CAPÍTULO 23

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23.- Pesadillas

Los días pasaron rápidamente y aún cuando Dumbledore todavía necesitaba de vez en cuando ir al Ministerio, siempre trataba de tener unas horas libres para pasarlas con Harry. Snape y McGonagall hicieron todo lo que pudieron para ayudarlo, y trabajaron aún más duro que antes para asegurarse que podía pasar tiempo con el chico.

Harry también estaba feliz con los nuevos arreglos. Cuando Dumbledore estaba en casa, el anciano buscaba tiempo para enseñarle muchas cosas, la mayoría de ellas relacionadas con el duelo. Cuando no estaba, Harry o trabajaba en lo Dumbledore le había enseñado, leía o bien dormía, poniéndose al día de todas las horas de sueño que perdía durante la noche debido a sus pesadillas constantes. No importaba lo que Dumbledore le había dicho sobre confiar, Harry no le había dicho sobre las pesadillas que aún tenía sobre Cedric y sus padres culpándolo por lo que les había pasado. Ponía hechizos de silencio constantemente, intentando asegurarse que no eran muy obvios ya que sabía que el director estaría bastante enfadado con él si lo supiera. Su habitación estaba bastante cerca de la del director y sabía que si no ponía esos hechizos el hombre se despertaría, y Harry sabía que necesitaba dormir. También sabía que Dumbledore no estaría de acuerdo con él y que estaría en bastantes problemas si llegaba a averiguarlo. Aún así, consideraba que merecía tomar el riesgo.

Desgraciadamente para él, fue descubierto. Una noche, Dumbledore había vuelto tarde a cada después de una reunión en el Ministerio. De camino a su cuarto, decidió inspeccionar a su nieto. Cuando abrió la puerta de la habitación del muchacho, la escena que le saludó le hizo dejar caer la capa que había estado llevando y se apresuró dentro del cuarto. En cuanto entró, los gimoteos aterrados de Harry llegaron a sus oídos y que lo hicieron apresurarse aún más por llegar a su lado.

Sentándose al lado del niño, lo sentó suavemente y lo abrazó con fuerza contra su pecho, mientras notaba que ya se había despertado. Frotando su espalda suavemente, Dumbledore comenzó a hablarle suavemente en la oreja, mientras trataba de parar su miedo.

Necesitó aproximadamente diez minutos antes de que Harry se relajara bastante como para que Dumbledore lo sacara de su abrazo y lo apoyara contra sus almohadas. Harry miró su cara seria y gimió.

- Creo que estoy en problemas.- Dumbledore no parecía divertido.

- Sí, lo estás. Pero primero quiero saber durante cuanto tiempo ha estado pasando esto.- Harry se encogió de hombros ligeramente; pensó que sería más fácil intentar y recordar que anoche no tuvo ninguna pesadilla, pero conociendo al director no le gustaría esa respuesta, así que prefirió quedarse callado. El viejo director entrecerró los ojos.- ¿Así que tengo que asumir que esto ha estado pasando por bastante tiempo? ¿Y todo este tiempo has estado poniendo hechizos de silencio alrededor del cuarto?

Alec asintió renuentemente, pero no intentó explicarse; probablemente habría incomodado todavía más al director. Dumbledore debatió si debía intentar extraer más información o bien aceptar la respuesta. Al final, decidió que esperaría a que Harry le viniera; así sería mejor.

- Estás castigado.- Harry asintió ligeramente; lo había estado esperando.- No te permiten dejar la habitación excepto cuando vas a comer y te estoy enseñando, ¿entendido?- Harry suspiró, habría preferido ayudar a Twinkle de nuevo pero ante la mirada dura que le estaba dando su abuelo, asintió.

- Sí, yayo.- Dumbledore se puso en pie y lo arropó.

- Y ningún otro hechizo de silencio, Alec.

Harry frunció el ceño, pero Dumbledore no le dio la posibilidad de contestarle. Con un movimiento de varita, el anciano director quitó los hechizos que había en la habitación y se marchó.

Los próximos días fueron duros para ambos. Incluso cuando estaba confinado en su habitación, Dumbledore se aseguraba que tenía bastantes cosas que hacer; entre leer y los deberes, el muchacho no se aburría. La única cosa que extrañaba eran sus partidas de ajedrez con el profesor Snape. El hombre aparentemente había disfrutado de sus partidas y cada dos o tres días se pasaba para jugar una. Por otro lado, las pesadillas continuaron en su apogeo. Había tratado de poner un hechizo de silencio en su habitación, pero Dumbledore había puesto un hechizo para avisarle siempre que lo intentara. Decir que el hombre había estado enfadado habría sido una subestimación; le había gritado durante minutos y luego le había amenazado con darle unos azotes, si importar que edad tuviera realmente Harry, y puesto que conocía que el hombre cumpliría su amenaza, decidió tomar el camino seguro y dejar de hechizar su cuarto. Eso significó que ambos pasaban como mínimo dos horas despiertos, Dumbledore confortando al muchacho después de tener otra pesadilla. Al cabo de una semana, estaban agotados. Dumbledore tenía trabajo que hacer, por lo que no podía recuperar horas de sueño, y Alec se negaba a dormir si el director no hacía lo mismo, o no era capaz. Los profesores Snape y McGonagall así como Sirius y Remus algo más tarde, se ofrecieron a quedarse por la noche y ayudarlos, ya que Harry tenía pesadillas todas las noches, pero ambos se negaron. Muy a menudo Harry se despertaba gritando el nombre de Cedric y eso sería demasiado sospechoso.

A causa del cansancio había discusiones interminables entre el director y el estudiante.

- ¡Pero yayo, si pusiera un hechizo de silencio en mi habitación, no te despertaría!- Dumbledore asintió estando de acuerdo.

- Exactamente por eso, no quiero que estés solo durante tus pesadillas.- Harry suspiró frustrado.

- Pero necesitas descansar.

- Cierto, pero tu estado emocional es más importante que unas cuantas horas de sueño.- Ahora Harry lo miraba fastidiado.

- Puedo dormir durante el día, mientras que tú estás fuera. Y mi estado emocional se encuentra bien.- Dumbledore lo miró sin poder creérselo.

- Claro, por eso tienes pesadillas todas las noches.

Harry estaba a punto de volver a contestarle cuando la puerta de la oficina volvió a abrirse y entró McGonagall, seguida por Snape que cerró la puerta. La mujer los miró de forma vacilante.

- ¿Ocurre algo? Podíamos oíros gritar desde la entrada.- Dumbledore negó con la cabeza y Alec se hundió en su silla.

- Estábamos teniendo un pequeño desacuerdo.- Snape alzó una ceja.

- ¿Ligero?

Ninguno de los dos contestó. Aún cuando los maestros sabían que Ale estaba castigado y que tenía pesadillas, ninguno de los dos sabía exactamente que era lo que estaba pasado. Dumbledore no les había explicado lo de los hechizos de silencio.

Snape, viendo que no iba a conseguir respuesta alguna, se giró a Harry, y le dio una mirada dura.

- ¿Todavía estás castigado?- Harry se encogió de hombros y miró al director que todavía lo miraba atentamente, de forma interrogativa. Contestando a su pregunta silenciosa, Dumbledore alzó una ceja.

- Primero, quiero que me prometas que no vas a volver a repetirlo.- Harry frunció el ceño.

- Pero ya...- La voz afilada de Dumbledore lo cortó.

- Alexander Dumbledore, esto no está abierto a discusión, o me lo prometes, o permanecerás castigado hasta que cumplas los dieciocho.- Ambos se miraron atentamente por un buen rato, pero al fin, Harry no tuvo otra opción más que ceder.

- De acuerdo.

- ¿De acuerdo, qué?- Harry lo miró fastidiado.

- De acuerdo, no volveré a poner hechizos de silencio alrededor de mi habitación, ¿feliz?- Dumbledore estrechó los ojos.

- Alec.- El muchacho bajó la cabeza, mientras se ruborizaba ligeramente.

- Lo siento.- Los dos se quedaron silenciosos por unos momentos antes de que Dumbledore asintiera.

- Muy bien, puedes ir. Pero recuerda hacer el ensayo que te dije. Te veré en la cena.- Harry suspiró aliviado y asintió.

- Hasta luego, yayo.

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