CAPÍTULO 40

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40.- Una nueva varita.

Durante los próximos días, Severus pasó la mayor parte de su tiempo con el niño mientras Dumbledore, Minerva y el resto del personal reestructuraban la forma en la que se dirigiría la escuela. Las noticias de la ruptura entre Hogwarts y el Ministerio, había golpeado al mundo mágico de forma dura. Algunos padres incluso habían sacado a sus hijos de la escuela. La mayoría de ellos eran Slytherin cuyos padres solo habían consentido dejar ir allí a sus hijos porque Dumbledore estaba siendo controlado por el Ministerio. Pero ahora que el anciano mago tenía el control completo de Hogwarts, no querían a sus hijos allí.

Severus había vuelto a llevar a Alec al callejón Diagon, solo que esta vez Remus fue con ellos. Fueron rápidamente a Ollivander, seguido por las miradas fijas de muchos padres y niños. Severus llevó a Harry en brazos todo el tiempo, negándose a dejar ir al niño hasta que se marcharan. Había rumores sobre el niño misterioso que acompañaba a los profesores, pero por ahora o habían averiguado la verdad.

Una vez que llegaron a la tienda, el anciano los saludó amablemente, mientras le lanzaba una mirada burlona y divertida a Harry mientras le preguntaba cual era su mano de varita. A Alec le costó bastante tiempo encontrar la varita correcta; al final, resultó ser una con corazón de colmillo de basilisco. Decir que Remus y Severus se habían sorprendido, habría sido una subestimación. Sabían que los basiliscos eran unas de las criaturas más mágicas que existían, y las varitas que se hacían de cualquiera de sus partes, eran muy difíciles de encontrar y realmente muy poderosas. También estaba el rumor de que la mayoría de sus dueños, se volcaban en las Artes Oscuras. Alec, por su parte, no se sorprendió. Había sabido durante años que tenía una gran afinidad con las serpientes; la pequeña forma de Dereck alrededor de su muñeca era prueba más que suficiente. También había aprendido hace bastante tiempo, que no debía confiar en los recuerdos de las personas. Solían creer que las cosas eran oscuras con demasiada facilidad como para aceptar sus palabras como verdades. Con la extraña varita en uno de sus bolsillos, el trío se marchó. Snape cogió en brazos a Harry inmediatamente, divirtiendo al hombre lobo y molestando al niño.

- Tío Severus, ya sabes que puedo caminar solo, ¿verdad?- El hombre le miró asesinamente y apretó su agarro.

- No ahora, Alec. Hay muchas personas a las que no les gusta la decisión del director. Has sido visto dos veces con profesores de Hogwarts, no será muy difícil el que averigüen que eres muy importante para nosotros y eres el más fácil de dañar.- La diversión de Remus desapareció de inmediato, y no pudo evitar el pensar que el otro hombre tenía razón. Harry suspiró y apoyó su cabeza en el hombre del hombre moreno.

- Lo siento, no pensé en eso.- Severus puso suavemente una mano en su espalda y lo abrazó con fuerza, mientras le hablaba.

- Está bien, niño, lo entiendo.

Los tres se marcharon del Callejón tan rápido como habían llegado y volvieron a la seguridad del gran castillo. Los estudiantes llegarían el próximo día, y ambos maestros tenían muchas cosas que hacer. Harry se encontró otra vez en la biblioteca, mientras se preguntaba que sería lo que pasaría al día siguiente.

No había visto a sus amigos durante mucho tiempo, y sabía que no podía volver a ponerse cerca de ellos. Se suponía que eran mayores que él, y ni siquiera iba a ser clasificado en gryffindor. Su abuelo se había asegurado de eso. La tensión se había estado almacenando en su estómago durante la última semana y ahora se encontraba en toda su fuerza, obligándolo a respirar profundamente para tranquilizarse. Creía haber recuperado la calma cuando gritó al escuchar un "pop" justo a su lado. El pequeño elfo doméstico que había aparecido a su lado lo miró sobresaltado pero entonces le dio su mensaje con rapidez.

- Amo Alexander, el amo Dumbledore quiere que esta noche cene en el Gran Comedor. Ha dicho que suba en seguida.

Harry gimió suavemente. Había estado evitando ese lugar incluso después de que el anciano le dijera que sería lo mejor. Tenía muy pocas ganas de encontrarse con sus profesores, por lo que se aseguró de alejarse tanto como pudiera siempre que no estaba con Severus.

Sin ganas, se dirigió bajo los escalones y se dirigió al Gran Comedor. Sintió como todos los ojos se centraban en él en cuanto entró, y rápidamente puso en práctica el consejo del director y se dirigió hacía Severus. El hombre pareció divertido cuando el niño se escondió tras sus túnicas, dando miradas furtivas al resto de personas dentro del cuarto, que por una vez, lo miraban con curiosidad. Había muchos rumores sobre el nieto misterioso de Dumbledore, y la gran mayoría tenían curiosidad por descubrir por qué el muchacho era tan especial.

Cuando Severus notó que el resto de los maestros estaban comenzando a hacer que Alec se sintiera incómodo, colocó al niño en su regazo y miró asesinamente a sus colegas.

- ¿Ocurre algo?- Sinistra le sonrió a su protegido.

- Tan solo tenemos curiosidad, Severus. No creo haber sido presentada al muchacho.- Snape le miró mal, pero aún así contestó.

- Este es el nieto del director Dumbledore, Alexander. Comenzará aquí su primer año, mañana.- Flitwick les sonrió.

- Parece estar muy atado a Severus, muchacho. Eso es algo bastante raro.- Alec miró al pequeño maestro y agarró aún más fuerte las túnicas del maestro de pociones.

- Tío Severus es bueno.- Todo el personal lo miró sorprendido; ninguno había esperado la respuesta silenciosa del niño tímido. Snape alzó una ceja y colocó su mejor mirada asesina.

- No soy bueno.- Harry lo miró y por un momento se preguntó si había ofendido al hombre. Pero un ligero apretón de los brazos alrededor de su cintura y el obvio entretenimiento en los ojos oscuros, lo tranquilizó que no estaba molesto. Sonriendo de forma traviesa al hombre, Harry se apoyó contra su hombro.

- Claro que no, tío Severus.- Todo el personal se rió mientras Severus le alborotaba el pelo.

- Mocoso.

Alec estuvo a punto de contestar cuando las puertas del Gran Comedor se abrieron y Minerva y Albus entraron rápidamente. Alec miró por encima del hombro de su tío y frunció el entrecejo ante la cara pálida de su abuelo. No lo había visto en los últimos días, y el hombre parecía realmente agotado. Saltando de los brazos de Severus, corrió con rapidez hacía el director y lo abrazó por la cintura. Dumbledore suspiró ligeramente y alborotó el pelo del niño mientras colocaba sus brazos alrededor de los hombros del niño. Agachándose ligeramente, le habló ligeramente para que ni tan siquiera Minerva pudiera escucharlo.

- ¿Te encuentras bien, Alec?- Harry asintió en su pecho y el anciano apretó sus brazos a su alrededor.- Siento que no te hiciera...- Alec negó con la cabeza.

- No te preocupes, lo sé.- Le miró con ojos angustiados.- ¿Todo bien?- Albus sonrió cansadamente.

- Creo que todo está en su lugar.

Harry asintió ligeramente, y saliendo de los brazos del director, los tres se dirigieron a la mesa.

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