15. Angustia

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  No sabía nada de ella desde hacía más de tres días. Alya no tenía contacto con ella desde la semana pasada. Todo porque ella estaba actuando demasiado extraño.

No sabían si estaba enferma o si tenía problemas en casa, lo único que tenían seguro es que algo andaba mal. 

-Si me quedo un día más sin saber que pasa con Marinette, voy a volverme loca.-comentó, harta, la de lentes, sintiéndose abrumada por la poca información que tenía de su mejor amiga en ese momento. 

-También estoy cansado, la angustia me está comiendo vivo.-dijo Adrien, exponiendo parte de los sentimientos que estaban atacando a su corazón y a su conciencia. 

Nino intervino, sin saber cómo explicaría a sus amigos lo que había sucedido sin que enloquecieran. Había prometido guardar el secreto por 72 horas. Marinette había asegurado que habría arreglado todo para ese entonces, más eso no ocurrió.- No van a encontrarla.- aún recordaba la forma mareada en la que se lo había dicho, sus ojos y mejillas rojas, seguro por el llanto.

-¿Cómo que no?-reclamó la morena.- soy su mejor amiga, nada es más fuerte que nuestra amistad.

-Esto si que lo es.-advirtió el de gorra.

Adrien se impacientó, Nino no tenía porque decir todas esas cosas, así que lo apresuró a hablar.

-Está en Shanghai.

Ambos jóvenes parpadearon confundidos por la respuesta del moreno.

-Su madre la ha enviado con su abuela para conseguirle marido.

Después de eso, todo se volvió un completo desastre, pues no solo Alya salió disparada a casa de los Dupain Cheng a exigir una explicación, sino que Adrien se dispuso a ofrecerse como candidato para desposar a la hija de los panaderos.

Sabine miraba con tranquilidad a ambos jóvenes, riendo internamente hasta que Marinette bajó de su habitación por la gran cantidad de ruido que se estaba haciendo en su casa.

Sus mejillas y nariz estaban muy rosadas. Su color pastel, saludable, era en ese momento un color verdoso muy preocupante.

-Como pueden ver, Marinette está aquí y lo que le dijo el otro día a Nino, fue una broma.-la mujer no podía cubrir lo suficiente su risa.

Adrien miró horrorizado a Nino y Alya lo medio mató con los ojos. El de lentes boqueó.- Pero yo la vi, se veía como si hubiera llorado ¿Porqué me mentiste?- reclamó el joven a la enferma.

La chica inclinó la cabeza confundida. La fiebre estaba lo suficientemente alta como para mantener a la de coletas en un estado somnoliento y confundido.

-En este momento no entiende mucho de lo que decidimos, así que Adrien, querido no te mortifiques, no le diré a Marinette que te has ofrecido a ser su esposo.

El rubio quiso esconder la cabeza en el duro suelo de la panadería.

- Conforme a la broma, supongo que la gripe ya estaba haciendo efecto en ella.-dijo con gracia la mayor, justificando a su hija. Marinette no solía enfermarse con frecuencia, y cuando eso sucedía, tenía que quedarse varios días en casa porque la fiebre la volvía un desastre. Se comportaba como una pequeña borracha o las alusiones eran tan fuertes que terminaba en el hospital.

-No tienen porque preocuparse, seguro para la otra semana regresa.-les dio a cada uno un pan de cortesía y los acompañó a la salida después de devolver a Marinette a su habitación.

Una vez en la entrada, Sabine le guiñó un ojo al rubio.- Nos vemos yerno.





¡Yerno! Amo trollear a los personajes.

Los amo.

Mes AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora