「jenny, ojos de aceituna」

160 19 4
                                    

Jenny, en tardes como esta me siento tan sola

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jenny, en tardes como esta me siento tan sola... Mirándote así, tan cercana, ante tus ojos verdes como aceitunas, me pregunto... ¿Incluso en primavera solo yo anhelaba depender de ti? Oh, Jenny, tú tampoco tienes por qué sentirte abandonada. Ni siquiera ahora soy capaz de soltarte. ¿Recuerdas al hombre que me molesta? Sí, sí, hoy volvió a hacerlo, vi su estúpida, punzante sonrisa y no pude contenerme más... Jenny ¿te asusto? Perdón. Perdón. Aunque he seguido tus murmullos en la noche, ahora estoy quebrada, tan pobre. Una mancha de sangre suya tiñe mi camisa. Sé que es vergonzoso, pero, ¿no estás orgullosa de mí, aunque sea en el fondo? Por vez primera me defendí y aún así estoy en problemas. ¿Qué debería hacer? ¿Qué debo hacer? Maúlla, Jenny, respóndeme una vez más. Los relámpagos caen y yo desearía ser atravesada por uno de ellos, estallar y estremecerme como tú lo hiciste aquella noche... Jenny, nos parecemos tanto. Jenny, te necesito. Anda, ven, lame mis lágrimas como cada crepúsculo a solas, con tu lengua rasposa. Solo por ti es que puedo vivir. Solo por el peso de tu cuerpo sobre mis piernas torcidas, deformes; mi abdomen, y mis pechos reducidos; tan pequeña, oh, en rojo, tan pequeña. Tú no me encuentras repugnante ¿verdad? Solo tú no me juzgas nunca, ni por mi carne, ni por mi raza, ni por mis pies de garza, y por eso te amo, Jenny. Solo tú me complementas, me haces mujer. Solo tú acabas con mi soledad; una soledad en forma de rata hirsuta. Y si me veo rodeada por mil colas y ojos sanguinolentos que resplandecen en la oscuridad, ¿las cazarás por mí? En ese entonces lo hiciste, mi dulce amor, y lanzaste un alarido tan horrendo y delicioso, casi tan magnífico como los míos al sentir tus mordidas de agónico amor. Mi Jenny. Acaricio tu pelaje. Estoy llorando otra vez. Recuerdo tus gritos, tu ira, la baba espumosa de tu boca. Ellos no lo comprendieron. Jenny, ¿por qué tus labios culminaron azules? ¿Por qué el gusto de tu boca era amargo? Tu pequeño cuerpo, ¿por qué convulsionaba? Algún día haré arder todo. Acabaré con ellos por hacerte esto, sacaré sus ojos como a aquel hombre... pero, incluso ahora, soy tan feliz de haberte conocido. Soy feliz de haber presenciado tu fin en mi regazo, mi Jenny, solo mía, por siempre. Hoy vuelvo a acariciarte en mi cama. Incluso si huele mal ¿no has tolerado tú durante más tiempo mi fealdad; la deformidad de mi cuerpo? Jenny, de ojos como aceitunas ahora grises y hundidos, lame mis manos con tu lengua rasposa una vez más. Beso tu nariz, la lengua salida, tus orejas cada día más frágiles y verdes. Eres hermosa. Solo tú acabas con mi soledad, mi Jenny, mi amor...

SuspirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora