CAPÍTULO 19

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19.- El misterio de las protecciones

En la oficina, Dumbledore trataba de tranquilizarse. Había pasado mucho tiempo desde que se había enfadado tanto con alguien; no podía creer que Alec se hubiera atrevido a decir todo eso. En una parte muy recóndita de su mente, admitió que niño tenía razón; aunque eso no le daba derecho a hablar a sus profesores de esa forma. Girándose hace los dos silenciosos maestros, intentó sonreír un poco.

- Lo siento, no sé que es lo que le ha pasado.

Minerva lo miró sin acabar de creérselo, ¿podría ser realmente que el hombre que trataba con estudiantes todos los días, no podía entender a su propio nieto? Con una voz suave y cuidado, trató de hacerle ver lo que el niño había estado sintiendo.

- Pero Albus, es obvio.- Mirando su cara sorprendida, trató de explicarse.- Estaba preocupado por ti. Estaba tratando de asegurarse que no te molestaríamos mientras descansabas. No deberías haber sido tan duro con él.

El anciano la miró por un momento bastante largo. ¿Podría tener razón? ¿Podría Harry estar preocupado por él? Era extraño, nadie se solía preocupar por él. Por supuesto que se aseguraban que estuviera bien, pero más bien como para asegurarse que hiciera bien su trabajo. Miró pensativamente hacía la puerta. Quizá Minerva tenía razón; e incluso cuando prácticamente había ignorado a Harry, al muchacho le importaba lo suficiente como para preocuparse por él. Si ese era el caso, había sido demasiado duro, pero no cambiaba nada. Harry no debía de haber perdido su carácter; el permanecer algún rato en su habitación no le haría ningún daño y le daría una oportunidad para tranquilizarse. Suspirando se giró a Minerva y asintió ligeramente.

- Luego hablaré con él.- El anciano se acercó a su escritorio y se sentó. Miró a los profesores, y les sonrió ligeramente.- Así pues, ¿Qué os trae aquí? Creí que irías a casa para descansar.- Enseguida, los dos profesores volvieron a parecer graves. Snape fue el primer en hablar.

- Albus, creemos que algunos mortífagos intentarán atacar la casa. Uno de los espías del ministerio acaba de regresar con las noticias. Parece que de alguna forma Voldemort ha averiguado sobre Alexander y quiere que maten al niño para hacerte daño.- Dumbledore palideció y frunció el ceño.

- ¿Cómo han podido saber sobre Alec?- Snape se encogió de hombros.

- No es tan extraño el penar que Voldemort tenga espías cerca de la casa, Albus. No sería necesario más que un par de serpientes para averiguarlo.

Dumbledore asintió y acarició su barba. El hombre tenía razón, claro; debería haberlo esperado. Suspirando, el anciano decidió solucionar el problema en un momento y cerró sus ojos. Sabía que las protecciones tendría que estar muy débiles debido a su ausencia, por lo que lo primero que debía hacer era fortalecerlos. Extendió la mano en la casa, e intentó encontró la energía familiar que la rodeaba. Despacio, comenzó a palidecer, mientras investigaba frenéticamente; no importaba lo mucho que lo intentó, no podía encontrar las protecciones. Estaba comenzando a temblar por el esfuerzo cuando sus sentidos se encontraron de repente con una energía dorada. Igual que las protecciones originales, rodeaban la casa, pero eran bastante diferentes de los que él siempre había usado; éstos parecían ser como algunos de los más antiguos que rodeaban Hogwarts. Investigando más profundamente, se dio cuenta que había hechizos tejidos dentro de otros hechizos. No todos ellos eran defensivos, algunos habían sido puestos para atacar a cualquiera que quisiera violar las protecciones. ¿Quién había puesto esta protección? Y lo más importante, ¿por qué?

Abriendo los ojos de nuevo, miró hacía sus manos. Había habido solo una persona en la casa desde la última vez que los había verificado, ¿pero como había podido Harry hacerlo? No había ninguna manera que podría hacer tal magia él solo. Entonces el miedo comenzó a fluir a través de él. Si Harry había hecho esto, entonces era una maravilla que incluso estuviera consciente. Normalmente se ponían las protecciones en un lugar por un grupo de personas, porque tomaban mucha energía. Pensando en cuando había visto al muchacho, recordó lo pálido que había estado. ¿Por qué no lo había notado antes?

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