sus cejas estaban fruncidas.

- Papá, déjame explicarte, yo... -

Todo fue tan rápido, la mano de mi padre se había estampado en mi mejilla izquierda. Mi rostro se giro un poco y mis ojos miraron a Jimin, el cual estaba con la boca abierta al igual que ojos totalmente perplejo.

Con mi mano toque mi mejilla, la cual ardía y dolía, con lágrimas empezando a acumularse en mis ojos, mire a mi padre.

- ¡Métete a la casa ahora y jamás volverás a salir de casa! - tomó mi mano con brusquedad y me jaloneo hasta empezar a caminar, él me aventó a los brazos de mi madre. - ¡Y tú, si te vuelvo a ver por aquí, llamaré a la policía!  -

Jimin no había dicho nada en todo ese momento, parecía que todo esto le superaba y no tenia palabras. Lo entendía, ni yo misma entendía bien lo que había pasado.

Cuando entramos a casa después de que azotó la puerta mi papá, empezaron los gritos y regaños.

-¡¿Cómo pudiste hacer eso?!  Saliste de la casa como si fueras una delincuente - yo seguía acariciando mi mejilla. - ¡Te pudo haber pasado algo! -

Intentó acercarse a mí, de un movimiento rápido me deshice del abrazo de mi madre y me alejé. Retrocedi hasta llegar a las escaleras.

- Ustedes no entienden nada, en la vida se puede resolver las cosas sin golpes, no quieran tenerme encerrada como si fuese un animal, a veces los pájaros también necesitan extender sus alas - y subí las escaleras.

En parte había tenido la culpa, por salir sin permiso, por enamorarme de un patán, por no hacer caso cuando me dijeron que me retirará cuando era necesario, por no defender mi libertad y no hacerles entender que era mas fuerte de lo que ellos pensaban.

Me tiré en mi cama y lloré, lloré por todo. Lloré porque, cuando el día había empezado genial, ahora terminaba mal. Lloré porque no podía cambiar las cosas.

Butterfly [Park Jimin] +18Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt