Llego la hora.

1.7K 279 61
                                    

—¡Atención, el príncipe Kim Jong Dae ha llegado!

Eso bastó para que el pequeño roedor saliera disparado de la habitación de la princesa y bajara las escaleras lo más rápido que sus rechonchas piernas le permitían.

—¡Dae estás aquí!

—Hola Minnie —sonriendo lo más que podía recibió entre sus brazos al más chico alzandolo por los aires.

—Te extrañe mucho —hablo son soltar su cuello.

—Solo pasaron dos días —bufo SeHun, quien al ver al nuevo chico chino de la guardia real lo siguió sin pensar.

—Te dije que volvería antes de los previsto —beso su cabello y se alejó tomando su mano —te traje regalos ¿quieres verlos?

—¡Sí! —salto emocionado.

—¿JongDae? —la joven hechicera se puso frente a él —Necesito hablar sobre algo urgente contigo.

—Será después Irene.

—Es sobre ella —susurro tensando al príncipe.

—Dije que será después —habló entre dientes llevandose al roedor con él —¿Te molesto?

—¿Qué?

—Irene te molesto en mi ausencia.

—Mmm te acostumbras a no dejar que te afecten los malos comentarios.

—Esa maldita se las verá conmigo.

—¿Dae?

—¿Qué pasa?

—¿Te puedo hacer una pregunta? A parte de está, claro está —ambos rieron.

—Adelante.

—¿Por qué dejaste de cantar si tanto te gustaba? —dejaron de caminar.

—¿Quién te dijo eso? —se sentaron debajo de un gran árbol en el jardín principal.

—Tu hermana me dijo que durmiera con ella en tu ausencia y habla dormida —tapó su boquita con ambas manos riendo.

—Es algo de lo que no me gusta hablar.

—Pero quiero saberlo.

—¿Para qué? —pregunto tratando de no alterarse.

—Bueno... si seremos esposos...

—¿Si seremos esposos qué? ¿Cancelaras el matrimonio? ¡Por favor! Te dije que estás aquí para que pueda ser un verdadero rey, no porque en verdad te ame, eres solo una simple rat... —se calló al darse cuenta de todo lo que había dicho.

—Una simple rata —susurro dejando caer una que otra lágrima.

—Min...

Sin dejarlo terminar salió corriendo de ahí.

—No se puede transformar y huir, el castillo está hechizado para que nadie externo a el lo haga ¿recuerdas que tú me lo pediste?

—No quiero hacerle daño —susurro mirando a la nada.

—Entregamelo y todos salimos ganando.

—Hazlo.

—Ash, ya te dije que ... ¿Qué dijiste?

—Solo lo hago sufrir más, así que es tuyo —la hechicera sonrió de sobremanera.

—¡Por fin llegó mi momento!

New King / ChenMinWhere stories live. Discover now